Page 38 - RC_1964_02_N41

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Cuenta el Dr. Horacio Argüello Bolaños, Secretario Privado en la adm.inistración del Presidente Díaz:

"El atentado contra la vida del Presiden– fe lnerece relatarse de la :manera corno suce– dió. Se encontraba él de visita en casa del

Dr. Laureano Zelaya, contigua a la que des– pués este recordado profesional construyó donde actualmente se halla la Edi±orial Ale–

mana. La calle 15 de septiembre y la A ve– nida del Campo de Marte eran poIvorien±as

y llenas de hoyos. El coche en que viajaba el Presidente 10 guiaba un antiguo conocido suyo, llamado Gregorio Solórzano.

Conducía m.uy singular en don Adolfo era que ese auriga, el chauffer de Casa Pre– sidencial, Ramón Briones, y la doméstica de nombre Crisfina, que le llevaba los alim.en– fos de su casa particular al Campo de Marte, eran. iodos de filiación liberal, lo mism.o que su barbero, un excelente sujeto, llamado Ra– znón Es±rada.

El día del suceso fueron infol"lnados los conspiradores que el revólver que usaba el Presiden±e en el bolsillo trasero derecho del pantalón es±aba en su lnesa de noche, en su casa particular, seguraInente por haberlo ol–

vidado. El cochero, Gregorio Solórzano, al ±om.ar COInO pasajero al Presidente en tem– pranas horas de la noche para conducirlo al Campo de Marie después de su visita, en vez de dar vuelta, corno era naiural a su de– recha, es±o es, al lado del Colegio de la In– maculada, se dirigió hacia el lado izquierdo de la calle y detuvo el coche a la orilla de la acera de la casa donde esfá hoy instalada la Librería Aluericana, edificio que fiene E:xac±arnen±e hoy los mismos salientes de aquella época, en uno de los cuales se ocul– taban dos individuos que con machetes a±a– caron al Presidente. Mas com.o ambos ope–

~~ron desde la acera y del mismo lado, le dIeron oportunidad de que él se lanzara a la Avenida y en vertiginosa carrera llegara hasta el local del Banco Nacional de Nicara– g?a,. que es elluisrno lugar en donde hoy es–

±a sl±uado el moderno edificio que se cons– fruyó años después. Allí Se dio a conocer

co~o Presidente de la República al custodio ml11±ar de iurno y le ordenó le acompañara

hasta su residencia presidencial.

Hay que explicar que don Adolfo era un hombre que rrtuy rara vez carninaba a pie, para así apreciar la difícil situación en que se encontró al correr sobre una calle con ±an–

íos huecos y depresiones.

Uno de los asesinos tuvo J:i6'm.po de al– canzar con su arma el contrafuerte del za– p.at.o izquierdo, al lanzarse don Adolfo, pre–

~~Plfadan1.en±e, del coche. Fue una casuali-acl qUe no le acertara un poco más arriba, pues de haberle dado en el tendón del pie, le habrí~. dejado imposibilitado de huír, co– 11°

Aquiles, y a lTIerced de los prodiforios panes preparados.

Cuando en su fuga vertiginosa el Presi– dente pasaba por donde está ahora el INVI,. oyó los lastimeros gritos del cochero, pues los asaltantes pensaron que si lo dejaban con v ida, -estando co:m.prom.efido en el a±en±ado-, les denunciaría a su pafrón y

descubrirían a iodos los que fenían directa o indirecta participación.

El estado en que quedó Gregario Solór– zano fue verdaderamente lamentable: uno de los machetazos le bajaba desde la frente hasta las ventanas de la nariz, y afros, en

distintas partes del cuerpo, y los de los an±e– brazos fueron ±rem.endos. Indudable:m.en±e estos úlfirnos se los dieron cuando quizás ±ra– ±ó de guiar los caballos para escapar tam– bién. Solórzano fue llevado al Hospital Ge– neral y después de ser confesado y recibir los Sanios Oleas, fue entrevistado separada– m.en±e por dos altos funcionarios del Gobier– no. Al conocer el Presidente Diaz, de viva voz de los inierlocu±ores del cochero, quiénes eran los promotores del siniesiro atentado y

los nom.bres de los principales personajes del

liberalisl"nO comprometidos en él con la no– bleza que le caracterizaba y en franca deci– ción de alfa políiica, puso término a la inves– ±igació11. que se había iniciado en Casa Presi– dencial por m.edio de la Secretaría de la Co– n1.andancia General.

En las primeras horas de la noche de ese día, en la Pensión de las Señoritas Mon±es de Oca, en una antigua casa situada en donde hoy está el Banco de Londres y Moniresl Licio., se conocía indirectamente 10 que iba a suceder, pues uno de los asiduos parro– quianos manifestó que deniro de poco ha– bría cambio de Gobierno.

Los nOJTIbres de los personajes liberales complo±is±as y lo demás de este suceso, ha

quedado sin revelarse públicatnen±e hasta la

fecha, porque así lo dispuso el Presidente, Don Adolfo Díaz.

Toma de l>osesióll en 1928. Don Adolfo· Díaz, Monseñor

Lezcano y Ortega, Don Ricardo López Callejas.

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