Page 89 - RC_1966_01_N64

lno s Y bebíamos hasia saciarnos, lavándo

!lOS las sienes y ]as rnuñecas. De no ser que ahora iha suhiendo de intensos dolores, can– sancio y lieb~-e ~'tubiera disfruia~o mucho de

los bellos paIsaJes. NUluelos,?s arboles a.l±c;s

e imponentes, cubler±os de hiedras orqulda-ce as' Clue daban flores de las D1.ás esplénc.li.-

, l'" 1 das y bellas, de co ores varlaa.os y 8111gU a-

18

" y' 11."luchas especies de los tipos de árbo- ,;:" , ± ±

les lnás pequeños qne se VIsan cons an 8-meníe El día avanzaba, y lodavÍa nos pre–

gun.rábaTIlos si 1;-abría espelRllza de ~ncon~

Írar nues±ro carrnno, porque nuestro gUla pa–

recía ir rnuy perdido y CO!1.fUSO. f-tin~hn.8n±e

Uegan'los a un lTIanglar b1811 eluuaranado, y después de abrirnos paso <;:on el rnschele por dis±ancia como de una mIna, a veces Etrras– irándonos con lnanar:; y lod1.lJas, en el hÚn1E:– do y fétido pantan.o; oh-as voces por encirna de las enorn1.es raíces del l'nallgle, que nos iInpedía la pasada pOl su giganlesco iamaño,

y porque es.iaban enrrolladas en las LaTinas rnás fanlásflcas; y de nuevo irepando sobre arbustos espesos, que nos Elgllanlaban por el

enmarai=íarnien10 de sus raraas, nos dinl-os cuenta. de que íbamos mal, y IlOf\ vhnos obE– gado3 a desandal· nueslros cansados pasos, casj cavénc3onos de cansancio.

De;' nv_evo comenzamos en dirección l'\for– Esie, tan aproximadan1en:f-.e COITIQ puclin10s calcular, hasia que llegancos a un elevado y

soliiario pino, al que s{:-} subió uno de los Mos–

quitos, y de arriba grlió: "Cásak wop, arwa– ller Barrossa" (Sigan recto, allá está la La– guna); pero ,aún ésla no±iGi~ 1an ale111a~I0.ra

no noS afecto mucho, pareclarnos estar ldto–

iizados, c:ompJelamonje desgaslados por los esfuerzos, y parecía n"laniíjes±o que lban"los a pasal- la noche en los insalubres ITlanglares. Como ya eJa casi la puesla del sol, todo

dependería del esfuerzo que hic iéramos para

negar; así qne siguiendo las instruccionel3 que se nos habían dado, con1.enzamos a ablirnos paso, porque no podíalnoB avanzar sin anles cariar la maleza, porque esfábslTIOS

rodeados de nm±orrales, y de zaca±e allo, de sois, sieio y ocho pies de al±ura. Al lnornen–

fa que el sol se escondía en el holizonte, nOs

las ingenian lOS para Ilegal a la laguna, ca·

mo a una n'tilla del 11Igar en tIue habímnos dejado el "dorey", la noche avanzaba con rapidez, y encontrándonos l'UUY cansados enconirábamos casi imposible abrirnos paso hasta e] silio. Después de l"nucha vaciJacián(

nos pushnos de acuerdo en chapalotear en lo

seco de la laguna hasta Hegar al "doyey",

cOlriendo el riesgo de los lagados y ]os ±ibu lones, de los que había en abundancia, en Vez de pasar la noche en el sucio en insa]u– ?re pantano, atormeniados por mon±ones de lnsec±os. Al meternos a la laguna, el agua s?lo nce llegaba a la barba, y en nci condi–

c~ón de cansancIo, no habrí.a podido avanzar'

SIn la ayuda del Mosquito ncás alfo Evi±an– d? los exlremos del ncalorral, que se ex±en– dlan sobre la laguna algunos pies de dis±an-

19

cia, vadeancas lenl81nen±e, nuesfro guía a la cabeza, y los Mosquitos cerca de ncí, cada uno con un machete para deíenderse en caso de peligro, has±a que llegamos a nues±ro "do– n:-=y"; és le fué verdaderarnenie un Inornen±o feliz, rápidancen±e nos dirigirnos al Cayo Mac MUan, pero no encontramos la eITIbarcación. [Jteocupados y angusfiados por el hambre, y

el pobre guía no ±eniendo que ofrecer– nos rnás que lnaÍz Indio y cocos, nos esfor–

zan"1OS en da.r alcance a nuestros compañeros en Cayo l'/[edia Luna. Sin embargo, con el viento y el mar en nueslra contra y sin fuer~

zas, nos vimos obligados a abandonar el in~

ton..l:o, después de varios esfuerzos infructuo– soa, y regresar donde lv.1:acM.illan para pasar la noche

DOlluirnos en un colchón de hojas, con ü-oncos de n'tadma con'to alncohadas, y el in– nlenso cielo de cobija; hacia el amanecer nle

desperJ:éOl con frío y rnal±recho, el viento del J:sle soplando agudamenfe. De nuevo nce quedé dornlido, y al desper.l:ar, me enconiré C011 qLJe eslaba arropado y cómodo, debido

a qlle los elos fieles Mosquifos se habían des– pojado de sus nlan±as en la noche, al venne ±ernblar, y las habían colocado encima de ncí, lo cual sin duda me salvó de una grave en– fernledad; U11 aC±o así de genuina bondad haLla por sí ncismo. Al desperiarnce com– ple±amenf,e, observé que los dos estaban acor1±ados a mis piés, durrniendo profunda y pacíficamenie "Wi11iam, Ben, levániense'"; ±an pron±o hube pronunciado esas palabras, los dos se incorporaron, y WilliaITl exclamó: "Señor, Ud. no enferITlo, por favor Dios". liNo,

William, gracias a Dios que esloy muy bien; ITlovómosnos y desayunémosnos porque casi

08+0 Y' rnuerto de hambre". "Yo mismo, señor" ( replicó, "hambre denlasiado".

Despidiéndonos de nueslro pobre guía, cuyo brazo herido le dolía en exceso, y pro– metjendo enviarle focino y alguna o±ra cosa por la farde, padincos. Al llegar al Cayo Me– dia Luna, pronto olvidarnos nueslras desgra cias al vernos rodeados de la a±ención y bon– dad con que se nos atendía en todas nues–

-t-cas necesidades; al misITlo tiempo no olvi– clamorJ nuestra prornesa y al poco raia en~

viarnos un pequeño bote con provisiones pa·· ra nuestro buen guía.

Bonacca, lJarnada por los Españoles "Guanaja", ncide como nueve millas de lon–

gil ud, y cin ca o seis 1"1"'1i11a8 de ancho en su parte más ancha; es±á cubierta de colinas,. que producen mucha ncadera valiosa, y

en los ricos valles y férliles praderas se dan ncuchos árboles fruiales de varios ±ipos. A la orilla del agua, en muchas paries de la isla, se encuentran nurnerosos cocos, pero pocos e11 el inferior, y sin duda han sido sencbra– dos por la mano del hombre. En un sitio

en parljculal."', en ITledio de la isla, que se ca..

nace con el nOlnbre de Jardín de Cocos, eS eviden te que de an±año fué cuidado meficu– losamenie. porque adem.ás de los esbeltos co-