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ba las rrtonedas ag)-egaba con aire paternal para guardar su talante patriarcal: "Acuér– date, Antonio, que un peso en el bolsillo es el rrtejor arrtigo en este rrtundo". ,
El suje±o que, se quiera o no, era algún
pelagatos o vagabundo, invocaba a Dios pa–
ra que derraITlara sus bendiciones sobre su
venerable benefactor y, saliendo de prisa ha– cia la plaza, rápidarrtente gaslaba los cobres apostándolos al "m.onte" en la prirrtera rrte– sa de juego.
Uno de los pasatierrtpos fa v oritos del se– ñor Garay, y que él corrtpartía con toda la
población de Olancho. era el de las corridas de tO,.os, entretenirrtiento en el que, allá en sus días de juvenlud, no desdeñaba tomar parte pero ahora solo se contentaba con pre. senciar desde el alto andarrtiaje levantado iantas veces COrrtO se celebraba la fiesta ex: presarrtente para él, fuera de la gran barrera
y desde donde se dOlninaba todo el redondel Conociendo esta debilidad suya, los torero~
sierrtpre le sacaban al rico Don Francisco fuertes conlribuciones. Nunca rehusaba él
las pe!icíones de sus favoritos, quienes, en
su conceplo, ofrendaban la vida para alegrar al público y celebrar COrrtO se rrterecía la Fun. ción de la Virgen.
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Las calles.-La iglesia.-En la plazCI.-Mantos de plumas. Población.-Espedáculo festivo.-"EI Bolero" y' "El Fandan– go".-Poesía olanchana.-Un "Feu de Joie".-Cena con el Padre.-Visitantes.-Mermelada de naranja.-Ambrosía de tamarindo.-EI primer Día de Función.-Cómo montan las muchachas y los galanes.-EI encierro de los toros.-Una carrera locCl.-Ceremonias religiosas.-Procesiones.-Lidia de toros.-Montando un toro.-Una "Chispa de oro".-Aire puro. Campemos ele plata y oro.-Reunión social.-"Poco
CI Poco". Doña Isabel.-Comprando polvo de oro.-Valle de la Concep– ción.-Panorama irisado.-A caballo con un cura.-Sitio para
una ciudad norteamericana.
Las calles de Juticalpa, como las de to–
das las poblaciones hispanoBtllericanas, son
estrechas, rrtal errtpedradas y calientes debi– do al resplandor del sol en las paredes eter– namente encaladas, por lo genral no huelen rrtuy bien. La lnayor parte de las casas Son
de un solo piso, los inferiores frecuentemente
están sin pavirrtento y el suelo desnudo sirve como piso. Los techos son lodos entejados lo que, a distancia, da la irrtpresión de eslar
la ciudad regulannanfe construida, no sien–
do ello así De los aleros de las casas las gentes habían estado colgando por varios días rarrtas y hojas de palmas y cedro, mien– tras que, de lado a lado de las calles prin– cipales y de techo a techo, se tendían cuer– das hechas de algún bejuco resistente, a los cuales se ataban haces de ocote que servi– rían COrrtO antorchas. La iglesia se hallaba igualmente adornada y los portales de los
edificios se veían cubiertos con ramas de pi–
no y cedro. Los interiores de las casas se ha– llaban tarrtbién adornados y el aspeC±o de la ciudad rrte hacía recordar en algo la decora– ción de las iglesias en el Norte, en época de Navidad.
Por invitación del Padre Buenaventura
fuí a ver los preparativos que hacían las mu– jeres de la ciudad, a cuyas manos la iglesia había sido confiada. El altar estaba rodea– do y cubierto con velas de sebo y colocadas
en pequeños sostenes de madera. Estas lu– ces se veían, asimismo, profusamente coloca–
das alrededor de los rrturos en los nichos, frente a figuras de santos adornados con oro– pel y ante los execrables rerrtedos de pintu– ras con que la iglesia estaba decorada. La
galería se veía abarrotada con velas a su al–
rededor Todo el edificio por dentro estaba guarnecido con tablas de cedro bien cepilla– das para cuyo trabajo se importaron carpin– teros de Jamaica, vía Trujillo. En conjunto es un edificio rrtuy aceptable y estuvo diez
años en proceso de construcción.
Cuando entrarrtos hallarrtos COrrtO dos do–
cenas de mujeres carninando silenciosamen~
te, con sus pies descalzos, sobre el pavirnen·
to enladrillado, con el esrrtero de sus rrtano S
el recinto había ya torrtado una apariencia imponente. El Padre dijo que habría una ilurrtinación parcial aquella noche, cuando se llevarían a cabo varios cererrtonias irrtpor– tanles. Cada vez que pasaban frente al al– tar las rrtujeres se persignaban fervorosamen-
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