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cláusula propuesta, le pareció que tenía poco significa–

1'10 práctico a la luz de otras secciones del tratado Los boquetes en el documento, tal como estaba formulado,

eran lo suficientemente grandes como para permitir a

la flota británica pasar por e[los si fuese necesario, y

si ra nueva cláusula pudiera servir para asegurar su

ratificación, él no la rechazaría Mas tampoco estaba deseoso de aceptarla así no más Su consentimiento

tenía que hacerlo aparecer como una gran concesión

que Clayton deseaba informar al Senado Asumiendo

un aire de herida inocencia el embajador reconvino

gentilmente a Clayton por su inconstancia Pero

cuando el Secretario.. en marcada angustia mental ..

amenazó con echar por la borda el tratado, Bulwer pa– reció capitular "No vale la pena estar dando vueltos

alrededor de nosotros mismos", escribió a Clayton, "y

no está en nuestros caracteres Ahora consiento q

todo lo que ha pedido"

Clayton estaba alborozado Escribiendo al Emba-jador Americano en Londres le decía triunfalmente que desde ahora en adelante el protectorado Mosquito seria

solamente l/como la sombra de un nombrell Había también una nota de satisfacción en el mensaje presi–

dencial que acompañaba el tratado, cuando fue for– malmente sometido al Senado "Encontré a la Gran J3retaña en posesión de cerca de la mitad de Centro América, como aliada y protectora del Rey Mosco Ha

sido mi objeto, al negociar este tratado, no solamente

asegurar el pasaje a través del Istmo sino mantener la independencia y soberanía de todas las Repúblicas de Centro América El Senado juzgará cuán bien es– tos objetivos han sido alcanzados"

La opinión popular, según se reflejaba en la pren– sa, estaba marcadamente dividida Algunos diarios ensalzaban el tratado como una obra maestra de inte– ligencia política, por medio de la cual la guerra con Inglaterra había sido evitada Otros lo veían como un repudio de la Doctrina de Monroe El New York HERALD fue tan lejos Como para atacar a Clayton

como ItdébW' e "ignorante" y abiertamente aregaba

que el tratado había sido "urdido" por Joseph White para los intereses de Vandel bilt Mas Clayton perma– necía confiado que sus esfuerzos serían vindicados por el tiempo Inglaterra, aseguraba al Senado, había en consecuencia abandonado su política de usurpación en Centro América Los dos grandes poderes Anglosajo– nes se darían las manos fraternalmente en interés del comercio y de la paz duradera Y los senadores, res– pondiendo quizás menos a la elocuencia de Clayton que a las intrigas de Joseph White, se apresuraron a votar y a ratificarlo

Este era el momento para que Bulwer jugara el as que tenía escondido en la mano Tomó la forma de una breve nota en la que simplemente declaraba que

él lino entendía que los comprom¡sos de la convención

se aplicaban a los establecimientos de Su Majestad en Honduras o sus dependencias" Mientras Clayton leía, la fría realidad debe haberle molestada E[ tra– tado, en verdad, decía que los ingleses no ocuparían, fortificarían, o colonizarí'an cualquier parte de Centro América Mas, qué era Centro América? Era sim– plemente un vago término geográfico, como el Oriente, o el Levante Comprendía todo el Istmo o solamente

las cinco repúblicas independientes? En ninguna parte del tratado estaba definido No es que Clayton había seriamente esperado comprender a British Honduras, una colonia de la Corona por largo tiempo establecida, bajo las restricciones del tratado Si Inglaterra esco–

gió considerar esta posesión como distinta de l/Centro

Américp", los Estados Unidos apenas si podrían obje– tar Mas la verdadera amenaza de la nota de Bulwer estaba en la palabra "dependencias" Por qué es que

era ahora introducida, por primera vez, en el diálo90?

He aqllí una clara inferencia de que Inglaterra había

decidido hacer sus otras posesiones centroamericanas,

dependencias de British Honduras, y de esta manera

removerlas también de l/Centro América ll y así librar–

las de, las restricciones del tratado Si la Mosquitia llegara a ser una tal dependencia, podría ser ocupada y fortificada al antojo de Inglaterra, sin una violación técnica del tratado Además, puesto que las fronte– ras de ,la Mosquitia estaban en gran parte indefinidas, como estaban, en realidad, aquellas de las cinco repú– blicas, no habria nada que impidiera o/ "Rey de los

Mosquitos ll reclamar aun más territorio centroameri–

cano como parte de sus tierras ancestrales, tal como

lo habla hecho en el pasado

Clayton podí'a divisar la tormenta que se agitaría en el Congreso y en [a prensa, si se confirmaba la sos– pecha de que el tratado no había conseguido más que eso El disgusto y el ridículo resultante podría impe– dir la promulgación del tratado, destruir el prestigio de

la adm:inisfración

r

poner fin a toda esperanza de canal,

dañar a [os inversionistas que habían compardo accio– nes en las compañías de Vanderbilt, y posiblemente conducir a la guerra Par otra parte, el Secretario no podía permitirse hacer Caso omiso de la nota de Bulwer.

Seguir una táctica evasiva era su única solución Al

escribir al Presidente del Comité de Relaciones Exterio– res del: Senado le pedía su acuerdo personal en el pun– to de vista de que el tratado no tenía intención de aplicarse a British Honduras, mas evitó cuidadosamen–

te toda mensión de las

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dependencias" De esta

maner(l logró conseguir del inocente senador su con– cordanCia en que "el Senado perfectamente compren– día que el tratado no incluía a British Honduras"

Fortalecido de ese modo, C[ayton escribió a Bul–

wer reconociendo que "British Honduras no estaba comprendida en el tratadollf pero negándose

11 0 afir–

mar o negar el derecho británico a sus establecimientos

o sus supuestas dependencias ff En cuanto a las fron–

teras de los Estados Centroamericanos, admitía que no se podía hacer ninguna alteración al tratado con el objeto de definirias, "sin referir las mismas al Sena– do" Pero, quizás algo se podría hacer en el futuro

para remediar esta omisión?

A este débil esfuerzo, Bulwer replicó con sarcasmo apenas velado "Entiendo que Usted no se considera llamado a señalar en este momento los límites exactos de los establecimientos de Su Majestad sino que Usted reconoce plenamente que el derecho de Su Ma– jestad a los mismos permanecerán tal como están . Ahora me considero autorizado para cambiar la ratifi– cación del tratado de Su Majestad por la del Pre– sidente de los Estados Unidos"

Clayton, en realidad, había consentido a una

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