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poco antes de la Navidad, las mujeres con· tralan varios botes de vela y los cargan con

arroz, frijoles, ñam.e, plátanos, etc... con des–

tino a Trujillo y Belice, y coni.ralan a sus ma–

ridos y a airas como marineros. Es la usan–

za, que cuando una mujer no puede realizar

todo el trabajo requerido en la planiación,

conlra±a a su marido y le paga dos dólares

por selnana Las mujeres recorren dislancias

considerables hasta sus planlaciones, y aca– rrean sus productos en una. especie de cesta

de münbre. Y he sabi.do que recorren a pie de más allá de La Aldea de Monkey Apple hasta Fort ""ellington, una dislancia de clla–

renta lnillas

l

para carnbiar sua cesios de pro–

visiones por sal, calico, eic Los hombres las acompañan en sus excursIones de comercio, pero nunca jamás llevan ]as cargas, por COlJ.–

siderarlo una faena demasiado inferior pa–

ra ellos. En la época seca, las n"1ujeles reco–

gen leña, la que amontonan en un lugar bien

protegido, para que esté lisla a usarse en la

época de los húmedos vien±os !'lor±es La in–

dusiria y precaución son cualidades peculia– res del cal'"ácier de las rnujeren Caribes, y po·( consiguienie se rodean fácilrnell1:e de las co–

sas necesariar;; y hasja de cOlnodidacles.

Los hornbres pueden picar y sembrar,

cazar y pescar, consiruir una casa cón10dr3., construir un buen bote, hacer las velas, etc;

algunos son buenos ~aslres y airas buenos carpin±eros; en resumIdas cuentas no se pue–

de hanar un conjunto más útil de hombres. A menudo van a los vari.os trabajos de caoba en las cercanías de HOlnán RIver, Lymas Hi–

velO TruJ'illo a Belice, y ofrecen sus servicios , ,

como cortadores de caoba, para lo cual estan

muy bien adaptados por su fuerza y activi–

dad; se ernpJean por 5 Ó 6 rneses,

El veces

mas, par 8, 10 dólares al n1.es, lnás sus ,"acio–

nes. Yo he conocido a cmibes de habilidad manual superior, entendidos en el ar1e de

coriar caobo, que ganan tanio COITlO 15 Ó 16

dólares por mes. Al tenninar su compromi–

so, regresan a sus hogares cargados de aro

iículos ú1iles, e invariablenlente bien vesti– dos. Y ví a un Caribe de Cape Town que acababa de regresar de Belice, alaviado con un par de bolas de lona, sombrero blanco,

leva negra, pantalones blancos, una cami.sa

a todos colores, un pm de espléndidos tiran– ies y un paraguas. Sucedió que su leva era de un estilo muy ajuslado; y conlO parecía eslar muy incómodo, le pedimos que coria– ra una piña, lo cual pudo realizar después

ele val ios esfuerzos vigorosos,

Los caribes cultivan la caña de azúcal y afinnan que el ierreno está bien adaptado pala su cuHivo; yo mismo la he visto de 16 pies de aHo, y proporcionalnlenle espesa, en la planiación del Capitán Samboler en el Río Zacharias Lyon. Los Caribes cuHivan el ta– baco en pequeñas canlidades, al igual que los Mosquitos en Patook, pero aun no han descubierio la manera adecuada de secarlo; el iabaco de una de las tribus tiene sabor a

heno seco, y el de la otra es tan fuerte que

ocasiona roa10s síntomas a los que no están

acostumbrados a usarlo. Si se adoptara el método adecuado de preparar el tabaco, este

podría converHrse en un artículo de exporta–

ción. En el inlelior, enfre los españoles, se

produce nna cantidad grande, y es llevado a Trujillo en mulas para venderse. De una parte del de superior calidad se sacan los pu– ros, doce de los cuales se pueden obtener por el precio de "fivepence" en efectivo; y ires docenas de "cigarrilos" por el mismo valor. El mejOl- tabaco de estos no se puede compa– lar en sabor con el de Habana, debido al lné10do de humedecerlo y secarlo que prac–

lican los Cenlroamericanos; pero es igual en

lo que se refiere a calidad y tamaño. Los na–

livOG de la Casia Mosquifa son Inuy apegados

al uso del tabaco hasla un grado exagerado, y si no lo pueden conseguir, hacen uso de las

hojas del árbol de "trompeta" y " pahah", las cuales recogen y usan como sustituio, cuando

han sido suficienlemenfe secadas por el hu– !no a fuego manso,

El rnéJodo de ahumar, aunque se diga lo conlrario, es de gran utilidad en los climas cálidos y húmedos; en verdad, que es allí donde se necesita n.,ás. En la Costa Mosqui–

ia ea ú!íl como defensa conira los insectos, y

yo creo que con1ribuye a mantener la buena salud. El consejo que he recibido siempre

de viajeros con experiencia ha sido de con– formarse, donde quiera que uno viaje, al mo–

do de vida y usanza de los habitanles nati–

vos de la región

Las casas de los Caribes son todas muy bien construídas; los pilares son de madera de

hjerro (iron wood), de "subah", etc., las vigas

y as1iles de "Santa María"; el techo de cola de mllano (especie de espiga de ensambladural o de "cahoon", y entretejidos con tablas de un árbol especie de palma; tienen aperturas

para venIanas con coniraventanas, las cuales

se cierran por la noche con ll1ucho cuidado,

para evitar la entrada del vienio terral. El

hecho de que las casas Caribe!J son siempre

abiertas a ]a brisa del mar, y siempre cerra–

das en dirección a los terrajes, es sin duda la prIncipal causa de la salud de sus aldeas; gran parte también se puede atribuir a su limpieza y a la abundancia en que viven.

Los ancianos son mantenidos por sus hi–

jos u oiros [aITI.iliares, y son iratados y consi–

derados con mucho respeto, disputándose los niüos enlre ellos a ver cual les demuestra más efec1o. En loda aldea Caribe andan am– bulantes correteando numerosos cerdos y

avas de corral porque la gente prefiere ha– cer sus plantaciones, a distancias hasta de 5

millas, que encerrar en chiquero a los cer–

dos, lo cual se verían obligados a hacer si las

planladones estuvieran cerca; porque los cer–

dos en sus andanzas las enconfrarían y cau– sarían mucho daño. Esos celdas, cuando son

engordados, son enviados a Trujillo y otros lugares para la venta.

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