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DOS NOVELAS HUMORISTICAS
JOSE MILLA
EL ESCLAVO DE DON DINERO
1
Entrada en el mundo del niño
Canuto Delgado
" Llámase el hé-
roe de esta estu– penda y galopan– te historia don Ca– nuto Delgado. Vi– no al mundo pQr las mismas condi– ciones que todos los que gozamos de esta triste vi-
: da. A 10$ veinte
ños perdi6 a sus padrés y Se encontr6 dueño e la suma redonda de tres mil pesos. Des– ués de haber enterrado a los autor'i's de sus ías, el huérfano hizo la primera vis,ita a su ,spro, y cuando lo vi6, sinti6 el coraz6n tan namorado de él, que 01vid6 a los po!:>res
if~ntos y se declaró desde aquel isstante hu– \ilde adorador de don Dinero.,
Canuto sabía leer y escribir, ha!;>ía cur– .do gramática, y al morir sus padres estu– ia!:>a filosofía, que según le habían dicho en \ clase era el amor a la sabiduría más como corazón humano no tiene lugar ,suficiente 'ra dos amores el de don Dinero sé apoder6 .1 alma de Canuto y mand6 a pasear a Do– , Sa!:>iduría.
Determin6, pues, dejar los estudios. De das las ciencias, la única que llamaba la enci6n del joven Delgado era la química, >es Se ocup6 en una dificilísima operación , transmutación de metales: quería conver– . aquellos tres ntil duroa de plata en otros ntos de oro puro. Al demonio no le ocu– e semejante idea.
Vendi6 las pocas prendas que le habían ljado sus padres, no conservó más que una chara y un tE\J1edor de plata falsa, calcu– ndo que podían servirle en algún apuro, y
é a vivir' a la casa de huéspedes de doña )masa Malabrigo, donde 1101'6 tantas pla– LS, que lo recibieron por diez pesos men– ales.
Sus posesíones eran pocas. Se compo-
nían de la cama, sin colch6n, porque según
decía, no aguantaba el calor, y el traje que llevaba PUE;lsto, consistente en un pantal~n
color de aCE;liiuna y una chaqueta que habla sido azul. Ambas piezas estaban negras y charoladas a fuerza de uso. Completaban el traje una capa y un sombrero que habían pertenecido a un lío clérigo de don Canuto, ya difunto.
Poseía también una caja de hierro que encerraba el dinero. El decía que lo único que contenía eran unos papeles de fam~ia,
muy interesantes. Llevaba la llave pendlen– te del cuello, bajo la camisa, y no abría la caja sino en altas horas de la noche y cuan– do ya los otroS huéspedes estaban dormi~~s.
Pero aquellos diez peso!, de la pens>on mensual, quitaban el !¡ueño,a don Canuto, y se dio a encontrar un "moaus vivendi" sin pagarlos. Al fin hubo de ha~larlo. "
La dueña de la casa tenla dos hlJos a quienes habían expulsado de cuatro escuelas porque no pasaban de la c¡¡.rtilla. Delgado dijo que eso consistía en los maestros y se ofreció a enseñar a los <;lngelitos las pnme– ras letras, la gramátic!" ,la filosofía, l~ teolo– gía, la metalurgia y muchas cpsas ~as. La M..labrigo abrió la boc.. y confeso que no había sospech..do que tanta ciencia tenía eU", dentro de las cuatro paredes de su casa que no discuti6 el contrató, y al fin se convino en que Canuto no pagara pensión y enseñaría a los :muchachos.
Pero aun no estaba contento. Pensó Có– IDo excusaría el gasto del lavado y remen– dado de la ropa, y encontró el cantino. La Malabrigo llevaba las cuentas de la casa con granos de maíz. Delgado le demostr6. que este sistema no estaba a la altura del slglo: le presentó un libro en blanco y le ofreci6 encargarse de las cuentas, si le la~aban y 1'<:–
mendaban. La señora no entendló las exph– caciones que hacía don Canuto, y esto fue su– ficien±e para que aceptara el negocio.
Tenemos, pues, al niño con tres mil pe– sos guardados, alojado, mantenido, lavado y remendado sin sacrificio de dinero. Ya us– tedes ven que no es mal principio para un
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