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nuestro cQmpatr'iota ¿quién escapó de su lá– piz radiográfico? Ninguna de las personali– dades más famosas de las esferas del arte, la ciencia, la política y del pensamiento, tanto de Europa como de América. Toña Salazar ha sido conferenciante, solicitado por nume– rosas Universidades del Uruguay, Argentma, Chile " asimismo colaborador del mejor pe– riodismo de América y Europa. Gómez Ca– rrillo lo llamó -·-en artículo consagratario– en el "A. B. C:' de Madrid: "El Príncipe de los Caricaturistas".

ALFONSO REYES

La naturalezl'1 es redundante. Siempre es "trial and error", acumula obstáculo y es– torbos. En su urgencia creadora, no tiene tiempo de escoger, decía Goethe. Y Miguel Angel afirma que la belleza es la eliminación de lo superfluo. .Casi estoy por añadir: tam– bién la verdad. Un escultor antiguo presen– taba un tosco bloque de mármol y pretendía haber hecho un busto de Plat6n: -no hay más que quitarle lo que sobra- explicaba. Ese bloque inexpresivo y mudo es la natura– leza. Como ignoramos su propósito, y como cuenta con la eternidad para rectificarse sin fin, solemos decir que no se equivoca. Tarda siglos en establecer uno de esos hábitos me– dios que, en nuestro candor llamamos leyes. Pero el mago, el hombre, no se deja engañar ni siquiera por los sentidos: descifra, inter– preta, reconstruye, descubre el secreto y ace– lera el destinó.

¡Qué metafÍsica -si tuviéramos tieln– pO-, qué nUevo arie de leer el mundo en las caricaturas trascendentales de Toña Sála– zar! El se va derecho al coraz6n de las co– sas y las atraviel'a con ese su rayo de luz oscura. Calcina las apariencias, reduciéndo– las a las solas líneas que explican y acari– cian. Como en el chascarrillo popular de Col6n, cuando Toña Salazar nos pasa su es– pejo por delante; itiúill disimular, señores, porque hemos sido descubiertos.

La belleza esta en cada trazo, la inteli– gencia, en el jeroglifo resuelto. De aqui su gracia y de aquí su melancolía. Porque ya no hay nada, sino esperar, cuando se ha en– tendido el mensajé. Y no siempre sabemos -verdaderamente- lo que esperamos.

Quien ha recorrido esa espléndida gale– ría de retratos coloridos que B.I).dába mostran- . do por América Giselle Freund, ya habrá ad– vertido que ninguno, entre los grandes con– temporáneos, aparece más penetrado de es– píritu. En la cara, de Toña Salazar se lee un desengaño. Hay una fatiga secular de ha– ber concentrado en dos o tres rasgos la e¡tpe– riencia de incontables generaciones. Pero hay también Una dulzura de coleccionista de almas. La tnisma que su lápiz descubre cuando desenvuelve sus garabatos. C6mo acierta, sin perder jamás su lucidez -su crueldad- a darnos esa sugesií6n musical de ritmo y de columpio? Hay que ser muy

bueno, fundamentalmente bueno, para dotar a los muñecos de alma,

PIETRO TORINO TORTORIClI

Debemos estar agradecidos al Gobierno Salvadoreño, por haber escogido una tal per– sonalidad como Representante de El Salvador en Roma. Debemos agradecerlo y felici±ar– nos, porque efectivamente el carácter de las relaciones entre estos dos países no es s610 política ni econ6mica ni cultural solamente, sino que también es de una relaci6n espiri– tual. Se necesitaba un hombre de cultura para descubrir, los lazos profundos, que nos unen en el campo espiritual. Se necesitaba un intelectual capaz de profúndizar e inter– pretar las almas de los dos pueblos en todas sus manifestaciones, del arte y del pensa– miento.

y si es verdad que no se podía escoger hombre mejor que Toña Salazar para Roma, me atrevo a decir, -si esto no parece dema– siado pretencioso-, que no se podía escoger para el una destinaci6n mejor que Roma, porque pocas ciudades podrían ofrecer a un iqtelectual de su formaci6n y de su altura lo que puede ofrecer Roma. Todos los grandes extranjeros que visitaron esta Ciudad la des– c¡:ibieron en páginas inolvidables, desde el alemán Goethe al francés C!:'lateaubriand y el inglés Byron, para m.encíi;mar los mayo– res: todos nos describieron en palabras con– m.ovidas la emoci6n profunda que en ellos provocó el acercarse a esta fi1Élnte de la civi– lizaci6n, a esta Ciudad que merece el apelati– vo de Eterna no s610 porque existe desde hace treinta siglos, sino por la vitalidad, verdade– ramente eterna, de las. ~deas que ella supo expresar en el curso de ~a historia: ya con su Derecho Romano todavía base de la sociedad moderna, ya con su Catolicismo, hoy más jo– ven y vigoroso que nunca, ya con su Arte in– morlal del RenaCimiento, que constifuye el cánon de la perfecci6n éstéiíca: la Ciudad que es el inmenso patrimonio de valores espiri– tuales, artísticos y humanos resumida en el marco de sus muros milenarios. Estoy segu– ro que a un hombre de la sensibilidad ar±is– ±ica e intelectual de Toña Salazar, esta Ciu– dad va a ofrecerle un cuadro amplísimo, va– riado y fecundo de observaci6n, de reflexi6n y de inspiración. .

Pero en el marco de esta Roma de siem– pre, va además a ofrecerse el cuadro de la Roma de hoy, Capital de la Ifalia Moderna. Ifalia conoció en estos úl±imos años una evo– luci6n. Podría casi decirse una revoluci6n, en seniído pacifico, la más profunda de su hisioria que ha cambiado su faz, hasta el punto que el visifante extranjero casi no re, cortoce al país de ayer, tan rico de recursOS naturales y artísticos como pobre de recursoS econ6micos. Italia se volvi6, de país atrasa– do y subdesarrollado en país moderno, pr6s– pero, dinámico y lleno de empuje y de ini–

cü~tiva. '