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L1NCOLN, EL HOMBRE DEL PUEBLO

El color de tierra estaba en él, el rojo barro;

El gusto y el regusto de las cosas elementales, La rectitud y la paciencia del peñasco en el mar; . La dulzura de la lluvia que ama todas las hojas; La acogida amistosa del pozo junto al camino; El valor del pájaro que desafía al mar; La alegría del viento que agita los maizales;

La compasión de la nieve que cubre todas las cicatrices;

El secreto de los vertientes que se abren paso por debajo de la montaña hasta las grietas de la roca; La tolerancia y la ecuanimidad de la luz que alumbra con la misma liberalidad a la violeta que a la encina gigante fulgurando en el viento, al pequeño promontorio de una tumba que al alto monte que lleva el cielo a cuestas. Salido del Oeste

Bebió la juventud audaz de un nuevo mundo.

La fecundidad de la selva virgen fortaleció su mente, El silencio de las grandes praderas le serenaba el alma. Sus palabras eran encinas frutando,

Sus pensamientos eran raíces firmemente adheridas a la cantera de la verdad.

EDWIN MARKHAM

SILENCIOSOS E5TEN EL DIA DE HOY LOS CAMPAMENTOS. (Mayo 4-1865)

Silenciosos estén el día de hoy los campamentos

y los soldados enlutemos nuestras armas gastadas por la guerra,

y cada cual con alma pensativa se retire a lamentar La muerte de nuestro amado capitán.

No más para él los tempestuosos conflictos de la vida,

Ni la victoria, ni la del'l'ota -no más los oscuros sucesos del tiempo, Embistiendo como incesantes nubes en el cielo.

Pero canta, poeta, en nuestro nombre,

Canta el amor que le tuvimos -porque tú, el habitante

de los campamentos -lo conoces de verrlad.

Mientras enclaustran el féretro en la oripta

Canta -mientras oierran las puertas ele tierra sobre él-- un verso Para los oprimielos corazones de los solrlados.

WALT WHITMflN

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