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Nuestro boroto mono de obro, es COfO

VALENTIN HORVILLEtrlt

Es una opinión popular corriente que la mano de obra, en el área centroamericana, y en general, en los países subdesarrollados, es barata. Y de esta premisa sacan en conclusión, que los productos elaborados por esta mano de obra, en cuanto a ella se refiere, tienen un bajo costo. Por lo tanto, aquellos productos en los que conside– rando su costo total, la mano de obra es determinante, deberían resultar a un costo inferior a los productos simi– lares de otros países en donde la mano de obra es cara. Aunque lo anterior es cierto para una serie de artí– culos, no lo es para la mayoría. Consecuentemente surge la ,pregunta: ¿Dónde radica el mal?

Será porque los gastos generales son excesivos? O

porque las materias primas no son adecuadas en calidad y precio? O porque las máquinas no son eficientes? Es– tas y otras preguntas similares pueden formularse, pero como antes se dijo, considerando como factor determi– nante del costo la mano de obra y no los otros gastos, el mal radica en una mala inter:pretacién de la palabra "ba–

rata Íl aplicada a la mano de obra.

La mano de obra, específicamente, la nicaragüense, es "barata" en cuanto al salario o sueldo que se paga por ella, perO no es "económica" en cuanto a su rendimiento. Es decir, el obrero recibe poco al finalizar la jornada, pero en cambio recibe mucho en relación al trabajo realizado en esa misma jornada.

Cierto es que en países desarrollados industrialmente el obrero gana mucho más que el nuestro. También es cierto ql,le debido a su alto grado de entrenamiento, mejor alimentación y excelentes condiciones de trabajo, ejecuta una labor varias veces mayor que la ejecutada por nues– tro obrero.

Usando términos técnicos podemos decir, que el obre– ro especializado que labora en los países desarrollados industrialmente tiene una mayor "productividad". Enten– diéndose por esta, la relación que existe entre la produc– ción y el esfuerzo.

Sólamente conociendo la baja productividad de nues– tro obrero es como se explica que la mano de obra no sea económica, cuando se la compara con la de ,países de– sarrollados.

Si una demanda de alza de salarios no viene acom– pañada por una alza en la productividad de la empresa, se tendrá, como consecuencia, una de estas dos alterna– tivas: a) O se reducen las utilidades de la empresa -lo que Iio es muy probable que se decida¡- b) O se su– ben los precios.

El alza de precios en una serie de artículos de pri– mera necesidad como consecuencia del alza de salarios, hace que el aumento de salario no sea suficiente y enton– ces el obrero, a quien aquel pretendía favorecer, se verá en una situación igual, si no peor.

Cada vez que el ciclo anterior se repite, el valor ad– quisitivo de la moneda, baja, y de nuevo caemos en el

sofisma de que la mano de obra es "barata". Sin ern. bargo, debemos señalar de nuevo que no es "económica" Estamos, entonces, ante un círculo vicioso. El alz~

de salarios crea un alza de precios, lo que a su vez es motivo para demandar una nueva alza de salarios. La ruptura de este círculo vicioso, sólamente se pue. de llevar a cabo mediante un aumento en la "productivi. dad" de la empresa. Así no se tendrán que subir los precios, como consecuencia del alza de salarios, ni se ten. drán que disminuir las utilidades.

Para llevar a cabo el aumento en la "productividad" de la empresa en donde el costo de la mano de obra es determinante, es necesario hacer que la mano de obra se vuelva "económica", tenga un alto rendimiento, ejecute el máximo de labor con el mínimo de esfuerzo. Y son el entrenamiento, las buenas condiciones de trabajo y de salud, las que aunadas a las técnicas modernas de produc– ción, las que serán causa de aquel efecto.

El entrenamiento no debe ser confundido con la sirn– pi'e pl'áctica, así como el hábito no hace al monje. El en– trenamiento es una técnica específica que enseña al obre– ro a ejecutar su labor de una manera ordenada, planeada, rápida y con el mínimo esfuerzo posible.

Las condiciones de trabajo, aunque a simple vista no tienen tanta incidencia como el entrenamiento, son un fac– tor de gran importancia para que el obrero entrenado pueda ejecutar una buena labor. La buena luz, el aire, la humedad y temperatura adecuadas, sól'l las condiciones que motivan, inconscientemente, al ob~ro a desarrollar una labor más eficiente, esto es, a hacer mejor uso de su entrenamiento.

Mas aun cuando el obrero esté bien entrenado y tra– baje en las óptimas condiciones, si su salud es deficiente -por mala alimentación u otras causas- tampoco podrá ser eficiente.

Cuidar de la salud de los obreros, desde el punto de vista de producción es, más que conveniente, necesario. Si uno de los requisitos de las máquinas para un buen funcionamiento es el cuido, la máquina que es el cuerpo humano con mayor razón tiene derecho a un cuido adecua– do. El mantener obreros enfermos, o el dejar que se en– fermen, es para una empresa un derroche de potencial de trabajo, inconcebible en empresas que desean trabajar económicamente.

En resumen, si bien aceptamos que se diga que nues– tra mano de obra es "barata", de ninguna manera pode– mos aceptar que se diga que es "económica" para la em– presa, si el obrero no aumenta su "prodúctividad" y su eficiencia en colaboración íntima con los dirigentes de la misma em,presa.

Nuestros obreros deberán ser eficientes para lograr mejores niveles de vida a través de mejores salarios Y

más bajos precios.

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