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« Previous Page Table of Contents Next Page »triunfo de lo justicia, mayor lo fue cuando doña Ma– riana Ugarte de Carrales le informa que el 1 Q de Marzo los partidQrios de Arias lo buscaban para fusilarlo sin trámites Esto lo habí'a sabido la Sra de Corrales par conducto de la esposa del General Guadalupe Reyes, Gobernador de Tegucigalpa en los díbs del terror El Ministro Altschul, que tan amigo se mostraba de Guz– mán cuando éste gozaba del favor presidencial, fue el más empeñado en que lo fusilaran
En esos días nuestro escritor firmó un contrata con Manuel Mejía Bárcenas en virtud del cual éste se
comprometía Q imprimir por su cuenta una selección
de artículos de Guzmán, relativamente pequeña, de otra manera -decía éste- habria que hacer varios gruesos volúmenes" Mejía Bárcenas consiguiá que
el Gobierno de Honduras imprimiera 3 mil ejemplares de la obra de Guzmán, a éste le quedaría algunos pe– sos, pero el editor se llevaría la mayor ganancia. Sin embargo, este proyecto terminó con lo caída y fuga de Arias y compañeros El mismo Mejía Bárcenas huyó precipitadamente de Honduras y perdió los papeles que le había entregado Guzmán
El nuevo Gobierno no restituyó a Guzmán en sus puestos, ni lo favoreció de ninguno manera Verdad es que él no intrigó ni pidió, porque el uso de estos recursos no formaba parte de su carácter Pronto lo acometieron las inquietudes del emigrado que no en–
cuentra reposo en ningún sitio, y resolvió marcharse a
Son Salvador
105 - El autor conoce a Guzmán, y la impresión que le causó (1906)
Se radicó por fin Guzmán en Son Salvador, y ollf, siempre in~onsoble en el manejo de la pluma, escribe con su conocido y ya falJ1oso seudónimo fl Moro Muzo
artículos de crítica y de gramátíca en La <:Juincena,
revista que dirigia en aquella capital Vicente Acosta y en la que colaboraban las mejores plumas centroame– ricanos de lo época
Por el año de 1906 tuvimos ocasión de con.ocer y tratar muy de cerca a Guzmán en San Salvador AIIf puclimos apreciar lo que más tarde leímos en los apun– tes biográfiCOS que de él escribió don Anselmo H Rivas, que era un hombre de "'simpática presencia, maneras correctas, fino troto, conversacián chispeante y amena, carácter jovial" Aquf su indumentaria de los buenos tiempos Vestía cuidadosa'mente, casi siempre de dril, y tanto en el traje comó en su persona, era esmerada– mente aseado. En la cabeza redonda y bien formada, el cabello blanco era ya escasísimo, y del mismo modo
eran blancos el bigote y la barbilla La boca con ul10 exp' esión <;'le ironfa inconfundible, el ojo pequeño y expresiVO, la nariz aguileño y la tez mate Hablaba con reposo, pronunciando distintamente todas las le– tras, y tenr'a la costumbre de sobarse las manos Ja– más se alte. aba en las discusiones y el mismo reposo y
mesura privaban en sus escritos, pues en ninguno de
ellos, ni en los más fuertes, se nota lo nervíosa violen– cia de los que escriben posef'clos de frenética pasión Comedido hasta para decir la verdad a sus enemigos,
, nunca le oímos una expresión de odio o rencor
En su vida privada era metódico y arreglado Mantenía sus libros y papeles en orden y en el lugar que les correspondía, y aunque a menudo los ocupaba, nunca los dejaba abandonados sobre la mesa o los asientos Tenía horas determinadas para cada ocu– pación a tal escribía, a cual otra leía, y una invariable para sus diarias visitas
Visitábanos diaríamente por la noche a una hora determinada En la tertulia su palabra era la más atendida porque además de ser la más instruida, era la más amena Referianos anécdotas de su vida y las contaba con mucha sal, en lenguaje sencillo y castizo, sin pedanterfas ni afeites, tal coma escribia Era aten– ta, y en su conversación se dirigía personalmente a todos los de la rueda, desde el más viejo hasta el autor de este libra que no era más que un muchacho de
quince años
~u memoria era prodigioso, él nos los díce así al– gunas veces en sus escritos, y ya tuve ocasión de • experimentarlo por mí' mismo Recordaba las fechas y los acontecimientos más minuciosos, rara vez llegaba a casa sin que nos recordara el acontecimiento del día, y ya fUera por su feliz memoria, ya porque leyera dia– riamente sus apuntes personales, es el caso que todo lo que refería era ajustado a la verdad
Guzmán escribía con calma, casi dibujando cada palabra en el papel De allí que su letra resultara tan clara y distinta, porque tenía ojeriza con los gazapos de imprenta y quería quitar a los cajistas todo pretexto de cometerlos Rara vez hacía enmendaturas, y a pesar de ello, salía su dicción pule. a, salada y sin re– peticiones ni de palabras ni de conceptos Amaba su estilo y su reputación, y más que todo ponia gran cuidado en escribir con claridad y precisión, al perfec– cionamiento de estas cualidades de su arte dedicaba él toda su ímproba constancia. La inclinación natural le inducía a ello, pues era gramático por afición, y escribíd bien porque era gramático
--.Jamás pasa un día ~nos dijo en cierta oca– sión- sin que yo abra la gramática y lea por lo menos
una línea
Agregaba a este excelente estudio la lectura coti– diana y atenta de los mejores pr asistas y poetas de la lengua
106 - Como a pesar suyo se vio Guzmán envuelto en el torbellino
revolucionario cuando regresó a Nicaragua (1910)
A principios de 1908 regresó a Nicaragua Guz– mán Hace tiempo que no escribe sobre política, y vuelve a su patria con el propósito de no mezclarse activamente en ella, por lo menos mientras impera el
régimen liberal que lo habfa perseguido tan sañuda– mente.
Además se siente cansado y viejo En Octubre de aquel año escribe a su amigo don Esteban Escobar. -102_
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