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« Previous Page Table of Contents Next Page »btendrran con la reducción de la Ayuda Económica que o presta a estas Naciones, que están empeñadas en con·
~\uil'
él la defensa de la libertad. En srnfesis, los 50.00a
flillones de d61ares que gastamos anualmente en nuestra
tnr~pia defensa, bien podrían ser ineficaces sin los 4.000
~iJIones de dólares pedidos para Asis.?encia Militar y Económica.
Nuestro Programa de Ayuda al li:xterioi' no está umentando de tamaño, por el contrario, es más reducido :hora de lo que fue en años <Interiores. Ha tenido sus puntos débiles, pero hemos tomaclo medidas para corre· girlos, Y la mejor forma de combatir debilidades es reem· plazarlas con la fuerza en vez de aumentar esas debilida– des por medio de la mutilación de p'rogramas esenciales. Dólar ,por dóléll', dentro o fuera del gobierno, no hay me– jor forma de inversión en nuestra seguridad Nacional que nuestro tan censurado Programa de Ayuda al Exterior. No podemos permitirnos el lujo de perderlo. Podemos permitirnos el lujo de mantenerlo. Podemos ciertamente hacer tanto por nuestros 19 vecinos necesitados de la América Latina, como el Bloque Comunista está haciendo en la isla de Cuba solamente.
He hablado de fuerza simplemente en términos de su valor como factor disuasivo y de resistencia a la agresión o al ataque. Pero en el mundo de hoy, puede perderse la libertad sin haberse disparado un tiro, tanto con pape· letas de votación como con balas. El éxito de nuestro "espíritu directivo, depende del respeto que inspire nues– tra misión en el mundo así como de nuestro Proyectiles Dirigidos; de un más claro reconocimiento de las virtudes de la libertad así como de los males de la ti'ranía. POi" esto es que nuestra Oficina de Información ha duplicado la potencia de las transmisiones de onda corla de La Voz de los Estados Unidos de América; ha aumen– tado en un 30 por ciento las horas de transmisiones; ha aumentado las .transmisiones en castellano ¡para Cuba y
la América Latina él unas nueve horas diarias; ha aumen– tado siete veces el número de libros no'rteamel'icános que se traducen y publican para 'lectores latinoamericanos, alcanzando hoy él 3.500.000 ejemplares; y ha tomado otras numerosas iniciativas para llevar nuestro mensaje de ver· dad y libertad a los más remotos rincones de la tierra. V por esto es que además hemos recuperado la de– lantera en la eJCplotación del espacio eJCtei'Íor, haciendo cada año un esfuen:o mayor que el total de actividades espaciales realizadas durante el decenio 1950 a 59, lan– zando más de 'j 30 vehículos espaciales ti la órbita de la tierra, poniendo en servicio activo valiosos satélites me· teorológicos y de comunicaciones, y poniendo en claro ante el mundo que los Estados Unidos de América no tie. nen la intendón de ilegal' en segundo lugar en la carrera espacial.
Esta gestión es costosa, pero se paga a sí misma, por lo que representa para la libertad y ,para América. Pues
ya no hay miedo en el Mundo Libre de que una supre· Mada comunista en el espacio se convierta en ulla afir– Mación permanente de dominio y en la base de superio– l'idad militar. Ya no existe por más tiempo dudas acerca de la fortaleza y capacidad de la ciencia, la industr!a, la edycaeión y el sistema de libre empresa en los ~stadcs
Unidos. En síntesis, nuestro Plan Nacional del Espacio
r~pré5enta un gran progreso y uno de los recursos prin– CIpales de nuestro poderío Nacional. Tanto Texas como
los texanos están contribuyendo grandemente al logro de este resultado.
Finillmente, debe aclararse ahora que UIlí} Nad6n
no puede ser más fuerte en el extr;mjem de lo que es en el aspe'to Nacional. Solo una América que ,practique lo que predica acerca de la Igualdad de Derechos y la Justi· cia Social, puede ser respetada por aquellos cuyas deci· siones afectan a nuestro futuro. 5610 unos Estados Unidos que cuenten con ciudadanos plenamente educados es ca– paz de resolver los complejos problemas y percibir los peligros escondidos del mundo en que vivimos. Y sólo unos iEstados Unidos que progresen y prosperen económi· cilmenfe pueden sostener las defensas mundiales de la Ji–
bert<:c!, al mismo tiempo que demostrar a 01ros puebles las oportunidades de nuestro sistema y de nuestra sociedad. Por consiguiente, está bien cl<lI'o que estamos refor– zando nuestra defensa tanlo como nues'll'¿¡ economía, aumentando en propo¡'dó~ sin precedente i1uestros ingre– sos y producción nacionales; avanzando más que la mayor parte de Europa Occidental en el ritmo de la expansión comerci¡¡\ y el margen de beneficios de las corporaciones; mantenienclo un nivel de precios más estable que cual– quiera de nuestros competidores e,ttranjeros, y reducien– do los impuestos individuales y las corporaciones en la cuantía de unos 11 millones de dólares, como lo he pro– puesto, pal'a garantizar a este país la e",pansión más gran· de y más fuerte de nuestra historia económica de paz. La producción total de es1e país, que hace tres años alcanzó l'l 500 mil millones de dólares, pronto sobrepasa– rá la cifra de los 600 mil millones de dólares, lo que sig– nificará un aumento récord de más de cien mil millones de dólares entres afios. Por primera vez en la histol'ia el promedio de salarios de la Industria sobrepasa los 100
dólares semanales. Por primera vez en la historia los beileficios de las corporaciones (una vez descontado todos los impuestos), que han aumentado en un 43 por ciento en menos de tres años, han alcanzado un nivel anual de
7.400 millones de dólares.
Conciudadanos y amigos: Menciono estos hechos y
cifras para que se vea que los (;stados Unidos son más fuertes hoy que nunca. Nuestros adversarios no han abandonado sus ambiciones, i1ues~r(lS pelig¡'os 110 han disminuído, nuestra vigilancia no puede aflojar. Pero ahora tenemos el poderío militar, científico y económico para hacer lo que deba hacerse para la preservación y
fomento de la libertad.
Tal fuerza nunca será utilizada en respaldo de ambi– ciones agresivas, sino que será usada siempre en propó– sitos de paz. No será utilizada para alentar provocacio– nes, sino para lograr la solución pacífica de los conflictos. Nosolros, los de esta generación, _somos -más por el destino que por elección propia- los encargados de defender las mUl'allas de la libertad mundial. Por tanto, pedimos el Dios que seamos dignos de nuestra fuerza y responsabilidad, que ,podamos ejercer nuest'ra fuel'za con sabiduría y sensatez, y que podamos logr3r en nuestro tiempo y para todos los tiempos la antigua visión de "PClZ en la Tierra a los Hombres de Buentl Voluntad". Ese debe ser siempre nuestro objetivo, y la justicia de nues– tra causa debe acompañu siempre a nuestro poderío, Pues como se escribió hace muchos años: "A no ser que el Señor proteja la ciudad, los guardias vigilan pero en vano".
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