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« Previous Page Table of Contents Next Page »el fantasmal asesino probó su habilidad con algún otro. Y esto me recuerda a un viejo agricul– tor de IlIinois, cuya familia enfermó por haber comido ciertas hortalizas Alguna hierva venenosa se introdujo en la comida y la familia estuvo en peligro de muerte Había en la familia un muchacho medio tonto llamado Jake, y después, siempre que había hortalizas paro comer, el viejo solía decir "Antes de arriesgarnos a comer las hortalizas, que las pruebe Jake Si él resiste, todo irá bien" Lo mismo me pasa a mí Mientras el imaginario asesino siga matando a otros, yo podré resistirlo"
SU ULTIMO DIA
El 14 de Abril el General Anderson izó de nuevo la bc;mdero de la Unión en el Fuerte Sumter, aquel día el Secretario de Guerra hizo saber que el reclutamiento quedaba suspendido y Lincoln escribió al General Van Alen expresando la esperonza de' que la Unión restaurada se convirtiera en una unión de corazones y brazas como lo es de Estados.
En aquella mañana se celebró una reunión del Gabinete, a la que se invitó al General Grant Se discutió la restauración y restablecimiento de la Unión. ¿A quién debia reconocerse como autoridad de un Estado? Lincoln di jo "No podemos dedicarnos a organizar gobiernos en todos esos Estados del Sur Su propia población debe encargarse de ello, aunque creo que al principio algunas de ellos pueden hacerlo mal". ¿Y cuál debía ser la suerte de los jefes confe– derados? Se especulaba acerca de si huirían o bien si permitirían que los capturasen para ser juzgados El Administrador General de Correos, 'oennison, preguntó "Imagino, señor Presidente,
que no lo sentirá si se escapan 01 extranjero".
"Bueno" -fue la respuesta-, "no lo sentiría si abandonaran el país; pero procuraría se·
guirlos muy de cerca para asegurarme de que se iban de verdad
El Gral Grant informó sobre la rendición de Lee y sobre las condiciones que había conce·
(ji do a las soldados confederados Les dije que volvieran a sus hogares junto a sus familias y que no serían molestados si no hacían otra cosa. Lincoln aprobó con un movimiento de cabeza
Luego el Presidente habló de ciertos miembros del Congreso que están dominados por senti· mientas de odio y ven¡;¡anza con los que no simpatizo y en los que no puedo participar
.Una vez terminada la reunión del Gabinete, Lincoln recibiá a algunos visitantes Entre ellos estaba Nanéy Bushrod, uno mujer de color que había acudido en demanda de la paga de soldódo de su marido Mi buena mujer, tal vez verá usted muchos días en que toda la comida que haya en su casa sea una hogaza de pan. Aunque así seo, dé una rebanada a cada uno de sus hijos y mándelos a la escuela Ya continuación hizo una reverencia delante de Nancy. Ella nunca la olvidó "Calina si yo hubiera sido una gran dama"
Luego Lincoln firmó el perdón para un desertor comentando' "Supongo que el muchacho
podrá servirnOfS más spbre tierro que bajo tierra"
Por la tarde, coma era su costumbre, salió a dar un paseo con Mary Estaba de exce– lente humor, y soñó despierto acerca del futuro.
"Hemos pasado una dificil temporada desde que vinimos a Washington" -le dijo-, "pero ahora la guerra ha terminado, y con la bendición de Dios podemos esperar cuatro años de paz y felicidad LLJego volveremos a IIlinois y pasaremos tranquilos el resto de nuestras vidas He– mos guardado algún dinero y durante ese tiempo ahorraremos más, pero no tendremos bastante para sostenernos Volveremos a IIlinois Yo abriré un bufete de abogado en Springfield o en Chicago y ejerceré el Derecho, y esto, al menos, nos ayudará a ganOlnos la vida".
Al volver del paseo, Lincaln no se sentía con humar para trabajar Leyó al gobernador de IlIinois, Oglesby, y al General Haynie, que habían acudida a visitarle, unos cuantos capitulas de las Cartas de Petraleum W Nasby con tal despreocupación y agrado que la cena hubo de
esperar
Después de cenar se encaminó al Departamento de Guerra para ver si había noticias del ejército de Sherman Y llegó la hOla de ir al Teatro Por la mañana se había acordado que el Presidente y la señoro de Lincoln acudirian al Teatro para presenciar Nuestro primo de América, acompañadas por el General Grant y su esposa La capital estaba llena de soldados y oficiales ansiosos por ver al Presidetne y al general en jefe del ejército. Pera Grant, deseoso de salir de
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