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valle que se extiende desde el cuello del Cas– tillo aguas arriba, hasta el lago en el punto llamado San Carlos; 29 cuello de la cordillera cambiado por las circunstancias en un lecho de rio, pero embazando este lecho de peñBs– cos y raudales¡ 3 9 cauce de las BgUBS en el valle correspondiente Bl cuello del Castillo (lado de orien±e) hasta su confluencia con el rio San Cárlos; 4 9 el rio San Cárlos desde dicha confluencia hBs±a su union con el rio Sarapiqui; 59 el Sarapiqui aumentado de ±o– das las aguas que acabalTIOS de enumerar hasia su embocadura sus embocaduras) en el mar.

Cuando se sube el rio San Juan se ve cla– ramen±e, al llegar á la confluencia del Sara– piqui, que este es la arteria primitiva y prin– cipal. De aquella confluencia por arriba, el San Juan cambia de aspedo, sus márgenes no parecen las de un rio de primer órden, y

aguas arriba de la confluencia del San Cár– los tienen mas bien el aspedo de las de una quebrada, á pesar del caudal de agua que encierran

Se puede ahora notBr que "de intento" ha)::líamos cometido un error, pero un error necesario para la inteligencia científica ele este interesante sisleIna, cuando designamos la gran cordillera nicaragüense como for– mando pade de la gran línea general de di– vision de las aguas en América. Gracias, á la farmacian anormal de un vaslo receptácu– lo interior, en el cual las aguas del declive occidental destinadas primitivamente al Pa– cífico Se reunen para ser llevadas al A±1án±i– co por el desaguader<D del San Juan, la ver–

dadera línea de division de las aguas de Ni– caragua deja de seguir la cresta de la cordi– llera principal en el cerro de las Tablas. Des– de aquel punto se dirige hácia el Sur en for– ma de cadena secundaria que va menguan– do de altura hasta el cerro de San Nicolás. En adelante y hasta cruzar la línea de los volcanes no es mas que un ligero relieve del suelo en el Llano de Conejo. El volean de Asososea hace virtualmente parie de ella, aunque pertenece á un sistema cuya direc– cion eslá en sentido contrario al de la línea en cuestiono En±re el Asososca y el Orosi se extiende un verdadero is±rno, muy estrecho, comprendido entre la cosia del Pacífico y los lagos de Nicaragua y cuyo dorso no es otra cosa que la prolongacion de la línea de divi– sion de las aguas del pais. Por esto motivo se ha confundido muchas veces esta peque– ña série de serranías con la cordillera ver–

dadera, error que ha tenido una influencia "marcada sobre los destinos del país. Si des– de el principio se hubiera hecho una exposi– cion completa de la ieoría del sisiema oro– gráfico de Nicaragua. tal como· acabamos de describirla, el mundo económico no habría tal vez vacilado tanto tiempo en decidirse para practicar al través de este país la esca-

vacion del canal interoceánico, que se necesi. ta tanto enfre ambas Américas.

III

Una vez bien comprendidBs las bases que acabarnos de exponer, lo dem.ás de la topografía nicaragüense es cosa de nomen_ clafurB.

El nudo del grupo Hondura-Nicaragüen_ se Se encuentra en las montañas de Sulaco en el centro de la República de Honduras' Despues de haber visto desprenderse de su~

vertientes se±en±rionales las montañas de Pi– ja, cuyos con±rafuedes dividen las cuencas de los rios que riegan ioda la region norie de aquella República, y las de Misoco, que divi– den la hoya del rio Patuca de la del rio Tin– to, se prolongan ±oriuosam.en±e por el lado del Sudoesie con €JI nombre de monlañas de Chile y penefran en Nicaragua por la mon– taña de Colon.

La cordillera principal sigue primero su curso con el mismo rumbo (S. O.), y con el nombre de sierra de Macuelizo y de San Mar– cos, hasta el cerro Frijolillo. Allí da repenií– namenfe una vuelta al Sudeste y sigue for– ±uosamente, pero siempre con esta direccion general, hasia el valle del rio San Juan. á

donde helTIOS dicho ya que termina en el cuello del Castillo. En toda esa ú1±ima ex–

±ension puede dividirse en cuairo secciones principales

La primera va del cerro Frijolillo á la montaña de Jinjajapa ó del Bone±e. Empie– za por la sierra de la Botija, cuyas eminen– cias principales son: el Variadar, el cerro de San Sebastian y el Caguasca; vienen em se– guida dos cuellos nofables: el de Portillo Liso

y el de los Portales, y luego la sierra de las Tablas.

La segunda seccion se extiende entre el cerro de Jinjajapa y el cuello del TamBrin– do

¡ es la mas ir~egular y m.erece una afen– cion especial. Se dirige primero al Norie, pasando por el cerro de Yuscaran hasta el de Moropo±en±e; allí da vuelta al Es±e, pasando por el Rodeo y la montaña de Yali, y luego COlre al Sur, en forn1.a de meseta, enlre San Rafael y Jino±ega, dividiendo las aguas del rio de San Rafael (que van al lago de Ma– nagua) de las del rio de San. Gabriel (que van á juntarse con el de Jinofega y forman el Tuma). En±re Jino±ega y Maiagalpa lle– va el nombre de sierra de Gua¡::¡-ualí ó de los Robles, con direccion general E. O., hasia el valle de San Salvador, de donde se dirige de– finitivamente al Sur,· pasando por los cer ro.s de Piedra Colorada y de la Picota. Este úlh– mo forma el cuello del Tamarindo con el ce– rro Panda, si±1+ado en frente. .

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