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de un grado de civilización mucho más infe–

rior, conocidos como Indios salvajes, porque,

al igual que los Arabes, se rnueven de un lu– gar a oiro a su antojo, haciendo plantaciones,

que en el curso de unos meses visitan de nue–

vo, para cosechar los ft utos. Esos Indios sal–

vajes recogen miel, colorantes vegelales, zar– zaparrilla, y oiras cosas, que dan a sus veci–

nos más civilizados a cambio de ganchos, machetes, arpones, pintas de lanzas, eic. No tienen relaciones de ninguna clase con los Sambos, y es solo debido a que no pueden vi–

vir sin los artículos que hemos enumerado,

que visitan la región de los Poyer.

Uno de esos Indios salvajes, nos fué traí–

do en un pipante, por razones que nunca

pude averiguar. Era un hombre allo, de apariencia fuerle, pero tírnido conlO una lie– bre; al escuchar nuestras voces pareció tem– blar y si se le quedaba mirando fijamente, temblaba de terror. En poco tiempo se recupe– ró de su consternación, y cuando le hice rega– lo de algunos ganchos y olros pequeños obje–

fos, se arrimó para verlos caufelosatnenie,

pero sin atreverse a levanlar la vista. No dió señales de sorpresa con nada de lo que se le

Inos±ró, ni aún un espejo pareció encerrar

encanto alguno para él; parecía estar sumi– do en el asombro que le causaba ver tantos roslros pálidos, que quizás tomaha como pro– vinientes del más allá.

Había traído consigo unas botellas de fa– bricación rudimeniaria ll<;>n"s de l'triel; que yo tomé, y al darle un machete a cambio, sus ojos brillaron de satisfacción; y es evidente que se sintió conmovido J?orque ningún ser viviente ha dado tan intensas muestras de gratitud.

A las pocas horas pqrtieron, e induda– blemente los c0111pañeros le dijeron muchas cosas acerca de los Ingle,.es en su lenguaje nativo, porque cuando los Poyers nos visitan, todas las negociaciones se hacen en idioma Mosquito, que la mayoría de ellos compren– den. Los Indios que viven en las riberas del Seco, tienen más o menos el mismo carácter que los Poyers.

Los Towckas son bien conocidos por sus industrias y su mansedumbre; generalmente hablando, son una raza de hombres superior a los Poyers o a los Secos; hablan siempre en voz baja y con educación, y tienen aparien– cia de mucha genlileza y 111elancolía; pro– nuncian la "S" en casi todas las palabras Son famosos por sus "doreys" y pipanles; su

residencia principal es en el origen del río Patook. Hace tres o cuatro años, el General Lowry se llevó como a 25 de Patook, y los si– tuó a alguna distancia río arriba del Black River, contiguo al Río Polyer, con el propósi_ to de que se construyeran "doreys" y pipan_ tes para dicho río; sin embargo, desafot'funa_ dSl11ente debido a Ulla enferrnedad descono_

cida, no hay InflS que nueve o diez viviendo

que desean regresar a su lugar de nacimien~

lo. Los Towckas, al igual que las airas iri– hus, tienen un alto nivel de fé y hombría de bien, y también son famosos por soportar grandes pesos y cargamentos. Son muy há– biles para coger a los pájaros en el ala con un flechazo; y se adaptan bien a todo lo que requiere sagacidad y resistencia. Es asom_ hroso ver el poco valor que esos Indios dan a su lrabajo; por ejemplo, dan un "dorey", o un pipante a cambio de un machele o una hacha o dos ollas de hierro, etc sin ponerse a pensar en el liempo increíble que gastan

en su consllucción. SielTlpre se pueden Con–

seguir "doreys" y pipantes en la aldea que está en el origen del Río Patook.

Los Indios Seco proclaman que, los ríos más allá de la gran calarata están cundidos de cedros y caoba, y grandes praderas, pero yo no creo mucho en la exactitud de lo que proclaman, aunque e11 realidad no hay razón para no creerlo puesto que siempre la región ha lenido fama por el valor de sus maderas. Las caiaratas en el Río Seco comienzan en el primer día de viaje; los Indios calculan que la gran catarata dista El dos "dormidas" y media. Los Indios recogen mucha zarzapa– rrilla, y la nag-ocian con los Sambas; estos úl– timos le ponen el precio a cada moño de zarzaparrilla y dan por ella a cambio algu– nas cuentas para collar, un gancho, machete, elc. que los pobres inocentes reciben con fé absoluta. Los Sambas entonces la llevan en sus "doreys" a Tnljillo, donde la venden a 3

Ó 4 dólares por arroba (equivalente a 25 li–

bras Inglesas) recibiendo dicho valor en di– ferentes productos. La cantidad de zarzapa– rrilla en el interior debe ser enorme; cuando estuve en Trujillo, me dijeron los comercian– tes de allí, que un Español acababa de bajar de lo alto del Río Romano o Limas, (no re– cuerdo cuall. como con ochenta arrobas de zarzapanilla, que había recogido con la ayu– da de unoS cuantos Indios, pagándoles una nliseria por cada moño que recogían.

CAPITULO VII

Terremoto - Huracanes - Un Viento NOl-oeste - Rayos - La Acción del aauo ..- Descripción de Dlack niver

- Albolerlas de Pinos - Plantas de lCI1OIIo - Cuel vos machos - Un viejo elmo - La Situación de un Inglés - In~

sectos - Bananos - CazadOles - Río Polyer - Ramas desgajadas - Colina del Mono - Aguas termales - Embar· cadclo - Nuevo EscenalÍo - Ausencia de Insectos - Acampamiento - Aldea India - Corte dé Caoba - Córtiente

- Hospitalidad India - Dcsilueión - El teueno - PcIiglO de descendcl ell ulla Itlttudadón - Pájalos - Caminos de CazadOl'es - El uQualmo" - uCuL'assow" __ Curiosas circunstancias al respecto _ u'VBuie" _ llBecaryU - Mo~

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