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to que los leyes del país admitían la esclavitud, ero partidario de protegerlo donde existiera, pero se alzaba contra su ulterior extensión.

El 15 de Moyo de 1858, Lincoln escribía a un amigo "Creo que nuestras perspectivas van mejorando gradual y firmemente, aunque no hemos salido claramente de dudas, ni con

mucho Todavía hoy quien hoce esfuerzos por ormor confusión en torno 01

lI

omericonismo"

Si se superara esta difícultad, creo que saldríamos de dudas en todo lo demás"

En Junio había salido a flote del todo. En aquel mes, la Convención Republicana del Estado de "Iinois le declaró unónimemente su primer y única candidato para el Senado, una bo– fetada para los que apoyaban a Douglas

Lincoln, muy satisfecho, preparó su discurso de aceptación, pero cuando lo leyó o sus amigos éstos no quedaron bien ímpresionados; se critícaba el párrafo que decía "Una casa di– vidicda no puede mantenerse Creo que este gobierno no podrá ser permanentemente medio es– clavo y medio libre. , tiene que transformarse íntegramente en uno u otro sentido". Uno de sus amigos creyó que la frase era de lo mós estúpida; otro consideró que se adelantaba a su tiempo

Lincoln no quiso cambiar las frases criticados y estuvo siempre orgulloso de aquel dis-

curso.

Años después diría "Si hubiera de cancelar todo mi historial y se me concediera como pobre privilegio salvar una solo cosa de la ruino, elegiria ese discurso y lo ofrecería al mundo sin borrar una solo palabro".

Cuando Douglas supo que su contrario no sería otro que Lincoln, esxfamó "De todos los malditos bribones de whigs que hay en Spl ingfield, Abe Lincoln es el más capaz y el más hon– rado Me va o dar mucho trabajo Es el hombre fuerte de su partido, lleno de ingenio y siempre provisto de datos y hechos, y el m~jor orador callejero, con sus maneras chuscas y sus chistes, de todo el Oeste"

La noche siguiente Lincoln cOt'ltestó a los argumentos de su oponente desde el balcón de Tremont House.

"Prescindamos de sutilezas" -dijo para terminar su discurso- "acerca de si éste O aquel hombre, de si esta raza, aquella o la de más olió son inferiores y deben, por tanto, ser situadas en posición inferior, prescindiendo de los prejuicios que nos hemos formódo Prescindamos de todas esas cosas y unámonos como un solo pueblo sobre toda esta tierró paro levantarnC1s uno vez más declarando que todos los hombres han sido creados iguales"

Así empezó la campaña senatorial Douglas viajaba por ferrocórril en vagón especial mientras su rival le perseguía ardorosamente A veces Lincoln viajó como pasajero corriente en el mismo tren que arrostraba el coche especial de Douglas.

Después de pronunciar sendos discursos en Springfield, Lincoln desafió a Douglas a ce– lebrar una serie de discusiones conjuntos

Poco antes de que comenzaran los debates, Lincaln habló con un amigo, el cual le pre– guntó si se sentía con fuerzas suficientes para hacer frente a Dauglas Lincaln replicó. "¿Ha vísto usted dos hombres dispuestos a luchar? Uno de ellos lanza bravatas acerca de lo que va a hacer. Do saltos, taconazos, entrechoca sus puños y pierde energías intentando impresionar 01 adversario El otra no dice ni una palabra Sus brazos cuelgan a lo largo de sus costados, tiene los puños cerrados, la cabeza inclinada sobre un hombro y los dientes apretados Se está reservando poro lo lucho y es seguro que cuando ésto empiece él vencerá o morirá en el intento"

Los debates, convertidos en espectáculos píntorescos, con estruendosas bandas de música, desfiles militares, salvas de cañón, serenatas a los candidatos a cargo de los alegres clubs políti– cas y fuegos artificiales cruzando el aire, continuaron en Janesboro, Charleston y Galesburg.

En Quincy, escenario del sexta debate, Carl Schurz vio a Lincaln por primera vez y le describió así

"L1evaba en la cabeza un sombrero de copa bastante baqueteado. Su pescuezo brotaba, largo y nervudo, de un cuello blanco, doblado sobre una estrecha corbata negra Su cuerpo, flaco y desgarbado, estaba envuelto en una gastada chaqueta negra cuyas mangas deberían ha-

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