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LA ORACION DE GETTYSBURG

Gettysburg, Noviembre, 1863.

El 19 de Noviembre de 1863 iba a tener lugar la consagración del Cementerio !'Iacional de Gettysburg Al principio, el comité organizador de las ceremonias na había pedida al Presi· dente que pronunciara un discurso, porque los caballeras de aquel augusto cuerpo dudaban acerca de si Lincoln podría hablar en una ocasión tan grandiosa y solemne Pero cuando fue invitado con mucho retraso a dedicar formalmente estos terrenos a su sagrada uso con unas ob– servaciones oportunas, el Presidente accedió de buena voluntad

Más de 15 000 personas acudieron al cementerio para escuchar a Edward Everett, el fa– mosísima arador, al que correspondía la principal intervención en el acto. La retumbante voz de Everett tuvo al auditorio en suspenso durante dos buenas horas Sus gestos subrayaban con efecto dramático las alusiones clásicas del discurso

Durante el discurso de Everett, el Presidente estuvo mirando su manuscrita, leyendo y releyendo las dos páginas Y cuando Everett acobó, Lincoln se levantó apretando el manuscrito con los dos manos Cuando empezó a hablar su voz sonó estridente

"Hace ochenta y siete años que nuestrospadres fundaron en esle continente una nueva nación concebida en la libertad y consagrada al principio de que todos los hombres son creados íguales" Las palabras podían ser claramente oídas en el campo por el que paseaban los oyentes

nerviosos

"Ahala estamos empeñados en una gran guerra civil, complobando si esta noción o cual– quier otra nación así concebida y consagrada puede subsistir Estamós reunidos en el campo de una gran batalla de esta guerra Hemos venido a consagrar una parte de este campo corno lu– gar para el reposo final de aquellos que aquí dieron sus vidas con el fin de que esta nación pueda vivir Nada más justo y adecuado que así lo hagamos".

A la gente situada delante de la plataforma las frases sin relórica y el lenguaje sencillo del Presidente le parecieron incoloros después de la florida oratoria de Everett

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Sin embargo, en un sentido más amplio¡ no podemos dedicar, no podemos consagrar,

no podemos santificar esta tierra Los valientes, vivos y muertos, que luchgran aquí, la consa– graron de tal manera que está fuera de nuestras pobres fuerzas añadir o quitar nada El

mundo prestará poca atención a lo que digamos aquí¡ no lo recordará mucho tiempo, pero nunca

podrá olvidar lo que ellos hicieron en este sitio Más bien nos corresponde a [os que vivimos ser consagrados en este lugar a la labor inacabado que iniciaron tan noblemente los que aquí combatieron Más bien nos corresponde a nosotros consagrarnos aquí a la gran tOlea que resta por delante, para que esos honrados muertos nos inspiren una devoción aún más grande hacia esa causa por la que ellos dieron la más plena medida de devoción para que proclamemos so–

lemnemente que esos muertos no perecieron en vano, para que esta nación, bajo la guía de

Dios, renazca en la libertad y para que el gobierno del pueblo, por el pueblo y paro el pueblo no desaparezca de la tierra"

Así terminó el discUlso Lincoln habló menos de tres minutas, un fotógrafo situado de– lante de él no tuvo tiempo de enfocor su cámara, poner una placa y apretar el disparador, el dis– curso estuvo acabado casi antes de empezar

En la tribuna, Edward Everett susurró al Secretario de Estado Seward. Esto no es lo que

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