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que hace 81der el beso, que el ;mordisco in.voca,
IOh los blancos dientes de la loca boca I
La. enan'lorada esfinge quedará estupefacfa,
apagará la llama de la vestal intacta
y la faunesa antigua me rugirá de BmOl
por esos pechos y por esOS labio,9.
la m.ejor musa es la de CBnle y hueso
La exaJiación de la cm-nalidad tiene su
ápice en los siguientes versos:
Carne, celeste carne de la tnujer. Al cilla
--dijo Hugo-, ambrosía más bien, ¡oh maravillal
Pero la sensualidad aflora en casi toda su poesía_ He aquí dos crudos ejemplos:
Pues la losa sexual
al enireabrirse
COllmueve todo lo que existe,
con su efluvio canlal
y C011 su enigma espiritual
En la ft uta rnisieriosa,
AMBAR, ROSA,
su deseo sacia el labio
y en viva rosa se posa,
mariposa,
beso ardiente o beso sabio.
Esa fruta misteriosa que describe el poe– ta, con sus lan acostumbradas palabras su– gestivas de gran eLecto poético, ~será el sexo o la boca de la lnujer? Nos inclinamos a su– pOner 10 primero, con 10 cual ¡'esulta la es– trofa de una crudeza extrema.
f) -Daría manifiesta en su poesía cierta lendencia a exaltar 10 pagano, dernetitando en coniraste 10 cristiano. Esa tendencia se percibe mejor en algunas de sus crónicas. En la titulada "Nápoles" por ejemplo' se expre– s,,! de la sigu~ente mé?-nera: "Un Dios nuevo, a
<;!uoi hon?, silos viejos, nO han dejado de ser
buenos. Vale esie doliente hombre Corona– do de espinas por aquellos radiantes silenos coronados de parra.. '?
DEFECTOS DE FORMA:
al-Daría yerra al aceptar en. su voca–
bulario, palabras derivadas de otras mas cas–
tizas que denotan la misma idea. Tal defor– mación del vocablo castellano, resulta a ve– ces de mal gusto. Así emplea "florestación" por floresta, "orquestación" por orquesta,
"enflorar", por florecer o florear, "silente" por silencioso, "nubazón" por nubarrón, efe.
Tales palabras pudieran explicarse có– mo muericanismos que el 'poeta incorpora "'– su lenguaje como sucede a veces, peró en la
mayoría de los casos no es así.
bl-Se le censura también a Daría, la aplicación y uso en su prosa, de períodos eor.
físimml con delrimento de la claridad de ex– presión. En tales períodos las ideas quedan
sin relacionarse enire sí, ya que en ellos las
conjunciones brillan por su ausencia. Vea– mos un ejemplo eniresacado del artículo "Lauros" de Monseñor ,Tasé Lezcano y Orte– ga:
Me despedía no sín cierta ínquietud Era ya la noche
Un iranvía eléctrico paró anfe mi visfa
Subí y partí
a)-A veces el poeta incurre en defectos de redundancia de estilo, por ejemplo al des–
cribir o referirse a un conjun.lo, enumera la
parle junto con el todo. El Chimborazo es
un volcán andino y en "Preludio" refirién_
dose a José Santos Chocano así canta:
El sabe de Amazonas, Chimborazos y Andes
Es obvio que la palabra "Andes" com– prende lambién el Chimborazo, ya que perte– nece a los Andes ecuatorianos. De ordinaria en iales casos, la palabra superflua no cons– tituye pleonasmo.
dI-Se señalan también defectos métri– cos en algunos de sus versos. Por ejemplo
ciertos críticos censuran algunas innovacio–
nes que el poeta ensaya con el alejandlino. Tal criterio es discutible.
e l -También se censura en el poela el elnpleo de expresiones e imágenes ian oscu–
ras, que ni sus mismos eJcége±as logran po~
nerse de acuerdo, con respecto a su significa– do preciso. Ejemplo su "Salutación a Leonar–
do".
Maestro, Pomona levanta su cesto. Tu estirpe
saluda la aurora Tu aurora. Que extirpe de la indiferencia la marcha, que gasie la dura cadena de siglos, que aplaste al sapo la piedra de fu honda
y así soberano l'Tlaesfro
del emo,
las vagas figW"as
del sueño se encarnan en líneas tan puras, que el sueño recibe la sangre del mundo morlal,
y Psiquis consigue su elTIpeño
de ser advertida a través del terreshe crisial
Marasso tantea una explicación. En eso
de rIlas vagas figuras del sueño" etc, piensa
él que se refiere el poeta a la teoría espiri– lualista del Renacimienio que sosliene que el
alma, Psiquis, en su descenso llene que en–
carnarse, enlazarse en los repliegues del cuer– po, estar cautiva en la "naleria.
Baste COll 10 señalado para orientar al ledor en la crítica que se le hace a nuestro poeia; como juzgará, si en realidad erró, no fue tan desatinadamente que llO merezca in– dulgencia al evaluarse sus errores.
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