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:rn a poco de haber nacIdo P ero . l' t
dis ones de mI a lITl;en o
~do más lo necesIto,
cu~ ándome del sustento, pnv hartarte I hombre maldito! para
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Yo te ayudo en el tra~ajo
a que Dios te condeno, .
y después que me haces taJo,
Es±a cuasi fabulita~
salga tal como sah.era siquiera por ser 'prImera ahí va de sopeton, implorando del actor su consabido perdón.
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En un tupido zarzal una tórtola enredada con tristeza y ya cansada lloraba mucho y lloraba su apurada situación; y con gran tribulación ella al cielo le pedía le librara de aquel mal; pero el destino fatal, por más esfuerzos que hacía le hundía más y le hundía en esa trama infernal.
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En esto acertó a pasar por aquel triste lugar up. hambriento gavilán que sin perder la ocasión con tal fuerza y tal tesón
con mis fajos tus bolsillos de dinero llenQ yo!
mi carne, mi piel, mis huesos mis cuernos, mi sangre y seso todo vendes ambicioso, y en pública subasta. ¡Nada dejas a la tierra, al ser que me diera el ser, como hace todo viviente al dejar de ser un ser!
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LA PALOMA Y EL GAVILAN
ronl.pió ramas al azar,
que al punto quedaron libres, sus alas de tal prisión.
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y apenas bien se posaba de tan rendida que estaba en las ramas del zarzal, pero al ver quien le libraba de su triste situación y viendo que no volaba . de congoja se llenaba . y al sino de ella imploraba pidiendo resignación.
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y la pintada emoción
que e¡ gavilán vio en su rostro ¡no le movió a compasión! más bien con mala intención acercóse con cautela; aquí tienes quien te vela no temas torcaz querida, dijo al punto el gavilán aquí cuido yo de tu vida que yo soy un buen guardián. Confiada en tales promesas
Así procede el ingrato que lleva el alma maldita; en su ambición infinita cambia el oro e:nrnalaquifa. Una rosa se le' 4iq que en espina devolvió. y la envidia. en su aguijón, y su arma vl1 la calumnia; su bandera el disimulo, hasta lograr hacer nulo el favor que recibió.
y 'cual tímida doncella salió libre sin dejar huella tie aquel trépido zarzal sin pensar que iba a ser presa de aquel taimeído animal.
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Que rápido como el rayo lanzóse con tal violencia que sin ninguna clemencia hincó su pico en. el cuello de la confiada inocencia privándola del resuello quedando de todo aquello unos huesos hacinados que no son sino el destello de' trama bien combinada contra inocencia confiada.
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Cuántas veces con primor se aproxima un seductor que no es más que un cobertor, que taimadosepr~senté}
con audacia que no ostenta a librar la niña de un mal en cambio de otro fatal.
El cultivo de la Fábula entraña profundas refle– xiones filosóficas. No se trata de un simple lirismo, ni de un conocimiento artístico de la versificación. Se requiere adentrarse en el sentimiento humano, y recorrer los sitios frondosos y pintorescos del paisaje representado por las virtudes, para exaltarlas, ponde– rarlas como el guía seguro de nuestras acciones. Pe– ro también hay que analizar las flaquezas del cora– zón humano, y las veredas que se escapan de los buenos c<:iminos, llevando las pasiones por el campo travieso de los vicios que achican el espíritu y reba– jan la condición de los hombres. El fabulista señala con su dedo los beneficios que se consiguen al final del buen camino. Toda paciencia tiene su premio, toda tolerancia tiene su recompensa. ,. El ridículo en que coloca la intransigencia, ruindades y vanidades del mundo, son dignas de tomarse en cuenta, para que nuestros defectos se corrijan y para que se au– mente el número de nuestros aciertos. Es por eso que la utilidad de la fábula implica una evidente conve– n!encia de vida práctica. De ahí que el fabulista con– CIbe sus pensamientos, en un radio de acción equili– brado y ético. Una sola cosa se propone: mejorar
l~ condición humana, redimirla del vicio, de la debi– hdad, deleitando con la objetividad del ejemplo. Miguel Ramírez Goyena, al escribir sus fábulas, Se propuso modelar en el corazón de la juventud, un recto sentimiento, y una cierta inquietud de bondad, qUe lleva a los hombres por el camino de la verda– d,era perfección. Nada mejor que el género de la
~abula para que el maestro de escuela, complete me– Jor su misión de enseñar, para que su labor sea inte– gral, y para que la cátedra sea la resultante de un
~ampo eminentemente activo, dentro y fuera del aula. Ue original en su género literario, y de la lectura de las fábulas que hemos copiado, se aprecia que si
lo hacía bien en la trama, en la f<:ibílidad del verso, sabía rematar sus composiciones con una gran ver– dad. Sus moralejas son una deducción lógica, con– tundente, concisa y ejemplar.
Su ami·clericalismo
pon Mariano Zelaya Boiaños ll€lgó a ser Ministro de I;:ducación Pública, pero filosóficai'rlente tenía una opinión muy extrema a la de Ramírez Goyena y de consiguiente no era partidario de .sómo impartía éste su enseñanza. Don Ml?-riano era Un clerical de pro– funda derecha y Ramírez Goyena era un anti"clerical furibundo. Creía en la' filosofía "volteriana". Habla– ba de estas ideas con tal animosidad que Se adenfra– ba en la inteligencia de sus alumnos. A don Mariano le causó en disfintas oportunidades motivo qe espe– cial disgusto, hasta el ~xtremo que un día de tantos por disposición ministerial, le mandó a suprimir la PRIMARIA de su adorado Instituto, formado y funda– do por él. Inútiles fueron todos los esfuerzos y ges– tiones de Ramírez Goyena para conseguir la apertura. Esta vez don Mariano ganó la partida.
Incidente Histórico
Don Diego Manuel Chamorro ejercía la Presiden– cia de la República de Nicaragua y por los nexps fa– miliares de Ramírez Goyena con la Primera DaIll.a de la República doña Lola Bolaños de Chamorro, visita– ba éste con mucha frecuencia al Presidente Chamorro; en las tertulias dominicales que Domingi\> a Domingo se reunían en la Casa Presidencial, situeída en el lu– gar donde actualmente se encuentra el Gimnasio Na– cional. El día 27 de Mayo de 1921, estaba reunido el Presidente Chamorro con varios amigos -entre
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