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« Previous Page Table of Contents Next Page »nd!:" el ambiente se otorga por m.edio de dtpidas d~scripciones metafóricas. E~ autor r o se. lim.i±a a. hacer qu!" sus pers,?naws h.a–
~len ellenguaJ~ cam.pesmo: l~ ,:~?rilie el m.lS-o' como, propIO; en' su' condlClon de narra– :ro;.
y la! verdad es que con frec,!e~cia ex~"
gera la; nota, ai grado tal que la ul±1m.a edl– ión , de "Cuen±os de Barro", tiene que com.–
~leznentarse con un diccionario de ~,?dis~os,
que' abarca nada' m.enos' que 25 pagmas lm.– reS as . y algunos, son falsos modism.os, son
~alabrasarbi±rarias¡ inventadas por Salarrué. Varios de, los, relatos contenidos en este "olumen¡ han llegado a ser clásicos, por su calidad¡ son. "La botija~', "Sem.os Malos", "La
ra P Y' "El negro".
han 1 . 11 1 l' " En Sa arrue ega a a cu =aClon esía corrien±e·vernácula, Y en él parece detenerse. Si,seüe ha im.i±ado, no ha sido con m.ucha for– ±una. Ouizá considerando que,ése'es ya un "enero agotado, o que' es m.uy difícil dar una nota nueva en la' m.ism.a cuerda, los autores actuales han buscado otros cam.inos.
El' regionalism.o urbano es para' nosotros más reciente. Se diría que pertenece a los escritores nacidos en este siglo, de no- existir unos' pocos an±eceden±es, proporcionados por nuestros' m.ayores.
Don Francisco Herrera Velado, (1876) pu– blicó hacia 1926 un, volum.en titulado "Agua
de coco", obra cuyos: cuentos' se desarrollan
en ciudades y pueblos del deparíam.enío de Sonsona±e; Hay en todos ellos, una, donosa picardía. Son am.ables, aunque nO de mu– cha enjundia.
Rivas, Bonilla; a quien ya citamos al ha– blar de la vertiente rural, tiene también cuen· tos urbanos, de sanor localis±a. Se encuen– tran', en el libro "Me m.onío en un potro" . Todos son hum.orísticos, y algunos, de extra–
ordinaria, gracia, como "EI, albur", y JJOuien
no se arriesga". .
El autor que quizá representa m.ejor esta corriente, es Manuel Aguilar Chávez, en cuyo libro pós±um.o, publicado bajo el titulo de
"Puros euenios", aparecen relatos de esta ín–
dole, casi exclusivam.en±e. El hom.bre' del mesón; el de la' pensión barata, el oficinista modesto; el em.pleado de po'cas' perspectivas, la cos±ureri±a, son losipersonajes'que prestan a SUs cuen±os,un encan±o'y una ternura pecue liares. Se,vale Aguilar Chávez de las defor– maciones del lenguaje que ya han venido a ser, usuales' en los tra±am.ien±os criollisías o localistas, y, en esto, desgraciadam.en±e he– mos de afirm.ar que acierta poco; No sólo porqJ,1e exagera, sino también porque, poco
exigenfe en el proceso aufo-critico, cae con
facilidad en vulgaridades, de m.al gusto o en grafías artificiosas, que estorban m.ucho al ojo, al oído Yi a, la sensibilidad del buen lec· toro Estas deficienciasose explican por el he– chode.haber·sido Aguilar Chávez un hombre a';l±odidac±a, que Se form.ó en' la vida, escri e blendo siem.pre de prisa en las redacciones de los, periódicos, urgido por toda clase de
requerim.ien±bs vitales, sin tiem.po; tal vez, para' corregir lo, que iba saliendo de su plu–
InB.
El cuenío de alcances universales ha sido espléndidam.en±e cultivado por Salarrué, en algunas'de sus obras, com.o "Eso y m.ás", "El
cristo negro"', "La espada y oiras narracio– nes".
Salarrué, hom.bre de especulaciones m.e–
ia..físicas:y convicciones teosóficas, lTlanifiesia
en sus relatos esas tendencias de su espíritu. A veces, parece navegar en un m.ar de fuer– zas astrales, entre paisajes de íngravída m.a· tería Y' de realidades evanescentes y huidi–
zas, corno ocurre en "ReIUontando el Ulúan",
obrita que hace m.uohos años no vemos por
ninguna parte} a veces, se dedica a filosofar
sobre el bien y el m.al, com.o ocurre en "El cristo negro", "El niño diablo" y alguna otra de sus producciones. De ahí puede inferirse que, en opinión del autor, el m.al no es sino la, otra cara del' bíen; que el m.al es indíspen– sable para la existencia del bien, o que, com.o dice Faus±o a Mefis±ófeles, el demonio ±rana– ja para Dios. Otras veces, nos refiere suce– sos de ±ransm.igración de las alm.as, o de ca– riz prodigioso, com.o en "la Mom.ia", uno de los cuentos m.ás herm.osos y m.ejor organiza– dos de la narrativa salvadoreña, o oom.o en "La wasawasa", que aparece en el últírno de sus volúm.enes publicados.
A.quí Salarrué logra obras de valor ecu–
ménico. Si "Cuentos de Barro", le dieron su
nombradía entre los extranjeros ouríosos que deseaban saber algo acerca de nuestras ma– neras' regionales, Y' entre las gente de casa, las narraciones" a que hoy nos hem.os referi, do, le han, ampliado grandem.en±e el núm.ero de sus leC±ores. Porque, qUlerase que no, el
regionalism.o es una limitación; y es a su vez
lim.itador. AlleC±or le resulta cansado tener
que leer consultando, a cada instante. un vo,..
cabulario de m.odism.os.
Por eso m.ism.o que acabam.os de indicar, máxim.e cuando se pertenece a un país de
tan escasa extensión ierriforial
COlTlO el nues–
±ro; la" mayoría de los nuevos autores m.adu– ros, lb ha abandonado ya, en busca de for· m.as y contenidos de m.ayor capacidad com.u– nicativa. La juventud quizá tambíén con_ vencida de esa tendencia tuvo en Salarrué
sus' logros lTlás cabales. y no podrá superár–
sele' con facilidad, aspira a ser leída y com– prendida en un ám.bi±o mucho m.ás amplio que el que podría otorgarle cualquier form.a circunscrita alo m.edio.
Acaso, en parle, los viajes y las' lecturas,
hoy m.ás frecuentes que ayer, hayan invitado a esta aC±itud.
Cultivan el hum.orism.o pocos de nuestros autores: Rolando Velásquez, José María Mén– dez, eníre ellos. Aquél parece ridiculizar al ridículo, es decir, reírse de lo que aquí llamae mos"bayunco", y de m.anera especial, de los rom.anticismos acaramelados de las niñas bo– bas. José Maria Méndez, en cam.bio, ende-
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