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habia sido excelente colaborador de mi Gobierno en la Subsecretaría de Gobernación con el doctor Ra– fael Cabrera como titular. este nuevo nombramiento desperló cieno interés en el Conservatismo que de– seaba averiguar si el Dr. Guerrero Montalván perle– necía a nuestro Partido.

El Doctor Guerrero Montalván me fue presenta– do por el Dr. Rafael Cabrera. hombre que gozaba de toda mi confianza y estimación y de quien estaba seguro le interesaba el buen nombre de mi Gobier– nO. y así como fue él quien lo llevó al Ministerio de Gobernación. así fue él también quien me lo reco– mendó para la Secretaría de la Delegación a Ver– salles. El Dr. Cabrera me declaró con toda franque– za que el Dr. Guerrero Montalván era liberal pero que su preparación y honradez eran sus prendas de garantía. las que yo también acepté como buenas. Debo confesar que a pesar de que hubo alguna inconformidad en mi Partido por el nombramiento del Dr. Guerrero Montalván. éste desempeñó su co– metido brillantemente y mi padre quedó sumamen– ie saiisfecho de su actuación y guardó siempre, para él y su señora esposa. doña Octavianita. la más alta estimación, y yo mismo. desde enionces, conservo las mejores relaciones sociales con ellos.

A esa misma Conferencia de Paz de Versalles concurrió el Presidente de los Estados Unidos. Mr. Woodrow Wilson, con sus famosos CATORCE PUN– TOS, los que fueron aprobados por la Comisión de Paz Internacional pero que también fueron rechaza– dos por el Congreso Norleamericano al regresar él a los Estados Unidos.

LimiJes con Honduras

De esa Conferencia resultó la creación de la Corle de Justicia Iniernacional de La Haya. que re– cientemente dió, con gran sorpresa de nuestra par– te, su fallo adverso a nuestra causa en la cuestión de límites con Honduras.

A propósito de la cuestión de límites con Hon– duras deseo referirme a un incidente fronterizo que causó gran revuelo en aquel entonces. Me refiero al incidente ocasionado por el Coronel F. Barlolomé Ibarra, Jefe Político de Nueva Segovia.

Por motivo de que el Coronel Ibarra había en– viado un pequeño resguardo de hacienda a los ca– seríos de Las Trojas y Potrerillos, de la comprensión de Jalapa. en persecución de conocidos contraban– distas, y por el hecho de haber capfurado a unos de ellos, la Cancillería hondureña envió a la de Ni– caragua una enérgica protesta, manifestando su in– declinable propósito de defender la integridad na– cional.

En la declaración oficial que sobre el incidente publicó el Ministerio de Relaciones Exteriores a car– go del Ing. don José Andrés Urlecho. el 22 de Agos– to de 1918. se dijo que las aldeas denominadas Las Trojas y Poirerillos estaban bajo la jurisdicción y do– minio de Nicaragua. y aun cuando tales lugares le hubieran sido adjudicados a Honduras por el Laudo de S. M. el Rey de España, esa sentencia no había adquirido validez en virlud de las múltiples nulida– des que contiene. alegadas ya por Nicaragua. y que en esta virlud. no era la línea del Laudo la que de– bía regir la jurisdicción fronteriza entre ambos paí– ses, conforme al Derecho Internacional, sino el "sia– ius quo" vigente desde antiguo. antes de que se ini– ciase formalmente la controversia de límites, "staius quo" expresamente aceptado por el Gobierno hon– dureño en noia diplomática de 12 de Agosto de 1895. No obstante estas claras V justas explicaciones el Gobierno de Honduras continuó teniendo por vio– latorios los actos puramente jurisdiccionales del Je– fe Político de Nueva Segovia, llegándose a temer que la actitud valiente y patriótica del Coronel Iba– rra, diera ocasión para que la cuestión del territo– rio en litigio se dilucidara por medio de las armas. Sin embargo. con gran serenidad y firmeza mi Go– bierno siguió el consejo latino de "Si vis pacem pa– ra bellum" (Si deseas la paz prepárate para la gue– rra), dando los pasos necesarios para preparar lo indispensable para un conflicto de esa clase, pero

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sin olvidar los medios pacificos ydiplomáficos para zanjar las dificultades.

Aforlunadamente una franca declaración del Excmo. Sr. Ministro de Honduras en 'Managua, Dr. Francisco López Padilla, cambió, de manera sa:tis– factoria, la faz del asunto, que parecía iomar carác– ier :tormentoso.

A la visia de esa declaración nuestro Minisierio de Relaciones Exteriores dió 'a la prensa un segundo comunicado el cual vino a producir el sa:tisfac:1orio resultado de sosegar los ánimos y revelar, de mane– ra eficiente, la corrección que nuestra Cancillería había exhibido en la emergencia.

Mientras :tanio. nuestro Enviado Extraordinario y Ministro Plenipoienciario. en Misión Especial, anie los gobiernos de Honduras y El Salvador, el doc:1or Salvador Guerrero Montalván, quien había sido nom– brado para ese alto cargo en 29 de Mayo de 1918, y quien se encon:traba en Tegucigalpa, hizo valiosas y oporlunas gestiones an:te el Presidente de Hondu– ras don Francisco Berlrand, hombre pacifisia, de gran espíritu cívico aunque basian:te ajeno a los aje- ±reos políticos. ' ,

El Presidenie Berlrand le propuso al Dr. Guerre– ro Montalván que se acepiara la mediación ofrecida por el Gobierno de los Estados Unidos para ver de solucionar la coniienda.

Aunque yo no estaba enteramente sa:tisfecho con aquella solución, no me parecía iampoco apropiado el repeler por la fuerza de las armas las violacio– nes al :territorio considerado nacional. máxime cuan– do la disposición del Gobierno de Honduras era por una solución pacífica del problema. ' A pesar, pues. de mis vacilaciones opié por se– guir las indicaciones del Dr. Guerrero Monialvan que, según él me afirmaba, llevaban la aprobación del Gobierno hondureño y la anuencia de la Legación de los Estados Unidos.

Se convino, enionces, en que ambas repúblicas retirarían sus fuerzas y escolias de los puntos en que había habido rozamientos y que ambas repúbli– cas enviarían, a la mayor brevedad, comisionados especiales que se reunirían en Washington para dis– cufir un arreglo definitivo de toda la cuestión de lí–

mi:l:es.

Para buscar la solución definitiva de un proble– ma que mi Gobierno había heredado insolufo de administraciones anteriores, especialmente la liberal y nefasta del General José Santos Zelaya, se orga– nizó el 12 de Septiembre de 1918 una Comisión para el arreglo de lími:l:es entre Nicaragua y Honduras an– te la mediación del Gobierno de los Estados Unidos de América. de la siguiente manera. Jefe de la Co– misión, señor don Diego Manuel Chamorro, Enviado Extraordinario y Minisiro Plenipoienciario de Nica– ragua en Washington, Secreiario e Ingeniero, don Adolfo Cárdenas y Colaborador, el Presbítero don Ramón Ignacio Matus.

Esta Comisión elaboró un alegato exhaustivo de la cuestión con abundancia de datos históricos y gran ciencia jurídica que es indispensable para un conocimiento completo de la razón que nos asiste para considerar injusto el reciente fallo adverso de la Corle Internacional de La Haya.

Comisión Mixia de Reclamaciones

Desde el principio de mi Gobierno, tanto el Je– fe de la Comisión Mixta de Reclamaciones, como el Recaudador General de Aduanas, Mr. Clifford D. Ham. me visi:l:aban de vez en cuando y en sus visi– tas yo les pedía que me enviaran un informe de sus trabajos mensuales. En uno de esos informes del Recaudador noté que el gasto del transporle en co– che para ir a visi:l:ar al Presidente de la República era pagado por la nación y no de su propio pecu– lio. así como las a:tenciones médicas a su familia. Por ese motivo dejé de llamar a Mr. Ham a su visita presidencial, mas en una de sus visitas espontáneas me reclamó él que yo no lo llamara, a lo que yo le contesté. "Sí, Mr. Ham, es verdad, pero permita– me explicarle. La causa de que no lo llame es que usted carga en los gastos de la República el pago

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