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civil y religioso, que hablan constituIdo el primer móvil de las inmigrantes que llegaron al Norte

Sabida es como aquella buena idea (buena dentro del sentido de tendencia civilizadara) tuvo cumplimien–

to, bautizándose a los indígenas por millares, como si el acto civilizador de cristianizar consistiera simple– mente en arrojar agua sobre la cabeza de un indio,

que después de recibirla iba a hacerse perdonar el

bautismo COn el incienso que se apresuraba a ir a ofren–

dar a sus dioses medio rotos, escondidos en el fondo de las cuevas y montañas

Pero aún más importante es notar que los euro–

peos que llegaron al No. te trajeron la idea de hallarse

bajo la égida de la libertad civil, palabla ignorada en

absoluto por nuestros conquistadores, e ignOl ado, pre– cisamente, a causa de que el mejor fundamento de esa

libertad civil es, más que [a teoría, la próctica de [os derechos, de los cuales el que mejor intensifica la no– ción ideológica es el de propiedad Nuestros conquis– tadores eran, por lo general, paupérrimos hidalgos, y mal podían tener la idea clara de un derecho tan fun– damental en la formación de nuevos pueblos Aqul

vinieron a hacerse propietarios y como todo nuevo rico

despreció y erró como esclavos a los antiguos propieta– I ios que podrían reclamarlo algún día

Por eso es tan notable la otra declaración de los del Norte sus antepasados habían venido por sus pro– pios recursos, para no 1 ecargar sobre el país de donde salían Una idea de orden económico encaminaba sus pasos Previsores y acostumbrados a vivír dentro de tal 01 den, natural era que hiciesen descansar todo el edificio del porvenir sobre las bases que habían puesto y habían practicado, sobre base de dine, o adquirido y ahorrado, o sean las fuentes del trabajo, el enriqueci– míento y la libertad

Si Jos nuestros, en cambio, no habían venido a

América para trabajar sino para ganar gloria (que se la deparaban los combates con [os indios, es decir, un

medio de ext~rminio) y para coger con las manos ffel dorado", no era posible, dado que inmediatamente

que se efectuó la conquista se fundó un sistema de re– partición de tierras y luego de repartimiento de indios,

es decir, una vez conseguida la gloria, un sistema más

bien que de dominio absoluto sobre la tierra y sus ha– bitantes que de colonización, para el logro del segundo

objetivo, el so1ir de lo pobreza, no ero posible, decimos,

que los que siguieran viniendo a poblar trabajaran tampoco Entre los vicios históricas del sistema desa–

trollado en los países donde, con un sentimiento origi–

nal de mayor humanitarismo se dejó conviviendo al

indio con el conquistador, luego terrateniente y enco–

mendero, fue el más funesto el haber dejado el trabajo y cuanto con él se disputaba por cosa poco digna de manos de hidalgo en hombros de la raza subyugada y

deprimida, con lo cual, por otra porte, nuestros con–

quistadores no hacían sino pagar tributo a las ideas medioevales y sobre todo, a las que habían formado el

sedimento de su simplista criterio económico en doce

siglos de homérica lucha empleados contra maros y

judíos en la reconquista de España.

El nuevo dueño (conquistador, encomendero, po– blador) se despreocupó en lo absoluto de todo pensa–

miento de trabajo en presencia de los cuantiosos minas

y de las feraces tierras Por lo que a Guatemala res– pecta, un pasaje de nueslro venerable cronista Remesal nos dará la pauta de hasta qué grado el sistema del repartimiento de indios sobre las tierras de antemano reparl idas llegó a influenciar la mente de los prime, os pobladores, y ya no sólo a la de los hidalgos sino hasta la de los artesanos

"Favorecidos con encomiendas de indios, cuenta

Remesal, (1) el herrero apagó la f, agua el sastre cerró la tienda, y tan lejos estaba de dar puntada que aún no sabía cómo se llamaba la aguja y el dedal el

zapotero no conocía los hormas, y paro sí mismo en–

viaba por zapatos fuera de la ciudad; el carpintero huía de la azuela, y trataba de jaeces y caballos, siendo forzoso amenazarlos en Cabildo de 1

Q de Abril de 1536 con el despojo de las encomiendas para que

usasen de sus oficios"

Si hasta ahí hubiera parado el mal, la resultante

habría sido que, con uno política económica previsora

establecida po, los que que, ion que el indio trabajara

po, ellos y fuera el único trabajadOl, el indío o sea la gran masa de población, al cabo del tiempo hubiera aprendido a trabajar, de donde se hubie,a deducido el

et1riql~ecimiel1to paulatino del país

Pela lejos de esa habilidad económica se cometió

otro grave error, de acuerdo siempre con las propias

ídeas del conquistadO! Como el indío, a su vez, 1":0

sabía ni quería trabajar, se le obligó a hacerlo, mar– cándosele como esclavo y tratándole, para que traba– jOla, como a tal De esa suerte la calidad del trabajo

que se realizaba en el país quedó minada por su base,

malograda en su esenci0

r contaminada, cancerado de

esclavitud Todo fruto, así, del trabajo, no fue eco–

nómico

E[ mal estuvo, pues, primero en no querer trabajar

por ellos mismos los nuevos dueños de estas tierras,

creyendo que los indígenas, que no eran aptos para un tlabajo inteligente como hubieran requerido nuestras

vírgenes condiciones de liqueza, y los instrumentos

modernas de trabaja, podrían trabajar por ellos En segundo lugar, se esclavizó y trató brutalmente al in–

dígena para que trabajara, en vez de aficionarle, me– diante coacciones y estímulos que salieran a éstas, a un

trabajo inteligente

El tercer error, y el más grave, fue universalizar el sistema, extendiéndolo, ya no solo al conquistador

sino a los primeros pobladores, y, consiguientemente, a

todos cuantos nos vinieron de España durante los siglos

que dUl ó la colonia que fueron, en su mayor parte, parásitos del organismo productor, frailes, monjas, cu– ras, doctores, abogados, uno que otro mercader, ningún

labrador, muchos señores de harca y cuchillo y muchos plebeyos aspirantes (y seguros de éxito con solo cruzar el mar) a noblezas.

(1) Historia. de )(1 Provincia ..le San Vicente de CIlll\fla y GUlitemRla.

por ll\ dominico y gran disclpulo de Bo:rtolomé de las Cuns, Fray Antonio de Remesal Libro 4"'. cnpitulo <in de la 2' edición, o sea, la primera hcdha en Guatemala POlO la Sociedad do Gcograffa e HiBtoria

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