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LA VOZ OFICIAL

Traigo la Voz Oficial del Partido Conservador de Nicara– gua en los funerales de don Adolfo Díaz, quien fuera en vida Presidente de la República de Nicaragua en dos ocasiones, Pre– siden±e de la Directiva Suprema del Partido Conservador y ;::;ruien en su larga trayectoria política ocupara un capítulo im– portante en n ues±ra historia nacional.

Palabras de despedida, tan solam.ente de esta vida m.or– tal, ya que la liturgia de la Iglesia nos enseña la consoladora Doctrina Cristiana de que esta vida no se acaba, que apenas se muda o Se transforma en otra vida m.ejor, en la cual nos vol– verem.os a encontrar todos los que hem.os pasado por este Inundo.

La m.uerte acalla las pasiones encendidas de los hom– bres; y por eso el juicio verdadero de una intensa vida polí– fíca sólo puede darse, con serenidad, después que ha pasado su generación. El día de hoy se abre el juicio de la historia de don Adolfo Díaz, para considerarlo con reflexión, con Íl'n– parcialidad, sin apasionamiento.

Los vaivenes de la política determinaron el nacimiento

y la muerie de don Adolfo Díaz en la República de Costa Rica, - ese país hermano contiguo, que ha sido, tradicionalmente, el bendito refugio de nosotros los nicaragüenses.

A don Adolfo Díaz le correspondió abrir y cerrar la Era de la Se8'unda República Conservadora en la Historia de Nica– ragua. Pué el artífice planificador -con su constancia, con su m.étodo y con su sagacidad- de la Revolución Conserva– dora de 1910, para llevar al Poder al Partido Conservador y

con él de priul.ero, entra la nórnina de los Presidentes Conser– vadores de ese período de los 17 años. Junto con Erniliano Charnorro y Carlos Cuadra Pasos formó la trilogía de hornbres ilustres, alrededor de los cuales se desarrolló esa etapa de la Segunda República Conservadora.

Los imponderables del destino llevaron también a don Adolfo Díaz a cerrar ese lapso del Gobierno Conservador

r en

1928, pues habiendo empeñado su palabra de Presidente de la República para dar solución a la Revolución Liberal, rn.e– diante la práctica de elecciones libres, supo guardar a toda costa su prornesa, por encima de los rnisrnos intereses de Par– tido, aún superando la fuerte corriente de opinión para que se diera toda preferencia a la conveniencia del Partido Con– servador. El Presidente Díaz resistió toda esa tormenta de su Partido, rnantuvo su e$tatura Presidencial y se practicaron elec– ciones libres en Nicaragua en 1928. Este gesto de don Afoldo Díaz le costó el poder al Partido Conservador, y corno el úl±im.o Presidente Conservador de la Segunda República entregó el Gobierno de Nicaragua al Partido Liberal en vía legal y pací– fica; pero esa actitud de don Adolfo Díaz hace rnéri±o a su pro– minencia de político, a su honor de estadista y a su señorío de caballero. Esa postura de don Adolfo Díaz, guión de nuestra Historia Patria, queda de eje:mplo de Doctrina Conservadora y aún debe elevarse a posfulado nacional.

El Partido Conservador de Nicaragua, con la expresión de su dolor, ora por el descanso eterno de don Adolfo Díaz, en la Paz del Señor.

LUIS PASOS ARGUELLO

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