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LA POLITICA

y RUBEN

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ALEJANDRO REYES HUElE

Autor de "Estam)ll'lll de nUe!lfra historia",

7 de "nllb~n Duío en 8n proJI)",

rias, no obsianie su devoci6n por Homero, Píndaro y Hugo. Se divorció de la corriente

enfenniza de la lírica 8lTIericana enfonces en

boga, la cual, según sus palabras,

"tenía como fin y objeto la celebración de las glorias

criollas los hechos de la independencia y la natu–

raleza ~tnericana: un eterno canio de Junín, una ina–

cabable oda a la Agriculiura de la zona tórrida, y décimas pafrióticas'·.

Si pequeña es la Patria, uno grande ~a

sueña, dijo Daría de acuerdo c~n su propIO sen:lir<Úento. El no vi6 a su Paina con lentes

políticos, ni utilitarios, ni nacionalistas, pues

entonces la habría visto cercenada al sur gra– cias a la rivalidad rencorosa de nuestros an– iecesores políticos, (tratado Cañas-Jerez) e incompleta al norte por aira clase de cegue– ra patriótica, lan funesla como la anterior (Laudo del rey de España). Daría tuvo el

s~n:lido socialista de patria, con sus horizon– tes dilatados hasta donde 'pueden ser comu–

nes los intereses económicos, culturales y es–

piriiuales de la raza.

:En el capítulo de "La Caravana pasa" expresó su opini6n sobre 10 que es la patria, en los siguienies términos:

"La patria no se define por los límites naturales, no se define por la lengua, por la raza, no :liane que ver casi con la géografía, la lingüística, la etnografía. La pafria se constituye ,por el libre y mutuo consentimien– to de hombres que quieren vivir pajo un ré– gimen político y soCial que ,ha", libremente creado y adoptado". Desde luego no puede dirigir el azar o la contingencia del nacini.ien– to esta libertad de escogencia, creadora del régimen que place, suceso extraño a la vo– luntad humana.

El escritor y poeta Pedro Salinas, al co– mentar las diversas patrias de Daría (su pa– tria original, Nicaragua, su otra patria, Chi– le, su Segunda patria, Argentina, su madre patria, España, la patria universal, Francia, todas así llamadas por él) vierte los siguien– tes conceptos, en los que palpita su simpatía por nuestro admirado peregrino infatigable: "Para él patria no es nación. No hay país, por grande que sea, que se ajuste a la talla de su patria. No le llamaría yo "citizen of ±he world" (ciudadano del mundo).

La patria se impone con el nacer, y lue– go casi iodos la aceptamos con el vivir. Ru– bén no desert6 de la suya; ni neg6 ni renegó 10 "natural" de la patria .. , Pero él se "hizo"

La política, deporte sangriento de la ra– za lafinoamericana desde la aurora de su vida independiente, es endémica en los pue– blos que baña el mar Caribe y en el sur de América. El golpe de estado, la guerra ci–

vil, la violación de la Constitución, el fraude

cívico, son hechos corrientes en nuesfra his–

toria republicana. Y los comentarios apasio– nados de semejantes resquebrajamientos so– ciales son el manjar diario que la prensa ofrece al pueblo, envenenándolo con él, for– mándole el hábito pernicioso del desorden obcecado y violento, entorpeciéndole el acce– so a la práctica del trabajo y de las otras vir– Judes ciudadanas. Con 10 que se da razón a Benjar<Ún Franldin y aFeminare Cooper cuando sentaron el postulado de que el con– tacio con los asuntos públicos es una de las influencias más corruptoras a que están ex–

puestos los hombres

De semejante contado huyó Daría con insistencia pertinaz, evitando cuanto pudo esstropear sus alas de cisne en los barrizales de la política de campanario de que tanto gustan nuestros pueblos.

Daría trató las cuestiones vernáculas de modo transitorio e intrascendente, hasta los pájaros y paisajes de su parcela solariega tu– vieron para él trinos y tonos fugaces. ,Su emoción artística y su inspiración poéfica ale<!ml'aron horizontes más lejanós y cruza– ron roares que besan playas de ofro conti– nente, considerado entonces como asiento de la cultura universal.

y como en literatura fue también en su emoción patriótica. El patriofismo no tuvo para él demarcación territorial, la patria no fue la tierra donde nació ni donde yacen sus

antepasados, con su tradición, su historia, su

ascudo y su bandera. Esos símbolos, por cu– yo cullo y defensa existen los héroes y mue– ren los hombres, no hicieron vibrar las cuer– das de su lira con la entonación que sólo da el sentircúento profundamenie arraig-ado en la conciencia. 'Bolívar y Marií, Caupolicán y Ricaurte, fueron fenómenos adr<Úrados sin en– vidia por el epiCúreo nicaragüense.

Cantó con elegancia al héroe cubano, al Libertador, las proezas de Chile, la grandeza de Argentina, las glorias de España, el esplen– dor de Francia, la tradici6n de Tutecotzimí y el secreto del Momotombo. Pero de nuestra independencia, de nuestra libertad, de nues– tra patria nada dijo el cantor de tantas 910-

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