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« Previous Page Table of Contents Next Page »Cuando nace un niño, no se le hace o:l:ra prácti– ca que :marcarlo en el vérlice de la cabeza con una piedra aguda y canden:l:e. Se cree así preservarlo de :l:oda brujería. La :morlalidad es :muy grande ¡:mtre las cria:l:uras; pero las :mujeres son fecundas.
Apenas los :muchachos son capaces de andar, ya se :mantienen constante:men:l:e en "cayucos" propor– cionados a sus fuerzas, y se ejerci:l:an en :l:irar el pes– cado con pequeñas flechas. Estos niños de los in– dios caribes son incontestable:mente lo que sorpren– de :mas al observador. En una edad en que los nues:l:ros se consideran todavía co:mo irracionales, los jóvenes caribes saben hacer ya ellos mismos sus arcos y sus flechas, y aprovisionan la familia en:l:era 90n pescados, caracoles, cangrejos, ca:marones y fru– :l:as silves:l:res. Saben perfecia:men:l:e salir de apuro en todos los acciden:l:es que pueden sucederles. Na– dan y bucean co:mo patos, :l:repan á los mas eleva– dos árboles y saben evi:l:ar los insectos y animales peligrosos. Su oido percibe, en :medio de las selvas, el menor ruido y adivina cual es la causa que lo pro– dujo; conocen el nombre, las propiedades y el em– pleo de un sinnÚn1ero de plantas, así como en que época se puede recoger la parle ú:l:il, en que luna y como se debe proceder; se avanzan sin :l:e:mor, y pene:l:ran á lo lejos, en las mas tenebrosas selvas, se deslizan en los mas enredados bejucales, sin ruido, casi sin quebrar nada, y sin embargo dejando á cada paso señales imperceptibles, por medio de las cuales pueden volver á encontrar su camino, ya de día ya de noche. Observan en el suelo los ras:l:ros mas leves, casi invisibles, y supu:l:an inmediatamen– te cuál es el animal á que perlenecen, el nÚn1ero de instan:l:es que han corrido desde que pasó, donde iba, de donde venía, su edad, su sexo, si estaba he– rido, en qué parle del cuerpo y si la herida era gra– ve, etc... Saben también aliviarse de la picadura de las culebras y uniarse de zumos que alejan los in– secios. Si por casualidad llegan á perderse, saben fabricar en un :mo:men:l:o un abrigo con:l:ra el viento y la lluvia, con ramadas y bejucos, hacen fuego don– de quiera frotando dos pedazos de palo seco, y en– cuen:l:ran frutas, raices, y aun animales para comer. Todos conocen varias clases de silbatos ó reclamos para llamar á las aves y o:l:ros animales; saben tam– bién disponer, para cogerlos, los lazos y :l:rampas mas ingeniosos y variados.
Las muchachas, hasta los diez años de edad, parlicipan en todas las aventuras y expediciones de los muchachos, y sucede á menudo que grupos de
PABLO LEVY
Geógrafo francés
ocho á diez niños quedan ausentes, ó perdidos en los bosques, duran:l:e muchos días, sin que la fami– lia se inquiete por ellos.
Los casamientos se hacen de una manera muy original. El marido y la mujer están desposados sin saberlo, cuando están todavía criaturas, por sus res– pectivos parientes. Uno y oiro crecen llamándose: "mi marido, mi mujer". Cuando ha llegado la épo– ca de su desarrollo físico, ámbos declaran á sus pa– rientes que quieren ser completamente casados. En– tonces las dos familias se reunen para fabricarles una casa, les dan todos los u:l:ensilios indispensables, y después los abandonan.
A la muerle de un jefe de familia, el mayor de los hijos varones no casados le sucede en la au:l:o– ridad, y manda, aun á sus abuelas. Las mujeres no gozan jamás de au:l:oridad alguna y no poseen na– da suyo propio. Las cosechas en pié, los botes, etc... son propiedad del sucesor. Los hijos ya casados no tienen derecho á nada: son considerados corno ha– biendo recibido su parle de la herencia de antema– no, cuando se casaron. Los hijos menores de edad y no casados tienen derecho á reclamar á su her– mano mayor una cierla parle, el día en que se ca– san.
Los funerales se hacen con acompañamiento de cantos lúgubres y de gritos atroces. Las mujeres de la familia del difunto se arrancan los cabellos, y, de cuando en cuando, alzan los brazos lanzando un grifo agudo, y se dejan caer de bruces; algunas se hacen mucho daño. sus pechos pendientes en sus troncos desnudos; hacen de esta costumbre un espec– táculo tan cruel que su vista es insoporlable. El cuerpo del difunto, pintado de lo mas exquisi:l:o, se lleva en el bosque, donde lo entierran al pié de al–
gun árbol. La ceremonia se termina por abundan– tes libaciones de "ulung".
Duran:l:e estas fiestas de que he hablado al prin– cipio y que no tienen o:l:ro pretexto que el embria– garse junios, no tardan, cuando las cabezas están un poco calen:l:adas, á abandonarse á los pasatiem– pos, juegos, can:l:os y danzas.
Los juegos son casi siempre una especie de lu– cha de gimnástica ó de des:l:reza; ademas tienen de– safios, ya sea á brazo parlido, ya sea de pugilato. Los muchachos se divierlen á correr ó a buscar y sacar objetos pequeños del fondo del agua. Todos
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