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« Previous Page Table of Contents Next Page »ha sido objetado externamente, -lo cual se ha sentido en pronunciamientos financieros, y en vez de tomar una actitud, cualquiera que fuera, más hien se ha orill&do, manejándose este asunto con mucho tado, cuando por el contrarío, urge un pronunciamiento firme acerca de si conviene seguir adelanfe o bien desisiír de él. He aquí la muesira de algo importante magníficamente concebido, pero que tendremos probablemente que desechar si no hacemos internamente un esfuerzo re– gional por algo muy nuestro y que sólo con– viene a los centroamericanos.
A propósito de estos planteamientos, vie– ne a mi mente uno de caráder más general y que se refiere a que si nuestro proceso de Integración Económica ha sido alguna vez definido en su aspedo ideológico, es decir, si es dirigido o de libre empresa. No conoz– co nada sobre el particular, pero si nuestras economías se consideran complementarias, podrá la libre empresa en términos absolu– tos llevar a feliz término el proceso? Pero si se consideran competitivas, no será la for– ma dirígida la mejor solución? Me parece que hay algo en estos planteamientos que deberá esclarecerse y que puede consiíluir una buena base para que el desarrollo in– dustrial, por ejemplo, sea una realidad con la mayor par±icipa,ción deseable de los cen– troamericanos. Por ahora dejo a los dirigen– tes de la iniegración esta inquietud, que me parece importante, ojalá así lo consideren ellos.
Por múltiples razones debía haberse de– finido una po1í±ica sobre inversiones extran– jeras en el área, para. que el resto del mun– do conoCiera. la forrtiaen que podría pres– tarrtos su valiosa ayuda. El no haberlo he– cho ya está ocasionando serias preocupacio– nes y de mantenerse esta situación, podría resultar al final que rios hémos integrado pa– ra servir en bandeja uri mercado grande a
los intereses internacionales, dóndé nuestros empresarios nacionales nada o muy poco lle– garán a tener de participación, confré:mtan– do así un ideal con una realidad, más des– ventajosa que la situación anterior a la inte– gración, por las condiciones externas mismas radicadas en el área. Mi opinión es que la región forzosamente necesita de recursos ex– ternos complementarios, si desea lograr un desarrollo acelerado y sostenido, y por lo tanto creo que sobre este asunto debió ha– berse hecho, desde un principio, un pronun–
c~amiento oficial. Pero si la idea prevale– ciente es que nosotros solos debemos hacer– lo todo, necesitamos estar muy bien cOnscien–
t~s de lo que ello significa. Hay quienes piensan a este respecto en una libertad abso– luta para la inversión extranjera, y otros, que sin rechazarla, consideran que debe ser re– gulada. Unos y otros tienen sus argumentos y enfatizan las conveniencias, pero la reali-
dad ~s que la región tiene sus problemas y
necesldades particulares, El las cuales debe sujetarse una polllicaconsistente de inversio– nes extranjeras que derive beneficios mutuos para los centroamericanos y los exfranjercis, a fin de que éstos efectivamente encuentren alicientes para cooperar en nuestro desarro– llo sin pretender absorbemos. Debemos sel serios y razonar con lógica para que abier– tamente Se conozca lo que pensamos sobre este delicado e importante asunto, y evitar todo espectáculo sensacionalista, especial– xnente después que han transcurrido casi cuatro años del Tratado General.
Convendría saber qué actitud fi.n:ne y decidida ha tornado el Mercado Común Cen– troamericano frente a los sustanciales pro– blemas de comercio exterior de nuestras prin– cipales materias primas. No me refiero a lo– grar direclores, representaciones, discursos o declaraciones conjuntas, me refiero a hechos concretos nuestros sobre café, algodón, ba– nano y azúcar. Tengo la impresión de que cada quien está resolviendo sus problemas a su propia manera, aun cuando ello sea dentro de los marcos de tratados o convenios internacionales, pero estos tratados no exclu– yen una acción conjunta para una posición siempre regional. Este es uno de-los campos más fáciles para una acción conjunta qUe nos enseña a limar las asperezas derivadas de la nueva vida, pero que aparentemente no hemos aprovechado en su cabalidad por no darle la importancia que tiene en nl,les– tro Mercado Común, y porque preferimos se– guir con las condiciones que cada uno ha obtenido a través del pasado.
Otro aspecto interesante se refiere al con– cepto de desarrollo equilibrado sobre _el cua'! tampoco se' conoce ninguna declaración pro– pi!3- centroamericana, tan necesaria para con~
seguir mayor cooperaéión al proceso de inte– gración. Existen diferencias marcadas en lo~
grados de desarrollo alcanzados en los cin-– co países, y hiles diferencias esfán c"onsti:f:u– yeIldo serias dificultades a la integración o a la ejecución de sus mecanismos. De ma– nera que aunque el área tenga problemas que Se consideren muy comunes, poco podrá lograrse si no se aclara este concepto básico que se hará patente en las negociaciones multilaterales, y que por faHa de decisión y franqueza irá gestando dificuli:ades mayores. El asunto de desarrollo equilibrado lo conoz– co enunciado solamente en el plano interno, pero en el externo ya he escuchado algunas _ideas, y en estas condiéiones, cuando he que– rido avanzar para aclarar mi xnente, se me arguye en forma romántica. Siempre me ha interesado saber cómo en el desarrollo eqúi– librado se van a conciliar los intereses priva– dos para obtener su decidido apoyo a la in– tegración. Hasta - la fecha nuestras econo– mías son competitivas y no están actuando
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