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le urgieron buscar una alianza con Walker, y el des– graciado Coronel envió a tres de ellos a Granada con este objeto.

Walker los recibió cortésmente, pero al oir la pro– puesta de unir sus fuerzas con Kinney, mostó su indig–

nación. Kinney, les dijo, no tiene derecho de estar en Nicaragua El sólo podría ser considerado como un enemigo del gobierno de Nicaragua "'Diganle al Go– bernador Kinney, al Coronel Kinney, o a Mister Kinney, o como quiera llamarse, que si le echo el guante en territorio nicaragüense, de segura lo cuelgo!"

La amenaza rompió la delgada cuerda de lealtad que unía a esos hombres con Kinney. Conferenciaron brevemente, Y luego dijeron "General, no deseamos regresar a Greytown Nos gustaría ingresar a su ejér–

cito",

Parecía a todos que Walker había logrado un triunfo sin esfuerzo Mas impotente como Kinney estoba sin embargo tenía una cosa que Walker necesi– toba Aquel contaba can la amistad de la Casa Blan– co y especialmente de Sidney Webster, secretaria privado del Presidente Pierce Otro de sus respaldos financieros era Caleb Cushing, el Procurador General de los Estados Unidos Dos de los oficiales de alto rongo de Walker, quienes habían conocido a Kinney en los Estados Unidas, llegaron a la conclusión que los in– tereses de ambos hombres necesitaban un acomodo, y

con esta creencia hicieron un viaje a Greytown, y ur– gieron al Texano ir a Granada y hablar con Walker Ellos, le dijeron, le daban sus palabras de honor por su seguridad personal Bajo la impresión de que la invitación tení'a la aprobación de Walker, Kinney oceptó

Mientras tanto, Walker había preparado un de– creto declarando que toda la Mosquitia, aun el terri– torio reclamado por Kinney, pertenecía a Nicaragua Inmediatamente después que ese documento se había hecho público, supo, con gran sorpresa, de que Kinney estaba en Granada Su primera impresión fue de que el Coronel había venido a entregarse y buscar un pues– to en el gobierno de Nicaragua, y con esta creencia

consintió a una reunión

Cuando Kinney entró en su oficina, Walker esla– ba frío pera no hostil. Fue un golpe para él oir la propuesta de que los dos gobiernos se reconocieran mu– tuamente y de que él usara su ejército, si fuese necesario, para proteger a Kinney en sus posesiones Incrédulo, simplemente le quedó viendo Mas la te– naCidad era el punto fuerte de Kinney y su larga expe– riencia en luchar contra los Indios y en embaucar a los colonizadores en la frontera Texona, le habían dado cierta astucia y un crudo poder verbal "Había ad–

q~irido", dijo Walker de él, "esa especie de conoci– ""ento y experiencia de la naturaleza humana derivada del ejercicio del tralante en mulas". Pringando su conversación con palabrotas, las que usaba inconscien– temente, sin darse cuenta del desdén con que se le

;.sc~chaba, hizo caso omiso del rechaza de Walker.

emo derecha de estar en la Mosquitia, afirmó Su

~erecho había sido pagado en dinero sonante y ~on­

dante . Sus asociadas habían gastado hasta ahora más e Cien mil dólares en el proyecto de colonización

¿Cómo podría Walker, razonablemente, esperar que lo abandonaran?

Walker hizo a un lado ese argumento "Usted

no puede sobrevivir un mes rnás ll

,

le indicó/ "sin la

protección y ayuda del gobierno de Nicaragua. Por que he de ayudarle? Qué ofrece usted en cambio?" La respuesta de Kinney fue definitiva Podría troer a Nicaragua un buen número de colonos ameri– canos; estaba en posición de negociar un préstamo en los Estados Unidos, y lo que es mós importante, podría hacer mós que cualquier otro para asegurar el recono– cimiento americano de Walker

Esos eran argumentos poderosos, y a pesar del prejuicio contra el hombre, Walker titubeó, suspendien– do la reunión para el día siguiente Por unas horas pareció que una especie de alianza, después de todo, se arreglaría entre los dos Pero Kinney era un hom– bre que no podía olfatear el marenate olor del poder sin perder los sentidas, Embriagado de esperanzas y

carente de cordura, cometió uno ofensa que, a los ojos

de Walker, era imperdonable Apenas se había sepa– rado de Walker cuando obtuvo una audiencia privada can el Presidente Rivas y se dedicó a desacreditar a su rival El ejército de Walker, le dijo a Rivas, caería sobre el país como una plaga de langostas Se pre– sentó a sí mismo cama un hambre de paz y de empresa,

sin ambiciones políticas Colonización, agricultura,

sangre nueva, estas eran las necesidades de Nicaragua Para el pais un colono americano valia más que cinca soldados

Rivas, sin impresionarse, contestó que Nicaragua,

amenazada de invasión, contaba con Walker Luego despidió a Kinney y para asegurarse de que Walker, si llegaba a saber de la reunión, no malinterpretara su naturaleza, le envió un detallada informe de las afir– maciones de Kinney y sus propias respuestas

Aun ahora, si Walker hubiera escogido disimular, hubiera podido fácilmente mantener a Kinney esperan– do sin comprometerse can él, hasta no haber hecho uso de sus conexiones con Pierce, pero esto no podía resig– narse a hacer Cuando el optimista Kinney se pre– sentó a la mañana siguiente, la voz y las palabras de Walker fueron suaves y restringidas, pero enérgicas.

liNo deseo más comunicación con usted

l

señor Kin–

ney", le dijo "Usted ha usado métodos impropios al

discutir cuestiones de gobierno Jl

Kinney, un hombre fornido, quedó mudo ante la delgada figura de su adversario, y Waiker agregó "He

ordenado su arresto"

'''Arresta!'' gritó Kinney "Usted no puede hacer eso! He venido aquí bajo la garantía de su salvo–

condúcto"

Esto era nuevo para VValker, pero al informarse, encontró que tal promesa le había sido dada realmente Allí mismo cambiá su orden de arresto por Ja de depor– tación, y Kinney fue llevado ignominiosamente a Grey– town, bajo guarda armada El abandonó el país poco tiempo después

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Noticias del rompimiento entre Kinney y Walker llegaran a Washington poco tiempo antes del arribo de

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