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encontró en tu justicia una ceJeste cuna

y tu Miselicordia le dio dulce almohada

y tu espíritu puro, desde el cristal del río, lleno de brumas y visiones,

ascendió a la Verdad, póstumo amigo mío,

con el ascendimiento de las constelaciones

Entonces, se perfiló más fi,me su personalidad avasalladora de caudilla poético, y ante lo desesperan

za y Ja muerte, van naciendo, uno a uno, sus Cantos

de Vida y Esperanza Surgen los cantos que fijan su condición geopolítica no será el poeta de América, será el poeta ecuménica de todas las Españas Será la voz que clamo por todos los pueblos de hablo his– pana

Cuando los jóvenes españoles ven todo futuro

muerto, él canta "que llega el momento en que ha

brán de cantar nuevas himnos lenguas d~ gloria", que

l/retrocede el olvido y retrocede engañada la muerte"

Cuando escritores advierten que "hay que echarle siete llaves al sepulcro de El Cid", él sostiene todo lo

cantla¡ io evoca olas manes heroicos de los primitivos

obuelos ll

,

Iflos dones, pretéritos que fueron antaño su triunfo", y abomina de "las manos que apedrean las

ruinaS ilustres ll Canta su fe en España liNo es

Babilonia ni Nínive enterrada en olvido y en polvo, ni entre momias y piedras reina que habita el sepulcro, la nación generosa, coronada de orgullo inmarchi–

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y también su fe en

lI

e f COfO de vástagos altos

l robustos y fuertes" que están "tras los mares en que yace sepulta la Atlántida' ."

Asi comienza la cantera de poemas cívicos con los que dirá al mundo la fe optimista, las angustias y la protesto de su América, la que culmina con la Oda a Roosevelt y el polifónico Canto a la Argentina.

y todos lo siguieron Unamuno, que había escri· to un articulo titulado "MUera el Quijote", se tornó en el más fervoroso quijotista, y los que apedreaban

lilas ruinas ilustres", comenzaron a cantar esds ruinas,

y en verso y prosa diero'1 nuevo vida a poetas, monar– cas, héroes, o todos los que erqn dechados de aquellos "dones pretéritos que fueron antaño su triuMo" Por esa época, pi ecozmente apaciguado el fuego y la ebullición d~ l<!l juventud, enltado en la edad re– flexiva y profunda de la madurez, abandona los temas

sensuales y sensoriales, y pensamientos graves, y hon–

dos sentimientos dan nuevo y perdurable tinte a su poesía

Algunas se quejCln de que haya olvidado sus

ninfas, y cisnes y princesas, canciones funanibulescas

de carnaval y boudoirs, temas inéditos en castellano y que tantos tañedores tuvieron por entonces

El contesta

La vida es dUla. Amarga y pesa ¡Ya no hay princesas que cantar!

y ~ás explícitamente

Yo sé que hay quienes dicen ¿por qué no canta ahora can aquélla locura armoniosa de antaño? Esos no ven la obra profunda de la hora, la Jabor del minuto y el prodigio del año.

Yo, buen órbo/, produje a! amor de !a brisa, cuando empecé a crecer, un vago y dulce son

Pasó ya el tiempo de la juvenil sonrisa ¡dejad al huracón mover mi corazón!

y mientras pasan los años y van cayendo en dorado cosecha los versos que formarán sus dos pos– marias de la madurez Cantos de Vida y Esperanza y El Canto Errante, vive de sus colaboraciones a La Na–

ción crónicas de viajes, críticas literarias! ardua y sos~

tenido labor de numerosos volúmenes que desmiente la leyenda de su perenne ebriedad y negligencia

Vargas Vilo, testigo de su vida por esos años

afirma "Vivía de sus correspondencias a La Nación

I

con decoro, con dignidad, con seriedad Daría no fu~

nunca -o al menos cuando yo la conocí- el bohemio profesional que muchos se gozan en pintar Era

atento, ceremonioso, hospitalario, tuvo siempre su ca–

sa abierta, y su mesa servida para sus amigos, si hu–

biera sido adinerado, habrí'a sido el más espléndido de

los anfitriones' I

, Refiriéndose a las injustas e hirientes criticas, el propio Rubén, en la Epístola a Madame Lugones dice

Si, lo confieso soy inútil No trabajo

por arrancar a otro su pitanza, no bajo

a hacer la vida sórdida de cielÍos previsores

Yo no ahorro ni en seda, ni en champaña, ni en flores,

no cbmbino sutiles pequeñeces, ni quiero

quitarle de la boca su pan al compañero

No COnoZCO el volar del oro ¿Saben esos

que tal dicen Jo amargo del jugo de mis sesos,

del sudo!' de mi alma, de mi sangre y mi tinta, del pensamiento en abra y de la idea encinta? ¿He nacido yo acaso hijo de millonario? ¿He tenido yo Cirineo en mi Calvario?

Hizo de París su centro de vida, pero para llenar sus deberes de cronista, y por placer, viajó con fre–

cuencia Bélgica, Alemania, Austria, Hungría, Italia,

Inglatena, viéronle de pe.egrino soñador, buscando sensaciones que gozar y luego trasmitir d sus lectores del Piola

Sólo dos veces viajó por entonces a la América aRio Janeiro y Buenos Aires, como delegado a la cé·

lebl e Conferencia Panamericana, en ocasión en que

escribió su muy discutida Salutación al Aguila y a Nicaragua, en busca de recuerdos familiares y de un nombramiento diplomático, que al fin obtuvo Minis· tro de Nicaragua en España (1907)

Respecto o ese viaje dice simplemente en su Auto· biografío "Hacía cerca de dieciocho años que yo "?

había ido a mi país natal. Como para hac~rtne .o!v,. dar antiguas ignorancias e indiferencias fu~ reclbl~1

como ningún profeta lo ha sido en su tierra entusiasmo popular fue muy grande. Estuve como

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