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« Previous Page Table of Contents Next Page »tocino salado, de diez a doce libras de carne fresca, aunque prefieren el tocino salado.
En el Banco de Fod Wellington hay al– gunos cocos cargados y una variedad de ár– boles hutales que fueron sembrados y bien cuidados anteriormenle, y que ahora se dan
silvestres y en abundancia, por ejemplo, pa– payas, marañones, ciruelas Españolas, limas,
ele.; y en lo más espeso del bosque, abun–
dan ofras espec;::ies de ciruelas, manzanillas,
etc que les dan sustento a la launa que en él habita. El pasto se da igualmenle bien, prestando belleza al panorama y para rico sustento del ganado. En la desembocadura del río, igual que en iodos los ríos y lagunas,
se pueden observar ITIlichos lagartos echados
sobre un banco de arena dando la aparien–
cia de froncos ele árbol, de vez en cuando
impregnando la atmósfera con un olor almiz– cleño, que proviene de las glándulas que tíe– nen bajo las piernas, y otras veces silnple– lnen flotando en la superficie del agua, bus– cando alilnenlo.
La hembra del lagarto pone muchos hue– vos en la arena y los ahandona a los rayos del sol para que éslos les den vida - los
vínculos naturales son inexisfenies, porque fan pronfo los pequeños pueden dar DUS pri– rrteros pasos son devorados por los adultas.
Muchos de los naHvos comen la carne del la–
,garto y dicen que es de bl-len sabor; sin elTl–
bargo la bilis es en extremo venenosa y debe ser extraída con mucho cuidado. Se conside– ra que'lc;>s huevos tienen gran valor alimenH–
cio, aunque su sabor almizcleño es abornína–
ble. El lndio Towckas, cuando ve a un la– ga1"±o cerca de la ribera, resueltamenle nada bEljo el agua, llevando una cuerda de manu– faciura nativa con un lazo corredizo en el ex– tremo, hasta llegar al anilnal, entonces hábil– mente le amarra el lazo en la pata, y en el
mismo n1.omenfo, sus cOlupañeros que fienen
cogida la cuerda al otro extremo, tiran con
fuerza, arrastrando rápidamente al lagarto,
al que luego dan muerte.
Se cuenlan muchos relalos acerca de su rapacidad y astucia. Yo me he encontrado muchas veces a poca distancia de ellos, y me han parecido tímidos, porque al escuchar un
grito, se incorporan y corren a metase en el
agua
Dampier dice, que cuando se encontra–
ba en la Bahía de Campeche, al pasar por un pantano, tropezó cOn un lagarto. Gritó pidiendo auxilio pero sus compañeros huye– ron Al recuperarse del susto, cayó sohre otro, y luego sobre un ±er'cero, pero no le hicieron el menor daño.
Una tarde sujeiamos los iniestinos de
un "warrie" a un gran anzuelo para pescar
tiburones, al cual alamas una cuerda, y la amarrarnos del tronco de un árbol cercano a la orilla del agua. A media noche escucha– rnos un gran revoltijo, nos apresurarnos a la ribera, y nos encon±ramos con un gran lagar. to atrapado en el gancho. Nos las ingenia-
mas para arrastrarlo hasta la orilla, pero co–
TIla tenía todavía bastanle fuerza y irataba de
librarse, le disparamos varios tiros hasta ma–
tarlo. A la mañana siguiente Se le carió la cabeza y se colgó en algo alto para atemori_
zar a otros que se atrevieran a acercarse.
Las lluvias aquí no son en nada pareci–
das a las de Inglaterra. Aquí las lluvias, o
más bien las innundaciones de agua, descien_
den con tal violencia corno para innundar las planicies en solo un raio, causando que los ríos suban muchos pies en unas pocas
horas Las lluvias son la única distinción
entre las estaciones La lluvia de prilnave–
ra, como la JlaIl1an, generalmente comienza a mediados de Junio, y dura seis semanas;
la lluvia otoñal, que es sin duda la más abun– danie, empieza corno a finales de Ociubre, y
continúa hasta principios de Marzo, a menos que un viento seco del norte sople, que es
muy agradable y saludable Los árboles per–
manecen verdes lodo el año; no hay frío ni
hielo que les marchite sus tiernos retoños y
choies. He observado algunas especies, ta– les conlO el higo, que botan todas sus hojas
al misrao iiempo, y en cuatro o cinco días ya
esián completamente cubiertos de hojas nue–
van y verdes
Lo más molesto para un extranjero son
los insectos, que son causa de gran lonnen–
jo, porque dondequiera que hay arbustos, hay moscas de algún tipo. Recién llegado a Fori Wellington, sufrí mucho de los ataques de mosquitos, pero después de una estadía de algunos meses, y a medida que se poda–
ba el terreno, dismjnuyeron en número, y me
acostumbré más a sus piquetes y a su abo– lninable zumbido. En dfas calmos, o cuan–
do hacía un vien!o ligero del norte, nos visi– tan las moscas de arena, que en mi opinión
son una pesle peor que cualquiera otra; en
general, eSOS pequeños bichos se encuentran
solo en la costa del mar, o cerca de ella. En algunas paries de la región, un tipo de mos– quito infesta el ambiente; y en otras paries hay grandes canlidades que crían en la tie– rra y caer en un nido de ellos es el infierno. Un tipo de hormiga grande colorada, conoci–
da como "wee-wee, powny" (sompopo) a menudo se interpone en el camino del caza–
dor. Se las puede ver siempre con una gran hoja sobre la cabeza COlno para protegerse del sol. El orden y legularidad que obser–
van en sus movimientos es algo maravilloso.
Hasta donde puede ver el ojo, se ven avan– zando muy derechiJ:os con sus pequeños pa–
rasoles al aire. Se encuentran en gran can–
1idad y sus in<ltin10s son algo sorprendente. Le conviene al colonizador valerse de todoS los medios posibles para deshacerse de ell?s, siguiendo la pista de sus nidos y destruyen– dolos con pólvora, porque son muy destruc– ±ores, y hacen grandes daños en las pla~ta
ciones de cazabe. aira especie es conOCIda con el nombre de "legi6n en marcha", son grandes y negras, y hacen su aparición en
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