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« Previous Page Table of Contents Next Page »EL TRATADO ZAVALA-FRELlNGHUYSEN UN NEGOCIO MUY IMPO TANTE
HECHO CON POCA FORMALIDAD
PEDRO JOAGUIN CHAMORRO ZELAYA
El Canal Interoceánico por Nicaragua ha sido el deseo más ferviente del pueblo nicaragüense; y su des– tino político ha girado alrededor de esa ideal cosechan– do hasta ahora¡ por desgracia nuestra¡ más sinsabores y trastornos que provecho.
Estos hechos nos sugieren una interrogación. El Canal¡ una vez construído a través del territorio nica– ragüense¡ será la pérdida de nuestra soberanía total o parcial? ¿Será la fuente de prosperidad para Nicara– gua¡ o el campo de Agramante donde se den cita las grandes potencias navales del porvenir para ventilar sus querellas comerciales y de predominio?
Tales preguntas, sólo la realización misma de los hechos puede contestarlas¡ así pese a los más optimis– tas.
Aunque todavía no hay canal por Nicaragua¡ hay ya sin embargo una historia de ese canal. En este artículo sólo nos proponemos relatar un episodio de esa historia; queden para otras plumas las rivalidades de Inglaterra y los Estados Unidos a mediados del' siglo XIX¡ por dominar la faja del canal; el establecimiento de la Compañía del Tránsito con su intervención fili– bustera; la lucha de intereses creados del Canal de Pa– namá contra el de Nicaragua¡ en que esta república fue derrotada de la manera más divertida
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y COn un recurso infantil que vale la pena recordar.
Por aquellos días lá compañía francesa del fraca– sado Canal de Panamá deseaba vender sus acciones y el material que había abandonado; los Estados Unidos querían comprar¡ y para que el asunto resultara un negocio brillante¡ se enarboló como bandera la compe– tencia del canal por Nicaragua; hasta se hizo pasar una ley que aprobaba la construcción de este canal. Esta ley llenó de júbilo a los candorosos nicaragüenses. Por donde quiera se oPa con entusiasmo: /lpasó el bill del canal!/I Don Anselmo H. Rivas, maltrecho ya por la tiranía que entonces reinaba en Nicaragua exclamó: /l j Por fin tendremos un pedazo' de tierra libre en que respirar a gusto!/I
Pero todo no era más que maniobra comercial. Los franceses¡ viendo el peligro de que se hiciera el canal por Nicaragua y no por Panamá, vendieron sus derechos a precio de huate mojado. Y entonces había que descartar el asunto de Nicaragua. Esto, se consi– guió fácilmente.
edítado la República de Nicaragua. El dibujo de este sello consistía en cinco volcanes humeantes¡ represen– tación de las cinco repúblicas; al pie de ellos el mar¡ y¡ destacándose sobre los volcanes, el imprescindible gorro frigio¡ lo único que queda en Centro América de la li– bertad: su imagen.
Luego de que cada diputado hubo examinado el sello¡ sin hallar a qué venía aquel obsequio, tomó la palabra un partidario del canal por Panamá y fácilmen– te persuadió a sus colegas de que el canal por Nicara– gua era impracticable, porque en su ruta había volcanes
en erupción, como lo demostraba el sello postal que todos estaban viendo. Los cinco volcanes eran el Ometepe y el Maderas, y las olitas que se agitaban a sus pies¡ el Gran Lago de Nicaragua. Los terremotos eran el mayor enemigo de los canales.
Esto bastó para que el de Nicaragua fuera rele– gado al olvido.
Pero nos hemos apartado mucho del objeto de este artículo.
Por el año dé 1884 se hdbía perdido la esperanza de que los Estados Unidos construyeran el canal por Nicaragua. Acababa de dejar la presidencia de la República el General JoaquÍ'n Zavala
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y llegaba a los Estados Unidos en viaje para Europa¡ quizás a buscar empresas o gobiernos que se hiciesen cargo de la mag– na obra.
En Washington visitó al señor Frederick 1. Fre– Iinghuysen¡ Secretario de Estados de los Estados Unidos; y en la conversación que tuvo con este personaje nació un nuevo tratado de canal por Nicaragua, que si bien no sirvió para la construcción¡ influyó grandemente en los acontecimientos políticos y guerreros que agitaron a Centro América el año siguiente de 1885.
Vamos a relatar esa conversación tal como nos la trasmitió el recordado amigo y sabio profesor don Pablo Hurtado, quien a su vez la escuchó de los labios del propio General Zavala.
Como hemos dicho, Zavala se dirigía a Europa en viaje de recreo. El Presidente Cárdenas le ofreció acreditarlo de Ministro Plenipotenciario ante el gobier– no de los Estados Unidos o de cualquiera de Europa; pero Zavala rehusó el destino¡ diciendo que deseaba
des~ansar. - Un dio amaneció en el escritorio de cada repre– sentante norteamericano un sello postal que había
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A su paso por Washington visitó en compañía del
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