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der corno se mandaba consiañÍemenie para gobernarlos á hombres que ienian que apren– derlo iodo. De esia idea á la de querer go– bernar ellos mismos un país que conocian tan bien y que España gobernaba ian mal, no había mas que un paso. Esie paso no pudieron darlo sino el dia en que, despoján– dose de su propío orgullo de raza, buscaron los auxiliares indispensables en los Indios, negros y mesfizos que ellos oprimian junio con los Españoles.

De ial n,odo, en el país habia dos parli– dos: el del movimiento ó padido criollo y el de la resisiencia ó padido español. Es.l:e úl– .l:imo era evideniemenie el mas poderoso; fe– nia en sus manos la administracion, el ejér– cito, la jusficia, el clero superior, eic., pero su fuerza era aparenie. No ienia por sí el número; Y debia caer cuando los criollos iu– vieran la inieligencia de contarse y supuiar sus medíos de acciono Una revolucion en la península podia perderlo, privándole del apoyo moral en que consislia su fuerza. El progreso de la imprenia local, el desan-ollo de la correspondencia ex±eriot', la facilidad de comprar armas y libros de contrabando, el eco de las reformas religiosas y económi– cas de Europa, el ejemplo de ciedas colonias inglesas, todo eso debía contribuir poderosa– mente á fomentar un movimiento sedicioso. Mientras tanio la opqsícioJ;1 se manifestaba por una muliitud de querellas intesiinas; las poblaciones se fraccionaban en bandos agre– gados á iales ó cuales personas ó familias enemigas; los desafíos, los asalios en pobla– do ó despoblado eran frecuentes: y no había elecciones municipales sin que se derramase sangre. Sin elubargo, en Nicaragua esos dis– iurbios presentaban esa ventaja de que el clero regular ó seglar no ejercia en ellos na– da mas que una influencia muy secundaria. La funesia inquisicion y los jesuitas desdeña– ron ocuparse de esia provincia, y la situadon no fué nunca complicada por intrigas religio– sas imporiantes corno sucedió en Guatemala y airas paries.

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La indignacion general de que hemos hablado mas arriba, se manifestó por una peficion (1764) en la cual se pedia al rey la liberiad de comercio entre las colonias, la apertura de un mayor número de puerios al comercio con España, y una reforma general de la adminisiracion.

La contestacion de Carlos III se hizo es– perar 12 años. Enire tanto Melchor Vidal de Lorca y Viliena sucedió á Ibañez (1765) y luego fué remplazado por Domingo Cabello.

Este tuvo prÍlnero que sofocar una pe– queña l;ledicion fomentada_por el clero. Ha– bía estallado en Guatemala cuando llegó la órden de espulsion de los jesuitas de todas las posesiones españolas (1767) (1) Y el mo– vimienio amenazaba entenderse hasia Nica–

r~~';l.a. Pero la ai~D;cion de Cabello iuvo que dlnJlrse pronto hacla el rio san Juan. Los Ingleses lo habian invadido oficialmenie y con ~ropas regulares (1769). Felizmen±e, no pudleron pasar mas allá del Castillo, gracias al heroismo de la hija del comandante He– rrera. Esa señorita tornó el mando de la pla- • za en lugar de su padre moribundo y recha-zó al enemigo (2). '

Por fin llegaron las famosas ordenan- • zas emitidas por Carlos III en 1778 Esie príncipe, arraslrado por la corriente .de las ideas económicas y reformadoras, entonces de m<?da en Europa, donde preparaban la re–

vol';l?lo~ francesa, supo hacerse liberal y a?no aSl la verdadera era de la independen– cla.

, Esas ordenanzas modificaban un gran numero de procedÍlnientos administrativos. Las encomiendas eran abolidas, y en su lu– gar se crearon las "intendencias". Es decir que, en lugar de percibir el tributo sobre los encomenderos. que lo hacian pagar cinco ó seis veces al Indio encomendado se cobró direC±amen±e sobre cada indio: Leon fué la r e s i den e i a .de un Gober– nador In±endente, cuya jurisdiccion com– prendia el gobierno de Costarica. en cuanto al ramo de hacienda. La "provincia" de Ni– caragua fué dividida en cinco partidos, el de Leon, Ma±agalpa, Realejo, Subtiaba y Nico– ya. Para lo político y lo económico, tuvo el intendente seis subdelegados, que residian en la ciudad de .Segovia, villa del Realejo y p';leblos de Subtiaba, Matagalpa, Masaya y Nlcoya. Leon conservó su título de gobier– no. Los demas partidos eran corregimien– tos.

Hé aquí la disiribución geográfica de Ni– caragua en aquel tiempo, siendo de noiarse e.normes diferencias en la importancia rela– hva de cada uno de los cinco partidos.

(1) Llorente: Historia de la Inquisicion de España,

PUl is, 1857.

(2) Muchas pelsonas en Nicalagua Cleen que aquella heroina se llamaba Mora. Sin embalgo, hemos plefelido, como siempl e, los documentos oficiales á la voz pública. Hé aqui lo que dice una consulta del 1 9 de abril siguiente, que COlle en el Archivo de Guatemala: "Se hizo admitar "en esta ocasion la entereza de una heloina, doña Rafaela "Rellela, que, saliendo de los límites del sexo y empeñán– "dose extlaoldinaliamente en la defensa, su plimer aciCl– "to de la adquitida pericia en el manejo de la artille da

"fué la repulsa del enemigo, matando al que dh igia la em–

"plesa".

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