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Argüellistas. Muchos de los parlidarios del Dr. Aguado, al ver llegar al General Soznoza García y colocarse en las raquitísÍInas fi,las de Argüellistas, lo silbaron y él no hizo znás que reirse y zneierse una znano en el bolsillo.

Fraude electoral

Terzninada la elección, las urnas fueron lleva– das al Palacio Nacional donde estuvieron varios días guardados en los sótanos hasta que el Gobierno de– claró que se iba a hacer el escrutinio, después del cual se inforznó que el Dr. ArgÜello había ganado la elección.

El Dr. Argüello, hoznbre que se estiznaba en znu– cho y que tenía un gran aznor por su patria, pensó seguraznente liberlar a Nicaragua de la férrea Dicfa– dura del General Soznoza desde su posición de Pre– sidente. Pero el General Soznoza coznprendiendo lo que podía ocurrirle se adelantó a dar un golpe de estado al Dr. Argüello a los 26 días de su ascensión al poder, quitándole así la oportunidad de znanio– brar en su contra.

Golpe conlra ArgüeDo

Para ese golpe el General Soznoza invitó al Ge– neral Carlos Pasos y a zní, pero nosotros no quisi– znos acoznpañarle si no era en una reforzna total del Gobierno, lo cual él rechazó y las pláticas con él no pasaron a znás. Esto zne obligó a volver a salir del país, yéndozne de nuevo a México.

El Dr. Leonardo Argüello quedó asilado en la Eznbajada de México hasta que logró conseguir el salvoconducfo para dirigirse a ese país, pero ya iba znuy enferzno y a los pocos días falleció. El Dr. Ar– güello culpaba al Eznbajador znexicano por la de– znora en conseguir el salvoconducto pues pasó znás de seis zneses asilado en la Eznbajada, donde estu– vo znuy enferzno, sin que el Eznbajador se preocu– para en conseguirle su salida. Adeznás, zne refirió el Dr. Argüello, que el Eznbajador lo vigilaba cozno si éste fuera un detective de Casa Presidencial. No obstante que entre el Dr. Argüello y yo ha– bía una gran diferencia de criterio político, fuÍInos sin eznbargo, en los úlfiznos días de su vida znuy buenos aznigos y hubo entre nosotros coznpleta cozn– prensión de la realidad política de Nicaragua. Su znuerle fue znuy sentida por zní y por toda la Colonia nicaragüense residente en México. Durante nuesira perznanencia en México, que fue de znás de diez años, siempre llevando una vi– da znodesta en una pobreza honrada, cábezne decir con satisfacción que zne capté la siznpatía de toda la Colonia nicaragüense. COI\ todos sus znieznpros, ya fuesen liberales o conservadores, cultivé muy buenas relaciones.

En el iranscurso de esos diez años vi pasar en la Presidencia de la República al General Lázaro Cárdenas, a don Manuel Avila Caznacho y al Licen– ciado don Miguel Aleznán.

Llegada de doña I.aslenia

Unos dos o ires años antes de zni regreso defini– fivo zni espósa Lastenia hizo un viaje a Nicaragua que resultó un gran éxito. Los aznigos la recibieron con entusiaszno y la festejaron znucho.

El General Soznoza llegó a considerar que ese viaje de Lastenia le estaba perjudicando políticaznen– fe y llegó hasta oponerse a que ella visitara el De– partaznento de Rivas y a poner cortapisas para la realización de una znanifestación popular que se lle· varla a efecto el día de su visita a la ciudad de Ri. vas. Natura1znente, todo esto lo hacía de manera extraoficial, pero enérgica y efectivaznenfe.

Pacto con Somoza

A zni regreso definitivo a Nicaragua y en vista de las pocas garantías de que gozaba el Partido Conservador y del teznor general que cundía en sus filas para llevar a cabo cualquier znovÍIniento de or– ganización, pensé que la única znanera de darle vida al Partido, era la de celebrar un convenio con

el General Somoza. .

Así el Parlido Conservador podrla fener partici– pación en el Gobierno y gozar de relativa libertad para poder elegir sus Representante al Congreso. Después de varias pláticas llevadas a cabo con el General Soznoza, por znedio del Dr. Eznilio Alvarez Lejarza, se llegó a un acuerdo.

Por ese arreglo se establecía la alternabilidad en el Poder, se prohibía la reelección, y se obtenían oiras conquistas deznocráticas, cozno la representa– ción de las zninorlas, el voto feznenino, etc. etc., con– signadas, por esos pactos, en la Consillución Políti– ca de 1950.

Reminiscencias

Allá por el año de 1940, no puedo precisar exacfaznente la fecha, recibí un znensaje cifrado de Tegucigalpa en el que se zne inforznaba que el Pre. sidente Carías deseaba saber qué necesitaba yo pa– ra hacer una fuerte revolución al General Soznoza. El znensaje insistía en la urgencia de una contesta. ción.

Después de consultar con varios de los princi. pales aznigos nicaragüenses, residentes en México, que nos eznpeñábamos en actividades de ese orden, enire otros con el Dador Pedro José Zepeda (q. e. p. d.I, resolví contestar diciendo que aceptaba el ofre– cizniento de ayuda y que ésta podía coznenzar con US$ 25,000.00 para gastos de enganche de un buen nÚInero de znexicanos reconocidos cozno buenos gue– rrilleros y que estaban deseosos de acoznpañarzne en un znovizniento revolucionario que tuviere por objeto el derrocazniento del General Soznoza, a quien en México se veía znuy znal después del asesinato del General Sandino y coznpañeros. Adeznás, seña– laba la necesidad de obtener dos znil rifles znoder– nos, quinientas aznetralladoras con sus correspon– dientes parques, así cozno znorteros y bazucas. El aznigo que servía de interznediario entre el Gobierno de Honduras y yo, volvió a cablegrafiarzne a los pocos días de zni respuesfa, inforznándozne que todo estaba preparado y que el arznaznen±o ±azn– bién estaba completo y listo en un lugar fuera de Nicaragua donde yo podría fáci1znente recogerlo y

irasladarlo al punto de deseznbarque que yo esco– giera en las costas del Departaznen±o de Zelaya, y

que un comisionado llegarla con el dinero.

En ese estado las cosas, irascurrieron algunos días sin coznunicación alguna por lo que zne vi pre– cisado a cablegrafiar de nuevo preguntando cual era la deznora en la llegada del coznisionado con el dinero y las instrucciones con respecto a la enfre– ga del arznaznento.

Enfonces fue que recibí un cable en el que se zne inforznaba que el Gobierno de Honduras desea· ba que al recibir la ayuda ofrecida firznara yo un convenio por el cual zne comproznetía que una vez triunfante la revolución el Gobierno Provisional que se estableciera en Nicaragua reconocería la validez del Laudo del Rey de España en el litigio liznítrofe honduro.nicaragüense.

Tal cable produjo en zní una violenta reacción, un gran disgusto y conirariedad, e inznediataznente contesfé ese znensaje diciendo que no estaba dispues– to a aceptar ningún auxilio znediante esas condicio– nes.

De entonces acá znis relaciones con el Gobierno de Honduras sufrieron un coznpleto deterioro, has– ta el punto que el General Tiburcio Carlas llegó a ne– garzne el pase por Honduras cuando de Guateznala resolví regresar a Nicaragua, por lo que tuve que fletar un avión especial que zne trajera a Managua, desde El Salvador, para no volar sobre el territorio hondureño, lo que había prohibido el General Ca– rías.

A propósito de este asunto con Honduras, deseo referir otro hecho, sieznpre relacionado con este país, para que se vea cózno, en muchas ocasiones, la Il\a· la suerie frusira los planes del revolucionario. Cancelada definitivaznenie la cuestión de la ayu– da del gobierno de Honduras a que he hecho referen– cia, surgió poco ±íeznpo después una nueva espe– ranza.

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