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to dos veces al mes. Se anunció al fin que un bote descubierto y con una vela en estado lamentable y muy usada, saldría hacia San Juan del Sur, pidien,do su dueño la "modera– da" suma de $ 50.00 adelantados por pasaje. Levamos ancla a la caída del sol aprovechan–

do la nueva marea, nos deslizarnos veloz–

mente del puerto, pasarnos por Meanguera y los grandes promontorios de Conchagua y Cosigüina que, como las Columnas de Hércu– les, guardan la entrada del mejor puerto en la costa del Pacífico Norte. Una luna bri– llante iluminaba los picos distantes, y pla– teaba la marea que se rompía en los farallo– nes solitarios. El 'viento de la tierra nos em– pujó lejos hacia el Sur y al amanecer sólo Jos picos de los volcanes más alfos estaban a la vista. El Tigré, por cuyas inclinadas faldas subimos hasta la propia cima-meseta de lava y mantillo cubierta de exuberantes yerbas, aparecía ahora borrosa en el hori– zonte, irguiéndose t>- tres mil pies sobre el océano, como atalaya que para el marinero es un rasgo sobresaliente desde el mar. Du– rante tres días luchamos contra un viento del Suroeste y el viejo 'barco comenzó a hacer agua en tal magnitud que el patr6n (mari– nero de bongo que hacía. su prhner viaje por mar) Se pegó al tirrión y viró hacia El Rea– lejo, en donde dura.ilie elos días estuvo ha– ciéndole reparaciones. En este punio mi tri– pulación me infor¡;n6 seriarnente que el bote no era para navegar en el rnar y que, en consecuencia, aquí ferrnina,ría mi viaje. Si– guió una disputa, que fue finalmente lleva– da al Comandante del puerto, quien primero averiguó cuál era Ini credo politico aducién– dole que fuertemente me inclinaba a favor de Caste1l6n. Esta declaración mía, reforza– da por un cuarto de dob16n, decidi6 el caso a mi favor y Pedro fue obligado a que me devolviera tres cuapas parles del dinero que le había pagado por el pasaje.

Se consiguió otra lancha, y por la noche, en la buena lancha "Live Yankee", prose– guimos el viaje con el Capitán "Sam". Bre– gamos por dos días más en la costa nicara– güense y en un viraje perdíamos todo lo que habíamos ganado en otra, hasta que un vien– to favorable nos dio de sesgo y pudimos lle– gar al fondeadero de San Juan del Sur. Bor– deábamos un promontorio cuando se nos pre– sent6 el espectáculo alentador de un vapor de altura el "Uncle Sam", desplegando la bandera norleamericana, surlo y con sus cal– deras listas, recibiendo los últimos de los pa– sajeros de Nueva York antes de levar anclas

rumbo a San Francisco. Me pregunto si al.

guna vez contemplé con mayor alegría los colores rojo, azul y blanco I

Otra hora más y estaba cómodamente a bordo, con el cortés Capitán Blethen, dándo. me noticias. Los últimos periódicos mios de Nueva York tenían cinco meses de atraso Los del vapor sólo catorce días. Pronto ¡,;

pesada máquina empezó a moverse y Con un

disparo de partida, enrumbamos hacia el

mar.

De nuevo, entre VIeJOS amigos, con ge.

nuina nostalgia evoqué las imágenes de Un pueblo extraño y decadente y de un país de bellezas raras pero aún desconocidas. La

delicada trama de lianas y parásitas, el es. plendor y variedad de los paisajes, el aire vigorizante de las altas mesetas, los cielos de

un azul inmaculado y los ocasos irnperiales

iodo vino en ensoñación mientras bogába~

mas pasando frente a las montañas purpú. reas y las fajas obscuras de la selva. Aven. turas cerriles y cómicas, delicadas fan.l:asies sibarítica pereza y meditaciones somnolen: tes a través de una serie de siestas y de ciga. rros y tazas de aromático chocolate, propio iban esfumándose corno visiones de un pa. sado cuando nos abríamos paso hacia el Nór. te vigoroso y progresista.

La actividad desplegada en cada deper· tamento a bordo del vapor no se puede apre· ciar bien sino cuando súbitamente sale uno de un país hispanoamericano, en donde peno sar, hablar y moverSe activamente es una excepci6n a la regla de letargo y marasmo incurables. Hay algo inspirador en la activi· dad de los sirvientes y en la activa rutina de las obligaciones de cada hora. Pasar de Cerio tro América a un barco nortemnericano es corno despertar de un largo sueño. Aquí le– do era vida y acción. Los hombres dispula· ban con energía y reían tuerle. Parecia ha· ber más inteligencia a mi alrededor que en toda la' raza en medio de la cual había eS'

tado últimamente.

En menos tiempos del que había yo gas· tado en conseguir mulas en Nacaome pare hacer un viaje de treinta leguas, habia reco' rrido mil seiscientas millas de océano yen· trábamos ahora al espléndido puerto de Sap

Francisco. pasando por Punta Lobos, a traves de la Puerla de Oro, atracando con toda se– guridad en los muelles. Estaba otra veZ en mi suelo patrio I

FIN

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