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WAtl.AeE TROMPSON
Miembro correspondiente de la Hispanie Socíety of America
La süuación de la intervención de los Esta.dos Unidos en Nicaragua tuvo aspectos que fueron ridí– culos, COnl.O aquel aparatoso engranaje econónl.ico para la cobranza de una deuda inglesa relativamen– te pequeña, y tuvo también tintes de tragedia nacio– nal para los nicaragüenses. Sin embargo, mieniras las esperanzas de aquel entonces de un ferrocarril al Atlánfico fueron ian a nl.enudo fallidas, y mientras en xnuchos casos no sienl.pre vieron qué ganaban con el conirol norleatnericano de sus asunfos, los nicara– güenses iban adelante con Il1.uy buena fe en el CUIn– plintienfo de sus obligaciones.
Sobre fodo lo demás, se vislutnbraba el hecho, espléndido y desnudo, que en poco más de doce años (desde 1910) los nicaragüenses, sin un gran présta– mo eXÍranjero y virlualIl1.enfe sin ayuda extranjera -excepto el cuidadoso consejo y la asisfencia Norie– americana en asuntos de administración, borraron su vieja deuda flotante, pagaron todas sus obligaciones extranjeras y al hacerlo lograron un estado de pros– peridad y crédifo, libre de supervigilancia extranje– ra, y lograron un récord sobresaliente en la historia de Ceniro América.
No sieIl1.pre hicieron esto los nicaragüenses gus– iosam.ente, pero el hecho de que hayan lim.piado sus libros a fal extremo y que lo hayan hecho con el consejo Norteamericano es un logro en la diploma– cia de amistad inter-Americana que es digna de ma– yor encomio que el que recibe.
Nicaragua no carecía de hombres de visión que veían claramente hasta el fondo de este logro. El finado Presidente de Nicaragua durante la "inter– vención" (Don Diego Manuel Chamarra) describía la situación en estas te.:duales palabras:
"Nicaragua ha sido escogida por acci– dente del destino para ayudar a los Es– fados Unidos a resolver el problem.a de sus relaciones con la Am.érica La±ina. El problema en fodas partes es el mismo, pues los Es±ados Unidos son, por su po– der y posición
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el protector ·natural de estos países y lógicamente mari.±ienen una situación de influencia en este he.:. misferio. La±ino América goza de una existencia corno naciones libres y sepa– radas, por razón, en gran parfe, de los Estados Unidos. Aun Chile y la Argen" fina, con iodo y su orgullo, deben la oportunidad de alcanzar su destacada posición como naciones independientes a los Esfados Unidos. Sin los - Esfados Unidos y la Doc±rina de Monroe, no po– drían, aun hoy, enfrentarse a un poder Europeo de primera clase.
La diferencia entre estos otros y Nica– ragua es, pues, que Nicaragua reconoce
y se enorgullece de admitir el hecho de estas sus relaciones con los Estados Uni– dos. Nicaragua trabaja con los hechos como son, y está resolviendo sus proble– m,as con las duras realidades de su situa– ción. Corno resuliado de esta aceptación de los hechos. Nicaragua, alegre y pla– centeramenfe, goza hoy de paz, seguri–
dad y verdadera independencia, las que ha alcanzado por medio de los Es±ados Unidos. Además (y lo puedo decir con autoridad) Nicaragua no ha recibido y
no recibirá jamás amenazas'· algunas contra su independencia de parte de los
Es±ados Unidos. Por siete años he sido
Ministro de Relaciones Exieriores de Ni– caragua; he sido Ministro en Washington por dos años y ahora durante fres años Presidente de Nicaragua. -Jaznás en to– dos estos doce años he encontrado a los
Esf~dos Unicios injusto y usurpador, o re– haclo a ayudar tan sabiam.ente como sa–
h~n hacerle;> en iodo aquello que con–
Cle~e al blenesfar de Nicaragua".
Todo esto fue un reflejo de una magnífica acfi– tud, más rara d~ lo que nos damos cuenta hasta que hayamos r~corrldo la longitud de Centro América y
hayamos VIsto cuán más grande y más digna era de 10 mucho queenconfrábarnos en otras tierras.
N o era una actitud de subordinación en ninguna
f~~a, sino una comprensión de las inherentes po– slbIhdades de cooperación iniernaciona1. En ínfimo coniacfo cOn los Estados Unidos la buena fe Norie,.. americana era aceptada. en Nicaragua rnás plena– rnente que en cualquier oiro país de Ceniro América o quizás de toda la América Latina. Los aniepasa~
dos de estos Nicaragüenses se enconiraron con los Norleamericanos iras las barricadas de los carnpos de batalla de Walker, y aprendieron a comprender– los. Sus descendientes no tienen el sentido de into– lerancia o antipatía ~ y al decit ~sto, no me llam.o a engaño por una simple adaptación filosófica de su parie a 10 que pudiera considerarse corno "una situación".
Eslos hombres veían ei experimento qUé se lle– vó a cabo en Nicaragua con un' sentido de satisfac– ción, con un aprecio del serVicio que sería y que será para la hur:nanidad, si ellos, junto con los Esta– dos Unidos, podían probar, aunque sea una sola vez en la historia dQl mundo, que una nación grande y una nación pequeña pueden trabajar y caminar en una genuina asociación. .
Nicaragua fue bien escogida para. este experi– mento, no obstante haberlo sido, como dijo el Presi– dente citado, "por accidenfe" por fuerzas ajenas al mero planeamiento diplomático. El país es muy ri– co, está localizado en una de las grandes rufas co– merciales del mundo, y probablem.ente, lo más im– parlante que fado, Nicaragua es el siiio de lo que al fin será un segundo canal interoc~ánico.
Sí, el canal J Pues el canal no es,; un fema que se foma don ligereza o se discute de cualquier mane– ra sino como algo inevitable por aquellos que vi– vían €In Nicaragua ,0 por aquellos que estudlan se– riamente la situación Centroamericana. Sonreímos quizás al principio, mas pronto vemos la escrüura en la pared y nos damos cuenta de que el Canal de Nicaragua significará algo más que una segunda zanja para el paso de vapores, aun cuando no es ahora un mero sueño fantástico. En 1914 los Esta– dos Unidos pagaron a Nicaragua $ 3,000.000 por una opción perpetua al territorio de un canal a través de Nicaragua y por el derecho de construir un elabora– do sistema de defensa del ferritorio, y el canal, cuan– do este se construya. Un canal a nivel en Nicara– gua, en el jardín privado, como si dijéramos, de las naciones Latinoamericanas y no a campo traviesa como en Panamál Hay mucho de práctico en lo que se habla para cuando llegue el momento del canal en Nicaragua.
Más fuerle, quizás, que lo práe:tico son los he– chos políticos. La construcción del canal nicara– güense serla fal vez el gesto de mayor alcance que los Es±ados Unidos podrían hacer para obtener la cooperación y aprecio de Centro América, digo m.ás, de Latino Am.érica. Sucede que la construcción del canal, al que Nicaragua aspiró como la consumación de su coxnercio futUro, sería la prueba más grande
y la más significafiva de la buena fe de los Esfados Unidos con Nicaragua y justificaría a ésta ante sus hennanas por su fe y amistad para con los Estados Unídos.
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