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UN NUEVO ENFOQUE DE LA INTEGRACION

CENTROAME~ICANA

ENRIQtIIl GUlER SAENZ

Presidente del Colegio de Abogados

de Costa Rica

Cuando las Provincias Unidas de Centro América, roto el lazo que por tres siglos las mantuvo atadas entre sí y sujetas fuertemen–

te a la corona española, resolvieron sin disi–

dencia alguna, jugarse hennanadas su des– lino en la vida independiente, entre ellas se interpuso la fuerza disolvente de la cordi– llera andina. Y el comercio libre, que ha sido el vínculo mayor de unión y paz entre los pueblos y el mejor sustento de su pro– greso, desdichadamente fue incapaz de neu– tralizar la fatalidad de la montaña. El in– tercambio de productos entre los países del Istmo, hasta entonces supeditados a la eco– nomía de la metr6poli y por lo mismo acos–

tumbrados a comerciar exclusivamente con

ella, fue y continuó siendo por muchos años una actividad rudimentaria. En la soledad de los senderos húmedos y fríos de la sierra

y en el silencio de los caminos polvorientos

y sofocantes de las llanuras, sólo se oían de vez en cuando el trote de las mulas arrieras

y el munnullo de los indios cargueros que transportaban los pocos artículos de comer– cio intrarregional: mulas de Chiriquí, mole– jones de Cartago, cacao de Matina, quesos de Chontales, tabaco de Copán, bálsamo de Sonsonate, jergas de Quetzaltenango y jaleas de membrillo de Antigua.

Hoy, domeñada la cordillera por el es– fuerzo del hombre y desmanteladas las ba– rreras aduaneras por voluntad también del hombre, por la carretera interamericana rue– dan estrepitosamente, a través de la cintura central, los camiones cargados con las mer– caderías que comienzan a producir los talle– res y las fábricas de la naciente industria

centroamericana, mientras bajo el cielo azul,

blanco y azul de la América Central, surcan los aviones en que viajan los líderes de las

finanzas y de los negocios. Pero eso no bas–

ia. La integración econárnica internacional,

corno bien saben ustedes, es un proceso di– námico sujeto a la tendencia inmanente de avan"ar en fonna progresiva, hasta desem– bocar en una uni6n econ6mica total, que es la etapa más alta de la integraci6n.

Si una comunidad económica interna– cional no es una simple uni6n aduanera, si– no más bien une¡ organización supranacional que pretende, tarde o temprano, coordinar las economías de las naciones asociadas, por mucho que la cooperaci6n económica inter–

nacional deba su nacimiento, preciSBrnente,

al pensamiento liberal y trate, por ende, fo– mentar la propiedad privada, la empresa li– bre, el comercio libre y la democracia libe– ral, una vez suprimidas las vallas arancela– rias, además de abrir las fronteras a la circu– lación irrestrícta de mercaderías, capitales, y personas, es preciso tender transitoriamente una empalizada proteccionista en la perife– ria del mercado común, regular los transpor– tes, vigilar el libre tránsito, unifonnar en lo básico las legislaciones mercantiles, fiscales

y sociales, y crear, finalmente, los órganos

ejecutivos y jurisdiccionales necesarios para el acertado gobierno de la comunidad eco– n6mica.

y iodo esto, corno es obvio, requiere un

marco jurídico fino, sutil y casi pudiéramos decir de una precisi6n tan admirable que pa– ra algunos parezca hasta pedante. A falta de ese delicado marco, se arriesgaría a que la asociación, después de unos cuantos bal– buceos, se perdiera en el limbo de las ama– bles intenciones. De modo que, sin censu– rar en la mezquina posición negaHva de los

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