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« Previous Page Table of Contents Next Page »toa rápidamente en la conciencia. de nues– tros visitantes, hasta el punto de que lo es– pañol, de:;1de los libros a los muebles, desde el aprendi;mje del idi?:rnCJ- ,al baile folklórico, ha alcanzado una co±1zac~on en el mundo oc– cidental que no podíamos ni siquiera sospe– char hace diez años ,Ello SP. ha debido, no nos engañemos, al fer¡qmeno hlrístico, y a la gran cifra de las gentes que han visitado Es– paña para COnocer su verdad, para saber quizá tras siglos de incomprensión, su exac– ta y profunda dimensión.
Cuando vernos cada año la riada de ha– bitantes .extranjeros que vienen a pasar sus vacaciones con nosotros dudamos seIiamen±e de que podamos entrar en conflicto de nin– guna clase con dichos países a cuyos habi– tanres querernos y de cuyos habitantes nos hacemos querer.
Quizá pueda parecer excesivo el énfasis de éstas afirmaciones, dados los límiies :toda– vía reducidos del fenómeno turístico; pero si penSarnos en el :rnan:tenido crecimiento de és– te, si convenimos en que se tra.ta de un pro– ceso irreversible, porque está íntiroa y direc– tamente ligado con el crecin,ienio del nivel de renta de los 4isiin±os países, si imagina– rnos el mundo del futuro próximo con un in– sospechado perfeccionan,ien±o de los "medios de transporte no es aventurado suponer un auge inconcebible hoy del turjsm_o.
La posibilidad en este momento de que; el cQnQciuúento de un país sobre olro sea más ínfimo, más humano, y más comparfi– do por la honesta opini6n pública, alumbra– rá en el terreno de -las relaciones un nuevo esquema mun,dtai eJ;l el que habrán quedado proscritos toda una serie de roces que plan– tea ahora el-desconocimienfo básico que ca– da país tieÍ{~ de airo.
Pero e$±e aspecto polifico, meramente subjefivo, envuelve airas de caraC±er eco– nómico y comercial que completan el cuadro de las relaciones. El turista Se interesa por las obras y los productos del país que visita y el renglón de venias de esios producLos, que no se reflejan eh. las estadísticas adua– neras- desde las prendas de veE!iir a los dis– cos, pasando por foda clase de souvenirs– es muy grande y ejerce unos efectos de pu– blicidad mul±iplicados al ser utilizados en los países de origen del iurismo. Una nueva partida de exportaciones invisibles viene así a engrosar la balanza comerdal clásica. Y queda la culfura, el inierés general por el país que se recuerda, el deseo de un conoci– miento mayor de una lengua que va apren– diéndose, el interés por sus monumentos, por sus libros...
El gran abanico de las posibilidades del iurismo eslá sólo medianamenie desvelado, pero con eslos breves toques queda ~nirada
su importancia y lo extenso de su =pacto político.
5.--lmportcmcia EconómiCa del Turislnó
El turismo se encuenira ínfiman,ente li– gado a una serie de lactares .económic~s in– ternacionales, por 10 que su nnpodanCla ~n
este sentido es enorme. El consumo, la ~n
versión, las transferencias de n,oneda ex±ran– jera la distribución, la localización regional etc. 'etc son los sedares econóuúcoS, entré airas, de la vida moderna que se encuentran influídos en rnayor o menor grado por el tu–
rismo.
Unos nueve mil millon.es de dólares ha sido renta generada por ese exiraordinar~o
flujo humano que, abandonando su propiO país se ha lanzado _a dar conte~ido a su "ocio" duranie el ano 1963; el Incremen±o sobre el año anterior, en el que se produjo U11 volumen de gasios ±urís licos de siete mil novecientos ochenta millones de dólares ha sido del 13 %
• No debe exirañal- que el brillo deslum– brador de éstos miles de millones de divisas haya impedido, generalmenie, valor:=tr los efectos sociales y culturales que el iuns±a ha inducido recíprocamente en los países visi– ±an:te y visitado.
El interés· enorme que se ha tenido siem– p1'e por los proJ::¡lemas de comercio interna– ciona1 ha descansado fundamenialn1en±e en la carencia secular de divisas, que ha ago– biado a tantos países; principalmente a aquellos cuyo desarrollo de produc::ción del sector secundario e industrial es baJO, y que han visto coniinuarnen±e deteriorarse su re– lación real de inlercanLbio, puesto que eran oferen±es· exclusivos de productos agríqolas o ex±ractivos del sector primario.
}'1ás, de pronto sin que se modifiquen las estructuras comerciales, aparecen unos mo– vimien±os de divisas que se reciben con sor– presa y hasta con incredulidad, esperando en algún momento el amargo despedar de ese sueño dorado. Y el creador de esta auién±íca revoludón financlera internacional es el turismo, así pues, no podernos negarle
Su carácier revolucionario en este aspecto.
Las divisas extranjeras ingresadas, con la capacidad de compra que proporcionan, cón la poiencialidad de inver:siones e impor– taciones que conceden, han s~do el c;:enh o de la consideración económica del iUrIsmo, pe– ro es que ellas por sí solas no agotan el cam– po de las posibilidades, ~in~ que hay ?±:as ll"luchas actuaciones econonucas que ong~na
y que es preciso ponderar debidamente. . El turismo es un facior de desarrollo económico nacional por cuanto, originl;l un incremento del consumo en los países reS– ceptivos, pero es que además del efed? di– recio que ha tenido soJ:>re la_Renta Nac~onal
de los misznos, es preCISO senalar que a ±ra– vés del efedo "acelerador" produce una ele– vación de las inversiones en el conjunto de le industria( principalznente turística, hos±~~
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