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LA IGLESl~ DE LA MERCED Y SU HISTORICA
y ESBELTA TORRE
ENRIQUE GUZMAN B.
El presente trabajo, escrito en el :mes de Novie:m– bre de 1963 ha pennanecido inédito, esperando sa– lir a luz en cualquier tie:mpo, sin perder su aciua– lidad por el asunto que en él se trata que despierla fanto interés entre los granadinos. Lo dedico a la estimable señora Da. Mercedes Vega de Argüello, la única persona a quien le he oído alabar la obra di– ciéndome: "Oh, si, me gusta mucho, no sé, parece un :minareie de las mezquitas que dejaron los :mo– r;'s en España. Le hacía falta ese adorno: ahora me encanta, luce bien".
Corno varias personas me han instado para que escriba a fondo sobre mi parlicipaci6n en el remo– delarniento que se ha hecho a la torre de la Mer– ced, como ofrecí hacerlo, cumplo ahora con mi pro– mesa aún a riesgo de hacenne cansado con la re– petición de un tema que ha sido tratado por el sus– crifo en fonna exhaustiva, unas veces en serio y otras en broma pero no en forma de relato históri– co como aquí lo hago.
En presencia de las diferentes opiniones que se han venido erlernando sobre la colocación de unos bloques de cerámica en el cornisamenfo de la torre de la Merced, de esta ciudad de Granada, quiero informar a la ciudadanía, como acostumbran decir en sus comunicados de prensa las autoridades y en– fes aufónomos, lo que ha pasado en relación al tra– bajo ejecutado en la mencionada torre, ya que se ha calificado de desacierlo esta obra de reparación llevada a cabo, comparable a la misma incultura con que un muchacho mancha una pared, o hace un borrón en un cuadro célebre. Se me acusó de haber esiropeado esa reliquia histórica y puesto en ella mis manos, de haberla hecho cambiar de fisono– núa como el más hábil cirujano plástico con el mis– mo atrevimiento como sería -aprieta rigor tirano– alterar una esfrofa de Darío.
La torre actual no perlenece a la época colo– nial, aunque si es de estilo hispano-americano que de la colonia tuvo sus raíces. La primitiva torre co– lonial construída por los frailes mercedarios, empeza– da el 6 de Agosto de 1781 y ienninada antes de dos años, en Enero de 1783, lucía labraduras, dibujos moriscos, tracerias y follajes terminando en una hile– ra de pináculos de puntas agudas y espigadas apa– reciendo el cimborio -revestido con estucos decora– tivos, apenas visible en su parle superior que ter– minaba en un veleta montada sobre una base de ca– licanto, rodeado de florones, que le daban mucha gracia y semejanza a la Giralda, la que sin dl:l.da sir– vió de modelo a los frailes mercedarios que eran sevillanos, cuando la torre fue hecha el año de 1783. Una reproducción de esta torre tomada de un fotograbado del periódico Frank Leslié Illustrated Newspaper, de New York, puede verse en la oficina dental del doctor Manuel Granizo. Era una belleza.
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Su parecido con la Giralda salta a la vista, tanto en los detalles generales corno en sus figuras ornamen– tales. A plomo desde su base hasta la cúspide, re– vestida igualrnente de escarnas y otras figuras de– corativas por remate.
La torre anterionnente descrita fué derribada hasta su :mitad en la guerra civil del 54, habiendo quedado de ella solamente en pie sus dos cuerpos inferiores sobre los cuales se levantó la torre actual, la que comenzó a reconstnurse cuando Granada principiaba apenas a reponerse de sus quebrantos sufridos, después de tres años de guerra en la que a ella le había tocado la peor parle: con sus ocho templos que yacían en escombros y cenizas, sus ca– sas en ruinas, y su economía totalmente en banca– rrota, de modo que no había a quien recurrir en auxilio de ayuda monetaria porque todos los capi– talis±as habían perdido sus haberes: sus propiedades arruinadas, por el abandono en que habían per– manecido, sus casas quemadas y sus alhajas les ha– bían sido robadas, careciendo hasta de ropa que po– nerse.
Es de admirar CÓmo en medio de este cuadro tan desesperante haya habido un pastor de almas, el Cura José Antonio Castillo, que sacando fuerzas de flaquezas, emprendiera por si solo la tarea de levantar de sus escombros "a esta pobre Troya" co– rno llamó a Granada el Obispo Navas y Quevedo cuando la visit6 después de uno de tantos saqueos e incendios de que la ciudad ha sido víciima.
Y más sorprendente es el hecho de que así y iodo, la reconstrucción de la iorre s610 haya dura– do dos años, habiendo sido terminada el año de
1862, cuando estaba el General Martínez en el úl–
timo año de su primer período presidencial, y ya es– taba pensando en su reelección. De suerle que esos dos cuerpos superiores de la torre cuentan 103 años de vida, es apenas centenaria, pero no puede lla– mársela una reliquia colonial. Es de ayer, como si dijéramos. Cuando esta parle se terminó de hacer– la, ya hacia 41 años que la colonia había pasado a la historia, lo que no obsta para que sea ella, Oa torre} una señora torre digna de todo respeto, y pa– ra los granadinos, el más querido de sus monumen– tos históricos, de tal modo que para ellos solo la torre de Babel, la de Londres y la torre de Pissa son más famosas y elevadas que ella.
El maestro alarife que dirigió la obra de recons– trucción, fué don Esteban Sandino, del barrio de Jal– teva, a quien alcancé a conocer en los últimos años del siglo pasado. Era un anciano afable y sencillo que arrastrando los pies, venía, con todo, a oír misa diariamente a la Merced. Cosa digna de notarse en él era que a pesar de su edad provecia subía y ba– jaba las gradas sin apoyo ninguno, lo que se explica por la costumbre que había adquirido de subir y bajar por escaleras en el ejercicio de su oficio.
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