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« Previous Page Table of Contents Next Page »trecho, y en el.invierno, á causa de la veloci– dad de la cornente, se sube agarrándose de 1
ro ramas de las márgenes, en una palabra, :;y frecl.lentes ejemplos de piraguas que han dilatado mas de 30 dias de San Juan del Nor– te á Granada. La n&vegacion por medio de
b~:tes es mas pronta, pero todavía mas incó–
moda, Y mucho lTIaS insegura.
Cuando las personas impedidas hasta el punto de no poder montar á caballo se en– cuentran en la obligacion de viajar por tie–
rra, caso de que el camino no sea carreÍero,
tienen que hacerse llevar en una hamaca por dos hombres; las mujeres que no saben mon– tar á caballo se hacen llevar por delante por alg un jinete. Si el camino es carret<:ro, el viaje se hace en carreta. Las del palS son siempre tiradas por bueyes: se componen de un cuadro de madera atravesado de punta á punta por un pérdigo al cual se uncen los bueyes por medio de yugos. El fondo de la carreta descansa directamente sobre el eje; las ruedas son casi siempre formadas de una
rodaja m.aciza de n'ladera. Para viajar, se
entolda la carreta por medio de bejucos y de cueros. Se concibe que un viaje en semejan– te vehículo se parece muy poco á una parti– da de placer.
Cuando se llega á Managua, Lean ó Ri– vas, puede uno apearse en un hotel: los hay iambien en los puertos de mar. En todos los demas pueblos es preciso informarse, y bus– car una casa privada en que, mediante retri– bucion, consienten en recibir al viajero. El> indispensable hacerse acompañar de un cria– do para cuidar las bestias. En general, todo el mundo anda armado, aunque ya hemos dicho que los caminos están libres de malhe– chores. Muchos llevan sus provisiones y las comen á la orilla de un rio. En las ciudades nunca faltan en la plaza mujeres que ven– den comestibles y "baten el tiste" tradicional. La caza y la pesca no se consideran como di· versiones, los que las practican lo hacen por oficio. No se sabe comer la caza, ó por lo menos no se considera como una cosa supe– rior á la carne de todos los dias; ademas, es menester pasar muchos trabajos para perse– guir algunos animales. Solo el Indio se atre– ve á entrar en el monte, enteramente desnu– do para quitarse mas fácilmente las garrapa– tas; se abre un piquete a machetazos, y sa– be esperar pacientemente y en silencio horas enteras en algun acecho, devorado por los mosquitos, y expuesto á encontrarse con un tigre ó alguna culebra, y todo esto para ma– tar un venado, de cuya carne hace casi siem– pre tasajo, y cuyo cuero vende en unos diez reales.
No hay carreras de caballo propiamente dichas, en ciertas épocas y en ciertas fiestas, los jóvenes se juntan para lo que llaman "co rrer parejas". Reunidos todos montados en
Un punto designado, se desafian dos por dos
para recorrer una distancia de :3 á 400 varas, y jugar á quien llegará primero.
La talabarteria y adorno de caballos no presenta nada de especial. Todas las bestias se montan cuando son todavía demasiado jóvenes, y por esto tienen la piel de los lo– mos muy delgada, ademas, se sabe que este defecto es congenial, y que una bestia naci– da de padres que tuvieron mataduras en los lomos, tiene aquellos muy delicados; sea lo que fuere, se ve uno obligado en Nicaragua á interponer entre la silla y la bestia cierlo nú– m.ero de "sudaderos". La s111a del país se parece algo en su forma á la mejicana; pero las personas lÍcas tienen sillas inglesas. En el C61TIpO se usa la albarda.
He dicho, al hablar de los animales, lo que pensaba del caballo y luego del ginete nicaragüense. Los sabaneros de las hacien– das de ganado tienen aquí esia solidez extra– ordinaria que se nota en todos los de Améri– ca, pero están muy lejos de haber hecho en el arte de emplear el lazo los progresos que se observan en otras parles.
El veraneo se limita á ir á pasar anual– mente algunos dias en una hacienda. He di– cho ya que el campo es muy hermoso; sin embargo, el calor, los insectos, la falta de ca– minos, y sobre todo las pocas comodidaes que presentan los edificios de explotacion de las quintas, todo eso impide gozar de las be– llezas de la naturaleza. Se acostumbra tam– bien, en ciertas estaciOl~es, ir á los baños de mar en la costa del Pacífico, como tambien ir á las fiestas de los pueblos del departa– lTIento, de las cuales algunas tienen mucha fama.
Quedan las diversiones interiores; pero el lector ha podido prever ya que no deben
ser rn.uy variadas: son pocos los jardines, si
los hay verdaderamente dignos de este nom– bre; pocas ó ninguna las pajareras, sin em– bargo, en muchas casas se encuentra un lo–
ro, y á veces un mono. Los perros no son
educados para la caza.
Hay muy pocos librQs, ningun museo, ninguna coleccion de historia natural ó de cualquiera clase que sea. De todas las bellas artes, la única que se cultiva un poco es la
música.
Quiero decir música insfrUlnental para los hombres y piano para las señorilas. Em– pero seria fácil coniar los pianos que hay en la República; no deben pasar de veinte. En general gustan los :lrozos alegres y bailables, en que se necesita lTIaS bien el brillo y el com– pás que el sentimiento artístico. La música vocal no se enseña formalmente; pero poco mas ó menos todo el mundo canta, sobre to– do las mujeres del pueblo. El metal de la voz parece mas bien de la garganta que del pecho; las noias agudas se hacen en tiple, y se esconde el verso con una interrupcion tan larga entre las sílabas, que las palabras á veces son enteramen:le desfiguradas. Se
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