Page 38 - RC_1965_04_N55

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go incubamos los huevos por tres o cuatro día!! más y entonces cosechamos los embrio–

nes. Los molemos, los somefemos a una cen–

trifugación para eliminar las partículas gran– des de tejido, y colocamos el jugo de embrio– nes resultante en ampollas de vidrio, éstas se ponen en un congelador y cuando el jugo está sólidamente helado lo deshidratamos;

luego encerraznos herméticamente la vacuna

seca en tubos y la almacenamos bajo refri– geración hasta su despacho.'

"La esterilización y la técnica lo son ±o– do en esto. No podernos utilizar an±isépti–

cos, pues el virus debe mantenerse vivo, de

manera que todo depende de llevar a cabo el proceso completo bajo la técnica aséptica más estricta, como ya lo verá Ud. Empeza–

mos con los mejores huevos qUI/~ podemos

comprar".

Me indicó el camino a la habitación de los huevos, que son recibidos con un día de vida. Lo'?' más grandes y limpios son colo– cados en una antigua incubadora, y mante– nidos a una temperatura de 39 grados cen– tígrados durante siete días; al final de la se– mana se los revisa con' una bujía y los téc– nicos marcan en cada huevo la ubicación del embrión y de la cámara de aire y desinfec– tan la cáscara; los huevos son colocados en soportes y llevados a una habitación a prue– ba de polvo.

A trr;<vés de una mampara de vidrio ob– servé cómo una muchacha de cabello oscuro perforaba pequeños orificios en las cáscaras, jj.ls±amente por encima de la cámara de aire. O<;>n los movimientos precisos de un cirujano, introdujo una larga aguja dentro del em– brión, inyectó una dilución del germen del virus al pollo aún:: no nacido y luego cerró el orific~o con parkdina.

El soporte fue llevado a una incubadora, para mantenerlo allí durante cuatro días, mientras el virus sé multiplic;aba en los em– briones. Después de otra inspección con la bujia, cada huevo es deposifado en un pe– queño torno que gira lentamente, una mu– chacha con babero de cirujano dirige la lla– ma de un diminuto soplete oxiacetilénico so– bre el extremo del huevo, cortando una ta–

pita, con pinzas esterilizadas en sus manos

enguantadas, extrae el embrión de la cásca– ra y lo coloca en un recipiente ubicado en una mesa del laboratorio, debajo de una lámpara de luz ultravioleta. Cuando se han

reunido cincuenta embriones, se los horno–

geiniza y su suspensión se ±ransfiere a bo– tellas para su almacenamiento en hielo seco, a 70 grados centígrados bajo cero.

Se analizan muestras de cada botella pa– ra verificar si hay bacterias (si aparece al– guna se descadr;< la botella) y para medir su potencia. La pulpa de vacuna que resulta satisfactoria se viede en un gran recipiente

centrífugo y se coloca en una máquina qUe es una combinación de secadora giratoria y

refrigeradora, donde se la hace girr;<r dUran_ te una horr;<o

El jugo de los embriones de pollo se ha– ce pasar a ampollas, y éstas son colocadas en un baño de alcohol que ha sido helado con hielo seco hasta 50 grados centígrados bajo cero. Se hacen rotar las ampollas en este baño de alcohol, de manera que la Va– cuna se extiende por las paredes del tubo y se congela en una capa delgada. Las am– pollas congeladas son trasladadas a una cá– mara secadora, donde durante 24 horas Se seca la humedad y se bombea al exterior el aire húmedo. Cuando están completamente secas, las ampollas se llenan de nitrógeno y

se cierran herméticamente. A cada ampo_ lla se le pone un rótulo y luego se almace_ nan bajo refrigeración. La existencia de Va– cuna se mantiene en la refrigeradora cuan– do se la despacha a cualquier país que la solicita y no se descongela hasta el momen– to antes de utilizarla.

El Dr. Groot abrió una vieja heladera, tal corno la que se puede encontrar en la co– cina de un granja, estaba llena de cientos de tubitos de vidrio: la coraza de todo un conti– nente. Mirando a esa heladera llena de la esencia de la salud, pensé eJ;1 la gente de muchas naciones que se habían combinado para hacer posible esa maravilla, en Asibi, que dio su sangre, y en John D. Rockefeller que dio su dineral en Carlos Finlay, que pre: vió correctamente con respecto al "aegypti", y fue primero ignorado y luego honrado, en

los voluntarios, norteamericanos y cubanos,

en las horribles cabañas experimentales diri– gidas por Walter Reed en La Habana, en los hombres de cienda que emplearon la selva como laboratorio y a veces murieron, en los hombres que desecaron los pantanos de Cl.l– ba y de Panamá y que pulveri",aron insecti– cidas en las ciud..des de todo un continente, en los pensadores en los tranquilos labora– torios; en Jorge Boshell arrodillado a la ve– ra de los cadáveres, al borde de las tumbas abiedas en una aldea colombiana. Pensé en Fred Soper predicando la erradicación del Aedes aegypti, en la gente que concibió y

que forma parte de la Organización Mundial de la Salud, en los miles de hombres y muje–

res que adrrtinisfran inyecciones, estudian

preparaciones, extraen hígados de cadáve–

res, cazan larvas, cuidan a los enfermos Y

velan por los sanOS. Puede decirse algo a favor de un mundo en el cual la vacuna 17D

se elabora y se entrega gratis a los pueblos de un hemisferio.

Cuando abandoné el InstHuto, poco des– pués del mediodía, dardos de luz solar fluian a través de las nubes altas, el frío había de– saparecido y podía oír los grifos de los niños que jugaban en la plaza al final de la calle.

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