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« Previous Page Table of Contents Next Page »:lre c:lros muchos incidenies, recuerdo penecfamen– te bien que yo le insinué de que no debiéramos ir a la elección sólamente el Parlido Conservador y el Partido Liberal, sino también el Partido Liberal In– dependiente, y que para esto debíamos dejar abier– to el derecho de petición que establecía con bue– na lógica la Ley Dodds de 1923. Sin embargo el Gral. Somoza me rechazó esta insinuación mía di– ciéndome que sólamente bastaba que los dos Par– tidos Principales de la Nación concurriesen a la elección puesto que representaban la totalidad de todos los nicaragüenses. Es verdad que yo no insis– tí mucho en este derecho de petición; pero también quiero dejar establecido en estas mis Memorias que mucho se me ha criticado sobre ese hecho de que para la elección de 1950 se haya cerrado el derecho de petición de que habla la Ley Electoral de 1923.
y no fuí yo el que propuse esta disposición, sino el propio Gral. Somoza el que rechazó mi insinuación. También quiero explicar aquí que ese "derecho de petición" como dice expresamente el Convenio solamente "quedó suspenso" para las elecciones de
1950 y de ninguna manera Se suprimió "el derecho de petición" de la Ley Electoral corno se ha dado en decir. en una propaganda mal intencionada so– bre ese Acuerdo. El derecho de petición existe ac– tualmente y ha existido siempre, desde 1923, y sola– mente fue suspendido temporalmente para estas elec– ciones de 1950, corno dejo explicado, por voluntad del Gral. Somoza.
También recuerdo que hice, entre otras muchas insinuaciones al Gral. Somoza, para que ya en esa elección de 1950 y en la Constitución que se iba a dictar posteriormente, quedara incorporado el de– recho del sufragio para las mujeres; pero el Gral. Somoza me dijo que eso no convenía, pues los que iban a mangonear la elección en ese caso eran "los cotonudos" (refiriéndose, por supuesto, a lo que ya entendí, que eran los sacerdotes I . Lo único que concedió al respecto era establecer corno principio de la nueva Constitución la "habilidad de la mujer para elegir y ser electa" refiriendo esta cuestión a una ley posterior.
En defensa del Pactlo
Asimismo quiero hacer relación a una crítica que se ha hecho a que entre los principios que el Parli– do Conservador demandó que se incorporaran en la nueva' Constilución está la "liberlad irrestricia de comercio". Se ha criticado al Partido Conservador por esto. Pero creo con toda sinceridad que esta crítica es completamente infundada, pues al deman– dar esa liberlad 10 que pretendíamos era que no se siguieran poniendo controles al comercio de parle del Gobierno. Los controles en todos los órdenes de los negocios, no solamente eran mal vistos por los nicaragüenses, sino que se prestaban a fraudes y
peculados. Esa fue la intención del Parlido Conser– vador al establecer esa disposición constitucional que la creo muy atinada; y tan estaba en lo cierlo que desde la promulgación de esa Constitución, el Gobierno ha tenido que vivir en un continuo estado de "Emergencia Económica", que viene prolongán– dose año con año, para de esta manera burlar ese principio constitucional.
De ninguna manera la intención nuestra fue la de impedir las leyes de favorecimiento a los traba– jadores, corno han dado en decirlo los adversarios del Parlido Conservador.
Este Pacio de 1950 ha sido muy criticado por todos los nicaragüenses de uno y otro partido, aún por los mismos conservadores. Y yo bien recuerdo que tuve que hacer una presión muy fuerle dentro de los mismos dirigentes del Partido Conservador para que fuese aceptado en la Directiva del Parlido. En una sesión que tuvimos al respecto en mi casa de habitación, recuerdo perfectamente bien que el Dr. Manzanares era entances opuesto a este acuerdo y no quiso formar parle de la Mesa Directiva de esa Convención en su calidad de Secretario de la Di– rectiva Suprema, por lo cual ocupó su lugar el Vice– Secretario de entonces, Dr. José Antonio Arliles.
Como hubo tanias conversaciones, direcias e in– directas, entre el Gral. Somoza y yo antes de fir– mar ese acuerdo de 3 de Abril de 1950, como pos– teriormente, para la elaboración de la Constitución, no puedo recordar muchos detalles que son verda– deramente interesantes para la historia y el desa– rrollo polífico de Nicaragua. Habían muchas perso– nas que mediaban con recados y razones entre el Gral. Somoza y yo, tanto antes de la suscripción de ese Acuerdo, como después en el curso de la redac– ción de la Constitución. Desde luego, cuando yo me veía directamente con el Gral. Somoza no podía hablar y tratar con él sobre cada uno de estos aspec– tos que se arreglaron por medio de esos mediado– res.
Yo llegué a estar perfectamente convencido de que estaba haciendo un bien al Partido Conserva– dor y un bien a Nicaragua. El Gral. Somoza, según los rumores circulantes fidedignos estaba bastanfe enfermo, y decía a algunas personas a fin de que me lo llegaran a repetir a mí, corno para que yo lo supiera, que él deseaba que una vez que él desapa– reciera del escenario político, por una u otra circuns– tancia, el Gobierno quedara en manos del Parlido Conservador que era un parlido de orden y de disci– plina que controlaba la Nación cuando estaba en el poder. Y que de esta manera sus bienes y propie– dades quedaban asegurados, por que él creía que el Parlido Conservador, después de ese Acuerdo Polí– tico no podía atentar contra sus bienes, por vía de confiscación, represalia o de otra manera. Más bien llegó a expresar a mas de alguno que me lo repitió a mí de que tenía horror a que a él lo suce– diera el Parlido Liberal Independiente, pues a este le temía enormemente a que pudiera confiscar sus propiedades y hacer represalias contra él y contra su familia. A esto se debió principalmente en que él insistió muchísimo en que no pusiéramos el de– recho de petición para las elecciones de 1950, a pe– sar de yo había insinuado la posibilidad de abrirle esta puerla al Partido Liberal Independiente, con el cual había tenido cierlos nexos de unión el Partido Conservador. Pero ante esas razones, que si es ver– dad que no me las expuso a mí directamente el Gral. Somoza, pero me las hizo saber por medio de los intermediarios, yo cedí a su exigencia de dejar fuera al Partido Liberal Independiente en esa elec– ción, creyendo fundadamente que debido a muchas circunstancias el poder tendría que caer en manos del Parlido Conservador.
Los hijos del Gral. Somoza
Los dos hijos del Gral. Somoza eran entonces unos jovencitos que no figuraban en política y voy a contar una anécdota que fue posterior a las elec– ciones de 1950, pero que viene al caso ahora que estoy relatando alguna mínima parle de todas esas circunstancias que se cruzaron durante el pacto de 1950. Y no es que quiera ocultar todas esas cir– cunstancias e incidentes, sino que ya mi memoria no me ayuda lo suficiente para poderlos recordar de una sola vez. En una u otra ocasión, cuando recuerdo algún incidente, entonces sí rememoro per– fectamente bien alguna de las parles de las conver– saciones que tuve con el Gral. Somoza o algunas de las incidencias que me dijeron los intermedianos que actuaron en esa ocasión.
Por ejemplo, cuando estábamos en la redacción de la Constitución, al llegar al Capítulo respecto a la prohibición de que no debían ser Diputados los parientes del Presidente de la República dentro del cuarlo grado de consanguinidad lo cual era una dis– posición constitucional que había figurado en to– das las Constituciones anteriores desde la de 1858, que yo recuerde y sepa, yo mantuve ese principio y
dije que esta era una disposición constitucional que debía sostenerse y mantenerse siempre. Sin embar– go el Gral. Somoza empezó a insistir muchísimas veces en convencerme que le diera mi consentimien– fa para aparlar por esfa vez esta disposición cons– titucional en la nueva Constitución debido a que él deseaba, como un ·favor personal, de que su hijo'
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