Page 49 - RC_1966_04_N67

This is a SEO version of RC_1966_04_N67. Click here to view full version

« Previous Page Table of Contents Next Page »

gresar hasta el lunes por la mañana. En Matagal– pa alquilaba un cuarlo de una mediagua que tenía don Barfolomé Marfínez con quien seguí cultivan– do con mayor afecto la amistad que habíamos ini– ciado en el Colegio de Granada. También hice muy buena amistad con don José Ignacio Bermúdez y su familia, así como con sus hijos Ernesto y Osbaldo y con su hermano Eudoro. De igual manera la hi– ce con el Gral. Horacio Bermúdez y su señora doña Pilar de Bermúdez, con don Jesús Robleto y su es– posa Josefina, con don Secundino Matus y su her– mano Eudorb y otros tantos amigos que sería can~

sado enumerar. Pero sí no se debe olvidar que allí me intimé más con don Barlolomé Marfínez, más tarde como yo, Presidente de la República. Así pa– samos el resto del año noventa y cuatro y también el novema y cinco, alejado de toda actividad políti– ca, pues el Parlido Conservador después de las per– secuciones, prisiones, confiscaciones, torluras etc., efc., se encontraba desanimado y exhausto, y ni aun en el mismo liberalismo se veía actividad política ni en las mismas esferas oficiales. Así llegamos al año noventa y seis, y no fue sino hasta fines del verano que se produjo la Revolución de León con– tra Zelaya, a causa de la pretendida reelección del expresado Gral. Zelaya.

En el Colegio de Granada cultivé buenas rela– ciones con el estudiante jinotegano Ignacio Chávez, hijo del "Primer Ciudadano" que así llamábamos al padre de él don Ignacio Chávez, en quien el Doc– tor Roberlo Sacasa depositó el mando por el tiempo que estipula la Constitución, para poder lanzar su candidatura legal a la Presidencia. A esa amistad de Colegio se debe que el día en que Matagalpa iba a proclamar el desconocimiento del Gobierno de Zelaya y a crearse el Gobierno de la Revolución de León, me visitara el referido joven Chávez para de– cirme: "Vengo a visitarle de parle de las fuerzas del Deparlamento del Norle al mando del Gral. Fernan– do María Rivas para insinuarle que inmediatamen– te salgas para Granada junto con Ernesto Bermúdez, pues de no hacerlo así, serán hechos prisioneros". Puse lo anterior en conocimiento del señor Bermú– dez y decidimos salir de Matagalpa aproximadamen– te a las nueve de la mañana, hora en que la lla– mada "generala" se oía en las calles de la ciudad. El mismo señor Chávez nos ayudó a preparar las bestias a fin de que no perdiéramos tiempo, como efectivamente lo hicimos, caminando día y noche para llegar el siguiente día a Granada. Digno de anotar es que esa noche cuando cruzábamos "La Cuesta del Coyol", pensé que si algún día tenía o se me ofrecía la posibilidad de hacerlo, compondría dicha cuesta. Dios me permitió cumplir con esa promesa íntima, pues al llegar yo a la Presidencia de la República (1916-1920) Y hacer la carretera de Carazo hasta Matagalpa, hice que cruzaran por la cuesta el camino que acerca los deparlamentos del Norle con los del interior.

La Revolución de 1896

Ya puestos en Granada me informé que la gue– rra había estallado en todo el país y que algunos de– parlamentos se habían pronunciado a favor del Go– bierno de la Revolución de León que aparentemen– te era fuerle y que el Parlido Conservador había ofrecido su apoyo al Gral. Zelaya. Casi forzado el conservatismo granadino a tomar esa actitud por la que ya se había resuelto el conservatismo de Mana– gua, el que obrando independientemente, puede decirse, ofreció su apoyo a Zelaya, sin consultar con los correligionarios de Oriente. Por eso vemos ya tomando parle en los combates de Nagarote a los principales jefes militares manag'Üenses del Conser– vatismo, entre ellos al valiente y muy querido Jefe Gral. Ignacio Paiz. Al enterarme de la süuación, sin vacilar me fuí a Managua a incorporarme a las fuer– zas del Gral. José María Cuarezma, que salía para la zona de Matagalpa. Este Gral. me dió muy bue– na acogida y me nombró su Ayudante, en cuya ca– lidad pelié en el combate de Ciudad Darío. Las fuerzas de Cl.larezma que salieron de Managua se

juntaron con las de Chontales comandadas por el

Gral. Vásquez en el punto llamado "Las Tetillas" continuando su marcha hasta Darío. • Es lástima que no pueda precisar las fechas en que ocurrieron estos sucesos pero recuerdo bien que el día ames de la batalla de Ciudad Darío, llegarnos a un lugar que se llama "Pasle", a eso de las dos o tres de la tarde. Estábamos descargando el iren de guerra cuando nos atacaron sorpresivamente y aunque observamos que los atacames no eran nu– merosos, el hecho de haber sido completameme de sorpresa el ataque, nos desconcerló mucho, y desde entonces torné experiencia de lo mucho que se pue, de obtener de un ataque al enemigo, sorpresiva_ mente.

Si en ese momento el Coronel Paulino Monte. negro, que fue el Jefe atacante hubiera insistido en el ataque, es posible que nos hubiera quüado el tren de guerra, pero felizmente para nosoiros el tiroteo se extinguió y la calma se restableció en nuestras fi– las.

lUaque a Ciudad Dario

El siguiente día muy temprano salieron las fuerzas del Gral Vásquez y de Juan Estrada a ocu– par unas alturas que dominan Ciudad Darío. Una de esas alturas lleva el nombre de "Mombachito" donde se colocó la mejor pieza de arlillería. He~

cha esta operación, dejando en su puesto de P"lm. bate dicha pieza me retiré de esa ala, que pode \os llamar "ala izquierda" para ir a acompañar al "::0–

ronel Castilla que marchaba sobre el camino real es decir el centro, hasta colocarnos en lugar apro~

piado para iniciar el combate inmediatamente que recibiéramos la orden de hacerlo. Por el otro lado (derecha I el Gral. Cachirulo con 10 mejor del ejér– cito de Managua habría que salir detrás del Cemen– terio de la ciudad. Cruzando unos potreros que ha– bía de por medio fue sorprendido y atacado fuerle. mente. Al iniciarse el combate, en esta ala, el Gral. C1,larezma dió sus órdenes para que tanto Vásquez como Castilla, hostigaran al enemigo por sus respec– tivos frentes. A medida que el día avanzaba, el fragor de las fuerzas de Cachirulo y las qUG> defen– dían la Ciudad, se hacía más intenso y parecía que se alejaba del lugar de iniciación. Incierlos co– rno es:f:ábamos del resultado de este combate, me fuí en busca de ver con quien comunicarme para, saber 10 que pasaba, no encontré a nadie, solo las huellas donde habían estado peleando y como se hacía tarde regresé al Campamento General de Pas– le, donde se encontraba el Gral. Cuarezma, Jefe de todas las fuerzas.

Poco después de mi llegada, empezamos a re– cibir tropas que decían llegaban derrotadas y que pertenecían -según e11os- a las fuerzas del Gral. Cachirulo y que a éste le habían matado un hijo, por lo cual el Gral. venía con su cadáver. Efec:f:iva– mente, momentos después teníamos aquí al Gral. Cachirulo con dicho cadáver y basfanfes soldados que habían abandonado la lucha desorganizada– mente. Con los dafos que el Gral. Cachirulo dió al

Gral. Cuarezma, éste redactó un mensaje para el Co· mandante General, que era el Presidenfe, dándole cuenfa de lo ocurrido y declarándole que la bafa– lla se había perdido y que iba a dar sus insiruccio– nes en ese momento para levantar el campo y ocu– par alguna posición más vemajosa un poco más atrás de donde nos encontrábamos.

En ese momenfo le pedí permiso al Gral. Cua– rezma para exponerle la verdadera observación del combate y principié por decirle que no era exacto que las fuerzas hubieran sido derrofadas, que 10 que efectivamente pasaba era que las fuerzas del Gral. Cachirulo se habían desorganizado al saber la muerle del hijo de su Jefe, pero que los ofros fren– tes esfaban en posiciones muy vemajosas y que el Cnel. Castilla con sus hombres había avanzado so– bre Darío hasfa un punto en que pudiera decirse era ya dueño del Cementerio, según el dominio que tenía sobre ésfe. Que yo creía era un error ha– cer trasmitir ese :l:elegrama.

Page 49 - RC_1966_04_N67

This is a SEO version of RC_1966_04_N67. Click here to view full version

« Previous Page Table of Contents Next Page »