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« Previous Page Table of Contents Next Page »pias. El Capitán Bull me aseguró, con mu– cha ceremonia, que la casa y todo lo que en ella había era mío, y que podía echar a su esposa de la casa si así lo deseaba. "Echar a iu esposa de la casa? Hablas en serio?"
"Si, Señor, para servir a Usted", respondió,
con ceremonia imperturbable "Muchas gra– cias, Capilán Bull", le respondí, dándome cuenta de que se tralaba de un cum.plido Es– pañol.
CAPITULO V
Paltida de SClcboyet - Eancos de AICn:l. de Blacl, Rivel - Colón - nIac1c Rivcr - Ru Colonización por los Ingle~
ses y Espaüoles - Lápida e insctÍllcióu - El Relato de los nath-os soble la Expedición de l\lncGregor - Apaliellcia do Black Rivel Desde el 1\1al' - 'l'cClcno - 1¡'Ol t 'VeUillg ton - 'l'emllclatUl a - Vientos - Nortes - Brisa del mar _ Bancos de Alena de nlack Hivel - Laguna - Peces - Atboles Flutalcs - LaJ.,l,allos - Método pma cnpt11l31 a los Indios Towcl<as - Su Timidez en ticHa fit me - CaptUla de un Lagm to - Lluvias - Estaciones - Insectos - Fie– bres IntclInitentes - Requisito de Medicina - Nanfl agio del "Rose" - Muel te de alguuos PasajclOs - Las causas
Corno a las doce p.m. sonó el caracol (usado corno bocina) para anunciar la llega– da de los vientos terrales. Al llegar a la pla–
ya me encontré con un oleaje violento; un
botecito fué arrojado al mar y pudimos llegar hasta la tercer rompiente donde se llenó de agua y se dió vuelta; hicimos otro intento, esta vez en aguas más profundas pero con el mismo resultado, perdiendo un remo y dos cerdos, uno de los cuales fue cogido por un :tiburón. Al regresar a la playa, decidida– mente rehusé enfrentarme de nuevo a los bravos elementos, sin los dos hombres Mos– quitos que estaban en el otro bote, o el Capi– tán Bull, quien llegaba en esos momenlos. En nuestro próximo intento también fracasa– mos, esta vez debido a la cobardía del Cari– be que iba al timón, quien, al ver acercarse una marejada, salió de la embarcación y se fué nadando hasta la p~aya; el boiecHo fué tornado por avante, se Henó y se dió vuelia. En el próximo intento, bajo el acertado timo– neo del Capitán Bull, llegamos a nuestra em– barcación, levamos el ancla rápidamente y nos hicimos a la mar, <¡on un viento tenal que nos impulsaba mansamente sobre las aguas. Cuando nos aproximábamos a los bancos de arena de Black River, el Capitán Jack le gritó al tipo que se había portado tan cobardemente y que ahora iba al limón, "No mires hacia atrás"; y estaba bueno que se lo hubiera advertido porque las olas gigan– tescas a nuestras espaldas parecían alzarse para destruirnos; una de ellas se desató so– bre nuestra popa y casi nos vuelca. "Achi– quen! Achiquen!, gritaba todo mundo y al poco rato ya habíamos pasado el banco de arena, y estábamos saludando a la gente de la Colonia de Fort Wellington, que está süua– da en la márgen izquierda de la laguna, co– rno a dos millas al poniente del Black River; esta laguna mide corno 30 yardas de ancho
Ya se ha comprobado que Colón, en su cuarta expedición de España, descubrió el te– rritorio conocido corno la Costa Mosquita, – el istmo de Darién y las costas adyacentes. El primer punto a que llegó fué el Cabo Gra– cias a Dios; hay una anécdola simpática que se cuenta a eSe respedo, y a pesar de que es
bastante bien conocida; iodo lo que se rela–
ciona con éste hombre tan eminente no po–
drá ser repetido demasiado, para incitar a los
valienies a nuevos esfuerzos, y para dar cora–
je a los débiles: Colón llevaba muchos días
sin tocar fierra, su tripulación esiaba insatis–
fecha debido a la falta de agua y provisiones y ya empezaban a quejarse abiertamente. Colón los apaciguó diciéndoles: "Si no toca–
ITIOS tierra en tres días, daré Il1i consenii–
miento a vuestro enfado y podréis hacer con– migo lo que quisiéreis". La tripulación estu– vo de acuerdo con la propuesta, y pocas ho– ras antes de que terminara el período pro– puesto por Colón, se escuchó un fuerte grifo de "TIERRA". Colón elevó sus ojos al cielo
y exclamó con énfasis: "Gracias a Dios"; y
el Cabo desde entonces ha sido conocido con ése nombre.
Black River, o La Crieva, corno le llama– ban los Españoles, queda a unas 170 millas elel Cabo Gracias a Dios, corno 70 u 80 millas de Trujillo, 60 de Bonacca, 80 de Roatán, y
a 20 leguas al Esle del Cabo IIo¡:¡duras; con un vien.io favorable, queda a 3 ó 4 días de Belize, vía marílima, llegando primero al ex– tremo oeste de Roalán y saliendo de allí por la noche, para llegar al escollo de Glover, etc. por la mañana. Estuvo bien poblado por los Ingleses, quienes tenían su ciudad en la mis– rna margen en que está adualmente situada. En ese tiempo se le llamaba Mosquito Bank, y casi en su totalidad fué preparado para la labranza, con la excepción de una parte pan– tanosa en Benson Creek.
La ciudad comenzó a progresar rápida– tnente, y la mayoría de los habitantes tenían sus plantaciones a alguna distancia de Black River, siendo las orillas de este río muy ade– cuadas para el cultivo. Todo marchaba
bien; se cOITlenzó a irabajar con el azÍtcar;
pero repentinamente se le avisó a la gente que debían salir de allí y trasladarse a otro sifio porque el Gobierno Británico había co~
venido con la vieja España que debían sahr de allí. A partir de mi estadía en esa costa y en el curso de mis muchas peregrinaciones
he conversado con muchos que nacieron en
Black River y que recuerdan con qué tristeza
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