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« Previous Page Table of Contents Next Page »PREGON DE "LA VAINA"
Pues amigos, la vaina casi iguala al chunche. No tiene, quizá, su utilidad. Desde luego, no es un índice verbal haciendo aparecer utensilios y artefactos disími– les, que es lo que el chunche es. La vaina, en cambio, posee nombradía. Esta exaltada y como sublimada por cierto prestigio dramático. Se acude a el/a para dar distinción, categoría, teatralidad íntima al desáni– mo.
¡Qué Vaina!! -filosofamos, con unanimidad de coro y renunciamiento místico, ante la crisis financie– ra o el derrumbe de las ilusiones. (y quienes escucha– ron así nuestro melancólico apóstrofe, inmediatamente experimentan un impulso de respetuosa identificación hacia el afectado). Por supuesto, especificar un sen– timiento como el que se formula a propósito de, la
vaina, resulta casi imposible. Basta con pronunciar,
en tanto se menea con desconsuelo la cabeza, el ¡Qué Vaina!, escoltado por las bayonetas tipográficas de dos admiraciones, para que quede satisfecha nuestra
F. \RANDULA DEL
"COMOSELLAMA"
"Comosellama" anda siempre por dhí. A la dis– tancia de un ademán, pero escapándosenos siempre de la memoria. Todos han visto a "comosellama" pe–
ro nunca nadie, ¡ay!, sabe su nombre propio. Es el so– cio anónimo de la santa nin~unéría. Como decir: un
amigo de cara conocida y personalidad desconocida ... Cuando alguien saborea el coctel idiomático de inquirir "¿C6mo es que se llama comósellama?" está auxiliándose con la gramática del olvido. Porque don comosellama es la mala memoria o la solución ambi– gua al compromiso de las alusiones indefinidas. Su
gesto verbal está en salir del anonimato permanecien–
do siempre anónimo!
Personaje confuso y tímido, se considera el su– plente más a mano para cuando precisamente no se
quiere explicar nada. Es tan impersonal, tan general, tan nacional, que podemos proclamarlo la variante co–
lectiva, comunitaria, del "funalismo". El funalismo: la familia del fulanito y la fulanita. La fulanita y el fu– lanito, como zutana y mengano, son, a su vez, la fa– rándula completa. Han servido de coro C!I castellano universal. Y así en esa zarzuela del vivir a puro pre·
cuota de drama. El infortunio no necesita, entre nos– otros, otra sobria imprecación. Es como si la infelici– dad se desplomara del cielorraso abajo, dejando incó– lume a la víctima como una estatua de su mism'a des– gracia.
Además de esta hipérbole fatal, "la vaina" tiene usos más caprichosos y contradictorios. Alegremente,
se la ocupa para minimizar situaciones sin mayor tras– cendencia, espantando todo escrúpulo y remitiéndolo a ese cementerio de pobre que son las penas sin tra– gedia.
-¡Puras vainas, hermanos! --es el cordial con–
sejo, superficial y reparador, con que solemos liberar a cualquier amigo de aflicciones de segundo orden. Una especie de fraternidad al descuido. Y así, como por compensación, se producen sedancias benéficas que acreditan a las verdaderas vainas, a la gran vaina, distinguiendo entre pesimismo y la fatalidad. Sí, hay vainas de fondo; vainas que antologizan una forma verbal inenarrable y comprimen lo patético dentro de dos vocablos: ¡Qué Vaina! . ..
Así se rotula la vaina, en nombradía, y sin que el uso popular afecte su elegancia de naufragio irreme–
diable, su resignación a un tiempo vertical y mortal. Si no existiera esta exclamación,. .. si no pudié– ramos estrujar la tragedia hasta dejarla, como fósil de
museo, reducida al vendaje provisional de las pala– bras . .. ¡qué vaina, entonces, para todos nosotros!
texto y PWa excusa, el fulanito y la zutanita, empa– rentddos también con perencejo, resultan los compar– sas de la situación difícil. Lo que en el cine se deno– mina como "extras" de cajón. Utilería humana . ..
Una elegante dama, rubia y ácida como un limón real, me insistía entre risa y burla:
-. -Quiero que Usted me presente a ése comosella– ma. Lo he oído nombrar tanto aquí en Nicaragua . ..
Lo verdad es que indagar sobre comosellama equi– vale casi a hacer espionaje no etimológico dentro de nuestro vocabulario.
La oración perfecta de la lengua nicaragüense, la sintaxis hecha jerog/~fico, sería algo así tan abstruso
como
-/-Ve vos, niñó, decíle a comosellama que vengo o arreglar el chunche que le pasó una vaina-o Esta magistral antología de incógnitas es nuestro síntesis definitiva.
El idioma transformado en nigromancia. Ningún otro pueblo del mundo, aparte del centroamericano que siempre está hablando pared de por medio, podría en– tenderla, traducirla o descifrarla. Talvez ahí, en el re– cinto burlesco y hermético de la expresión, esté el san– tuario del alma nicaragüense. Ser un pueblo en infi– nitivo; un habla que construye su abstracto mediante la incomprensibilidad. Completándonos, circula un
refrán que es toda una mímica: "Al entendido, por
señas; al rústico, por palabras". Parlamos, pues, la inteligencia de las señas: tres exorcismos (chunche, vaina, comosellama) que conjugan o conjuran un idio– ma. Aún estamos en la Edad de lo Magia.
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