Page 102 - RC_1965_09_N60

This is a SEO version of RC_1965_09_N60. Click here to view full version

« Previous Page Table of Contents Next Page »

es la del río San Juan, por el cual se llega hasta el gran lago. Pero en cualquiera ruta que se escoja, la fisonomía del país es la mis– ma: presenia en primer lugar una costa ba– ja y algo pantanosa con una bordadura de cocales, iras de los que se perciben, á lo le– jos, las endentaduras de las cordilleras. Los únicos habitantes son algunas familias espar– cidas de Zambos-MosquHos, que viven de ca– za y pesca.

Luego las márgenes empiezan á elevar– se insensiblemente y el rio corre entre dos espesas selvas, que de cuando en cuando se interrumpen para dejar la vista recorrer in– mensas sabanas sembradas de pequeños gru– pos de pinos ó de palmeras.

Esta segunda zona es casi despoblada, y las únicas voces civilizadas que han pertur– bado el silencio de aquellas soledades, son las de los carladores de caoba, ó las de los "huleros". Las sabanas, que pudieran ali– mentar un sin número de ganado, abrigan solo animales salvajes que se muHiplican en paz á la sombra de sus pingües repastos.

Se llega así á los primeros raudales: en– tonces cesan las sabanas, y la selva profun– da reina sola sobre ambas márgenes. Es siempre tan vírgen, .tan oscura corno antes, pero tiene menos bejucos, y es mas fácilmen– te practicable¡ las clases de árboles tambien cambian y los troncos son mas elevados y recios. El relieve del suelo empieza á acci– dentarse, y numerosos afluentes acud~n de los valles laterales y entran en el rio princi– pal por medio de lechos encajonados y to– rrentosas. Allí empiezan las poblaciones de Indios no civilizados, cuyas tribus ó aglo– meraciones se extienden hasta la cordillera. La temperatura es mas suave, y el suelo es de una ferlilidad exfraordinaria, por lo que se ve de los producios de las cuHuras rudi– mentarias de los indígenas. Los recursos de la caza y de la pesca son inmensos..

Arriba de los raudales, los rios no son navegables sino por "pipantes", y, al pié de la cordillera, cesa toda posibilidad de nave– gacion. Exceptuaremos el rio San Juan que se sube en vapor hasta el lago¡ en los otros rios, es preciso abandonar el bote é internar– se en los "piquetes" poco practicables de las selvas. Esta continúa con el mismo carácier tan notable por la elevacion y la reciHud de los troncos; pero el exámen de la constHu– cion mineralógica del suelo absorbe luego toda la atencion. Los terrenos de aluviones han cesado, y, en su lugar aparecen esas ca– pas metamórficas, alternadas con arcillas, y que son, para el geólogo, el indicio seguro de la proximidad de yacimientos metalíferos. Arroyos intermitentes, quebradas torrento– sas se encuentran á cada paso, y las arenas de su cauce, no solamente auríferas, sino tambien cargadas con parlículas de varios otros metales, indican que los árboles gigan– tescos que rodean al viajero hunden sus rai-

ces en un suelo que encierra un "El Dorado". El aire es fresco, las noches son frias, la llu,. via reblandece la arcilla pegajosa de los ca– minos; algunos pasos mas, y llegarnos á la cresta de la cordillera!

Por cualquier cuello o portillo que se pa– se del declive oriental al declive occiderital, es raro que el espeC±áculo que se ofrece re– pentinamente al viajero en alg\1na vuelta del camino no le arranque un grHo involuntario de admiracion. A sus piés se extiende una zona angosta y accidentada que se parece á las olas de un mar furioso, que hubieran si,. do solidificadas de un solo golpe, y, mas ade– lante, una inmensa llanura se prolonga há– cia el horizonte donde se confunde con el Pacífico que la conHnúa. En medio de aque– lla planicie, resplandecen los lagos, y de N. á S. corren los conos regulares y agudos de los volcanes, disimulando sus bases en una atmósfera brumosa y coronando sus picos con inmensos penachos de nubes.

El descenso se opera por caminos un po– co mas .transitados, y, por rudimentarios que sean, no dejan de anunciar que se ha salido de la parte salvaje para entrar en la parte ci– vilizada del país. La selva ha terminado¡ es el reino de la piedra. Todo anuncia la en– trada á una region esencialmente volcánica y que debe haber sido, en el período de su actividad, el teatro de convulsiones tremen– das. La fisonomía de la comarca es la de una serie de circ0l> basá1±icos consecutivos, y, el fondo de cada uno de ellos, está cubierto de una yerba carla que se utiliza para criar el ganado. En algunas parles, árboles de "jícaro" han podido nacer y desarrollarse en este suelo ingrafo, y animan un poco la pers– pectiva con su finosonía original; el sin nú,. mero de plantas parásilas que viven en sus ramas la amenizan con sus flores extrañas. Sin embargo, los rios que corren hácia los lagos alimentan en sus orillas una doble fila de árboles frondosos. Cuando hay selva, es por pequeños "manchones", y, todo lo que no es zacaie es un monte cario y débil.

El viajero vuelve luego á senfir el calor, pero no encuentra ya lodo, sino en el invier– no, cuando estos rios, completamente secos en el verano, se hacen torrentes infranquea– bles, y cuando los de aquellos circos que es– tán sin desagüe Se convierien en pantanos. A veces atraviesa una ciénaga toda entrecor– lada por hendiduras profundas del suelo. En seguida deja de encontrar colinas y Hene an– te si el horizonte. En verdad, la selva vuelve

á aparecer espesa, espinuda, toda trenzada de zarzales y bejucales; pero sobre un trecho muy cario; de repente cesa y aparece la bal– sa radiosa de los lagos.

Es preciso embarcarse¡ la navegacion se– ría encantadora en embarcaciones mas có– modas que las canoas indígenas. Sin embar– go, á pesar de su mala construccion, no ofre– cen peligro, y los anal~s de los lagos han re-

67

Page 102 - RC_1965_09_N60

This is a SEO version of RC_1965_09_N60. Click here to view full version

« Previous Page Table of Contents Next Page »