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POESIA

Si los hombres observaran De Dios las divinas leyes, No habrían injustos Reyes Que trocaran la justicia. No habría cruda malicia Ni pasiones exaltadas, Ni guerras encarnizadas En los pueblos y naciones. Ni habría tantos ladrones, Facciosos y malandrines, Traidores y parlanchines, Egoístas, hipocritones; Ni enconir'ados corazones En aparentes amigos Ni desmentidos testigos, Calumniadores demonios• .

Ni zánganos matrimonios Que viven en competencia; Ni tanta mala conciencia Peste de la sociedad. Triunfaría la verdad, Reinaría la virtud,

y la loca juventud Refrenaría sus vicios.

y otros beneficios Que el hombre disfrutaría Si gual'dara cada día La Ley santa del Señor.

Pbro. R. V.

NECROLOGIA

. ¡Ay de tíl pOl'que vives solitario, Privado de tu bien, tu cara esposa, ¡Ay de tí!, que el dolor vivo y profundo Llevas en torno de su fría losa.

No hay día- que te brinde algún consuelo, Ni noche que no aumente tu penar, Si no es aquel consuelo que en el llanto Busca el que se lamenta sin cesar. Llora pues, que llorar te alivia un tanto: Exhala tu dolor en. el gemido;

Mientras que el tiempo que insensible te oye Insensible como él te ha convertido.

ANSIAS

Angel bello que yo adoro, Ven mi lloro a consolar, Que tan solo, dueño amado, A tu lado puedo libre I'espirar. Tu que sabes la honda pena Que envenena mi existir,

y que el cáliz he apurado

Donde he hallado solo penas y sufrir; Ah! No tardes, dulce cielo, El consuelo celestia[ A este pecho que te adora

y que implora, tu piedad angelical. Que yo vea tu semblante Tan radiante de candor,

y esa plácida sonrisa

Que me hechiza con su influjo seductor. Ven, mujer, con tu ternura Tu dulzura y compasión;

y a cada pura caricia Con delicia latirá mi corazón. Ya parece que te estrecho A mi pecho con ardor Ya figuro que lo siento

De contento palpitante y de amor. Ven, por Dios, luz de mis ojos, Mis enojos a calmar. Ven ¡oh niña encantadora!

Ven señora, ven mis ansias a calmar.

ANoNI~1O

El 25 de Febrero de 1858 falleció en Masaya doña Ana MarIa Zelaya de Lejarza.

Si en el instante mismo en que lá vida Cesó de la mujer queidolatrastes, Hubiese también cesado para siempre La tuya que a la de ella consagrastes. Si a un mismo tiempo hubiese descendido, Los dos juntos al sepulcro helado.

, i Que gozoso tu espíritu vería . El nombre de los dos allí grabado!

Allí. " en el mármol, en que ves ahora El nombre solo de tu Esposa amada; En ese mármol que por siempre cubre Los restos de tu Ana idolatrada.

JUSTO PASTOR DE LA ROCHA

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