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PRIMERA PARTE

El AYUNTAMIENTO, CUNA DE LAS PRIMERAS

IDEAS DE LIBERTAD

De la misma maneta que la evolución en España

habia hecho la evolución en las colonias hispanoame–

ricanas, la revolución en España hizo la de América

El reinado de Carlos III fue el crisol en que se laboró la evolución, la Constitución de 1812, las lla– maradas en que se forjo la revolución Hemos llegado

en un lib¡ o anterior hasta el momento en que las ideas

desprendidas de lo más hondo de la escolástica hasta los dinteles del positivismo apuntan el instante de pro– ceder al rompimiento de los diques De Goicoechea, Flores y Esparragosa, a José Cecilia del Val,le y Pedro Molino, no hay mós que un paso, lo mismo que de Mo– lías de CÓl dova y Simón Bergaño y Villegas a los dos José Franciscos, Córdova y Barrundia Un débil mu–

ro a través del cual unos y otros espíritus pueden oírse!

los separa, y cualquier viento de fronda lo hará caer

en pedazos

La evolución había tenido por vehículos, La Socie–

dad Económica y La Gaceta La revolución iba a tener

por armas las ideas que se agitaron en el seno del Ayuntamiento! cuando dictó sus instrucciones a sus

representantes en las Cortes de Cádiz y que cristaliza– ron en los páginas de los periódicos de la Indepe"den–

cia Esas instrucciones contienen todo el gérmen de

la libertad, si bien no todo el de la igualdad Era un anhelo general en el grupo de criollos ilustrados, por disputarle sus privilegios a los fu~cionarios y emplea~os

españoles¡ por rem<:>ver los o?staculos que se C:PO~I:ln

ni bienestar del pOIS, por almearse con los prmClplOS

más avanzados de libertad que se proclamaban en Europa Los periódicos de la Independencia encarna– ron ese anhelo y lo difundieron, ¿Cómo pudo verifi–

carse la transfot moción de nuestro periodismo? La Ga–

ceta de España había, desde Felipe V, dejado de ser

un periódico monótono que se limitaba a salmodiar las

noticias del extranjero y que se preocupaba ya de lo que pasaba en el interior de España Las gacetas se habfan extendido a varias ciudades del reyno y la olea– da literaria penetrado en ellas, al tiempo que bajo 1"

influencia de Jovellanos¡ renacían las ciencias¡ el co– mercio, la hacienda, la administración y los centros

académicos (1) La Gaceta, periódico semanal se ha– bía vuelto bisemanal, y desde 1805, diario

Pero el periódico político no nació en España sino

O) Edmundo González Blanco, Hhtotia del Peliodismo P{lg 157

Bihlioteca Nueva, 1919

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hasta la guerra de la independencia Las Cortes de Cádiz habían proclamado en veinte artículos de la Constitución la omnímoda libertad de escribir e impri–

mir, excepto' en materia religiosa En Cádiz, lugar de residencia del Gobierno, aparec.ieron diversos periódicos

y libelos políticos y entre ellos El Ciudadano Constitu–

cional, de Sánchez Barbero, de carácter moderado y que hacía contraste con fas tendencias exagerada$ de los otros en uno u otro sentido, ya absolutista, ya de–

magógicas En el nombre de tal periódico se inspiró probablemente el del primero que en el Reyno de Gua– temala abordó los temas que entrañaban la marcha rá– pida hacia la Independencia y que fue bautizado con,;l nombre de El Editor Constitucional Pero nuestro perro– dico no apareció sino en 1820 Ya había habido tiem– po de que hasta a América llegara el eco de aquellos

periódicos españoles, que como el Semanario Patriótico

de Quintana, Jlenseñaran las más nobles le~,cianes de patriotismo y al mismo tiempo de moderacJon en sus

procedimientos, sin abjurar por ello de la fe profunda

con que lanzaban sus miradas al porvenir Quintana quiso hacer de la lectura del Semanario Patriótico, más que una palanca de movimientos galvánicos, una es– cuela permanente de educación política, que preparase a los espíritus para recibir con serenidad y emplear con

decoro las conquistas del derecho, que se habían con–

vertido en necesidad suprema del nuevo régimen cons– titucional en los onerosos errores y en el vergonzoso desamparo en que había incurrido la sobernía patrimo–

nial del trono Ni el Canónigo Navas, ni el joven lis– tas ni el ilustrado Tapia, ni el Sabio Antillón, ni el

co~secuente Alvarez Guerra, a pesar de las sentencias que algunos sufrieron después de la reacción, se sepa–

raron ya más de aquella línea de conducta El Semanario Patriótico legó al futuro un prestigio invul– nerable, porque en sus cortas páginas atesoró todo el sentimiento levantado de la conciencia, de la dignidad nacionales y toda la majestuosa aspiración de la liber– tad y de la justicia, con toda la parsimonia de la disci– plina y del orden y toda la amplitud de una culta tolerancia Acaso algunos de sus redactores, los que

emigraron a Francia, pudieron escapar de las represa–

lias del obscurantismo y combatidos por las necesida– des dobles de la vida y de la proscripción, debieron a los estímulos de su propio trabajo el honor de inmacu– Iqdas reputaciones y la lección de útiles enseñanzas Fue más provechoso aquel primer magisterio de civismo y de ecuanimidad que lo que aprendieran en el modelo de otros países, y en él contrajeron los hábitos de aque– lla templanza y moderación de criterio que dieron base

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