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« Previous Page Table of Contents Next Page »se le capturó y se le decretó deportación a la isla del Maíz, Corn Island) Eso vallan las amnistías de Ze-laya! E . t - . 11M C'b . s es a una pequena 15 a en e ar en e, casI
inhabitada, perdida en el Atlántico. La deportación a este lejano y solitario lugar era peor que una sentencia de muerte, era condenar a Guzmán a perecer lejos de los suyos, apartado de la sociedad humana, en una agonía lenta y cruel
El 20 de Enero de 1901 fue conducido en el vapor
Vicioria al lugar de su horrible castigo Pero los ami–
gOS de Guzmán vigilaban por él, aun ignorándolo él mismo Don Alejandro Chamorro se comunicó por carta con el Dr Isaac Guerra, de Rivas, y este ingenio– so y excelente amigo combinó un magnífico plan de
evasión
El vapor Victoria hizo escala en San Jorge El Dr Guerra llegó a saludar a Guzmán y le expuso el pro– yecto Guzmán, viejo, cojo, lleno de achaques se asustó a la idea de huir, pero la perspectiva que tenía por delante era mil veces más terrible, y se decidió a arriesgar el todo por el todo
Guerra invitó a Guzmán a bajar a tierra y tomar un almuerzo que había hecho preparar especialmente para el prisionero
-No sé si me darán permiso -dijo Guzmán di– rigiéndose al oficial encargado de custodiarle
-Puede ir -repuso éste-, pero con centinela de vista
Guzmán y Guerra se instalaron en una mesita y comenzaron a almorzar Los centinelas se distribuye– ron frente a las puertas por donde el prisiOnero podía fugarse Ya que acabaron el almuerzo, Guzmán pidió permiso para ir al solar a satisfacer una necesidad. El custodio se lo consintió, y no viendo por dónde podía 'escaparse, lo dejó ir solo, acompañado de Guerra
Era el solar co";'pletamente cerrado, y tenía en el fondo, en lugar de tapia de adobes, una alta y apre– 'oda línea de cardos erizados de espinos No había escape para el prisionero Pero Guerra, de antemano v muy hábilmente, habla hecho abrir un boquete entre los cardos que una tabla tapaba provisionalmente, y por allí, en el momento oportuno, removida la tabla, se deslizaron los dos Al otro lado les esperaba un par de buenos caballos bien aperados
Cuando la custodia se hizo cargo de que el pri– sionero tardaba, se dio a la búsqueda y constató que habra desaparecido Todo fue bulla, carreras, alar– mtl, funcionaron el telégrafo y el teléfono, se buscaron caballos y se despacharon comisiones en persecución de los fugitivos. Por todas partes les daban las señas Por aquí pasaron, eran dos, iban en un caballo blanco y en otro retinto.
Los perseguidores llegaron a un lugar cerca de Belén, donde la pista se les hizo confusa, pero al fin no faltó el informe de costumbre
-SI, por aquí pasaron. no irán lejos. un caballo blanco y otro retinto.
Al cabo los sabuesos del gobierno dan alcance a los fugitivos No había duda' el uno montaba un ca– ballo retinto, el otro iba en uno blanco. Pero al exa– minar de cerca a los jinetes, ninguno de ellos resultaba
ser el priSionero A pesar de eso, fueron llevados a Rivas, y allí, de nuevo identificados, se constató que ninguno de ellos era Enrique Guzmán. Y sin embar– go, los caballos eran el uno blanco y el otro retinto.
El misterio obedecía 01 astuto plan combinado por Guerra Condujo éste a Guzmán a un bosque cerca de Belén y se internó en la espesura, allí les esperaban dos hombres que montaron en los caballos de los fugi– tivos, y salieron al camino que aquéllos habían dejado. Estos fueron los capturados, pero la persecución había cesado
Los fugitivos no pararon hasta llegar a la Que– brada Catarina, una ensenada que forma el Gran Lago en las costas de Rivas, casi frente a la isla de Zapatera; de allí se fueron a refugiar a un lugar montañoso cerca de Potosí, donde estaban a cubierto de toda denuncia, porque la gran mayorla de los habitantes son conserva– dores
En este lugar padeció Guzmán de un antrax que estuvo a punto de acabar con su vida. El Dr Guerra trató aquella infección con lbs medios primitivos que tenía a mano Agua caliente en un guacal era el antiséptico y el cortapluma sirvió de bisturí. Soledad, altas fiebres, dolores, todo lo arrostraba el fugitivo an– tes de caer en manos del tirano que lo hubiera hecho morír a paros o recluIdo en una cerda penitenciaria con cadena al pie o abandonado en una isla casi desierta y perdida en el mar Caribe
Entre tanto los días pasaban y las autoridades no cesaban en sus pesquisas, hasta que vino un telegrama de Costa Rica dando noticia de que Guzmán estaba en aquella tierra hospitalaria sano y salvo.
No erel osi, sin embargo, sino que esto también formaba parte del plan del Dr. Guerra El y Guzmán permanecían aun en Nicaragua, viviendo en lo más crudo de la montaña Se entretenían en leer los es– casos periódicos que les enviaban, y Guzmán escribla su Diario Intimo. Hay una circunstancia en este Dia– rio que merece mencionarse Guzmán mostraba sus escritos a Guerra y éste siempre encontraba una frase en geroglíficos Intrigado por aquel enigma, pregun– tó a Guzmán qué significaban aquellas indescifrables líneas. Guzmán le explicó
-Apunto eso para marcar el dio que tomo mor– fina;
Guzmán se aplicaba a"luel lenitivo para mitigar el dolor de la herida que le infirió Carlos Selva en 1880 y que lo dejó cojo p\lra toda la vida El Dr. Guerra se empeñó en curarlo este vicio y lo consiguiá.
Calmadas las pesquisas de la autoridad con el fingido telegrama, Guzmán y su abnegado salvador, una noche de luna, silenciosa y callada, emprendieron la marcha hacia Costa Rica, por veredas, por barran– cos, a salto de mata, como sallan los enemigos del régi– men terrorista que afligla a Nicaragua donde sólo los malhechores no se velan en la necesidad de transitar por los caminos de la fuga Y osi traspasaron la fron– tera y pudieron respirar libremente en la vecina Repú– blica, siempre hospitalaria para los que en Nicaragua no encontraban ni paz, ni reposo, ni respeto a sus bie– nes. -99-
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