Page 44 - RC_1963_09_N36

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~NIDA porque era blanca, y de pelo dorado. Jua;" Pablo Ramírez, al creerse de origen grana– "no fue el pretendiente de la hija mayor, Adela, en fl f1~r de sus diez y siete años de edad. Galán, de

~eras pronunciadas, con gracia y donaire, fue corres– o~ndido eiI sus galanteos, y temeroso del airado padre p ue no tenía ninguna simpatía para Juan Pablo, en q n momento de decisión, a escondidas se casó con Adela Y se la trajo a vivir a Granada en lugar pró-im o ~ Nandaime, llamado San Caralampio, huyendo de los nada recomendables impulsos de ira, de. su suegro Sebasfián Gorena, que gozaba de ul1;a fama repudiada con energla por sus muchos enemIgos po– líticos.

La Familia R~ÍII:ez Goyena

Frutos de este mairimonio fueron: Matüde, que se unió ~n matrin¡.onio c~m.E~uard,? Avilés.' Hijos de esta union: Mahlde, VIrgInIa, LUIS y Eduardo. El ;"ás conocido de estos, es Eduardo Avilés Ramírez, que ha escrito crónica.s valiosas y vive con éxi±o lite– rario fuera de la Patna.

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Mi~J1.1el, nació en León, o r~l) San Can;¡Ié11npio, Nanctélt

m0, elel Depadamento de GnH1l:1cla. Lo det f,o ()rj qu"

el 5 de Diciembre de 1857, ocurrió este TnelnorabJe acontecimiento de la vida nicaragüense. En los ar– chivos bautismales de la ciudad de León, no se en– contró la partida de nacimiento de Miguel Ramírez Goyena, y está c0:r:tprobada esta afirmación, porque el Dr. Gonzalo Solol"zano Ramírez, conservaba origi– nalmente una comunicación de Fernando Calderón, sobrino del maestro, que refiere lo siguienie: "Tío Miguel: El Padre Alejandro González y RabIeta, dice que no se encuentra inscrito en ningún año, que quizás su bautismo o partida se destruyó en alguna Revolución" .

La Infancia

En 1859, en decir dos años después del nacimien– to de Miguel, murió Adela ,su madre y no está m.uy claro, si Don Leandro Zelaya y su esposa doña Do– minga Bolaños de Zelaya, se trasladaron a San Cara– lampio, a recoger a los dos huérfanos, o si Juan Pa– blo Ramírez, al acontecer el triste suceso de la muerle de su esposa, se fue de León a vivir a Granada al ho– gar de sus primos Leandro y Dominga. Para triste re· mate, Juan Pablo Ramírez, no perduró mucho. Dos años fueron los únicos que sobrevivió, entregando su alma al Creador en 1861, quedando los niños huérfa– nos de padre y madre.

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EN EL HOGAR lELAYA-BOLAÑOS

Relaciones Adoptivas

Don Leandro Zelaya fue un elemento sobresa– liente de la sociedad granadina. Al±o, de color blan– co, barba cerrada, de distinguido aspecio, elegante y caballero de bien decir. De aciividades varias, figu– rando en la diplomacia, en las rrlilicias y en la in– dustria. Con frecuencia viajaba al extranjero y fue el primero que trajo a Nicaragua la máquina de coser, Latifundista que adquirió del "Estado, gran parie de las Sierras de Managua, desarrolló el cul±ivo del café. En Narome y Chilamafillo, que abarcaban más de 10

mil heciáreas, sembró el zacate de pará, llegando a ser dueño de la mitad del archipiélago de Zapatera en el Lago de Nicaragua. Primeramente contrajo nupcias con Pastora Bolaños, con quien procrió, a Leandro, Ignacio, Mariano, Alejandro, Fernando y las niñas Dolores y Francisca. Muerta su primera espo– sa, se casó con su cuñada Dominga, hija elel político Don Pío José Bolaños, que fue suegro del Presidente Don Pedro Joaquín Chamarra.

Doña Dominga fue una mujer evangélica, que se dedicó a la crianza de sus hijastros, y a los de cuan– tos se ampararon en su casa, no obstante que tenía pendiente el cuido de sus hijos: Ana María, Domin– ga, Pastora y Carlos Zelaya Bolaños. Once hijos, dos sobrinas, y los dos Ramírez Goyena, Matilde y MigueL convirtieron aquella casa en una pajarera de sin igual familiaridad y espiritual acercamiento.

La inquieta adolescencia

Poco se sabe de sus primeros 13 años. Por su constitución musculosa y general agrado por los ejer– cicios físicos, se deduce que era dado a las competen– cias ailéficas, y a las peleas de barrio, muy frecuen– tes en aquellos viejos tiempos granadinos, en que la n;.uchachada padicipaba en las rivalidades de la por– Clones seccionales en que estaba dividida la ciudad. Hasta hace poco pusieron fin esos choques callejeros ele lol' muchachos, en las Misas del Niño Dios, en que

Cuiscolneños y Jalievanos, desde muy tempranas ho– ras de la ;madrugada escenificaban encuentros en las calles, a pedradas que muchas veces llegaba'n a indi– l7idualizarse en luchas de cuerpo a cuerpo. Miguel, era de los Jalievanos y hacía gala por su fuerza ex– cepcional, derivada por su resolución, coraje, valor, y reciedumbre combativa. Se distinguieron con él, los compañeros de edad, sus primos: Mariano, Ale– jandro y Fernando Zelaya, Alberlo Gámez, Manuel Ibarguen y Pedro Antonio Irisa,rri, que eran también como Miguel, señoritos de socie'dad.

La Mama Dominga, acostumbraba a los de su casa a la piedad, a los primeros viernes, a cuestiones devocionales, vía-sacra y al rezo diario del Santo Ro– sario, pero en todo esto, fríamente participaba el niño Miguel. Sus inclinaciones de juventud, lo llevaban de la mano por las muchas distracciones de la época granadina, y un día de tantos se le vio frecuentar a cierto maestro músico que le enseñó a tocar el flautín. O no le gustó mucho el instrumento, o es que se con– venció que no era ese su papel.

Con la misma pasión que se dedicaba a juegos y alegrías juveniles, un día de tantas se manifestó en él, la inquietud por los estudios. El cambio fue ra– dical.

El Colegio de Granada

Desde antes de 1842, refiere Jerónimo Pérez, que era Granada, como la Atenas de Nicaragua. Atraía por su cul±ura a la juventud de todas parles. Por me– dio de la culiura, Granada se fue enhebrando a dis– tintos pueblos del país. Los ayances educativos se debían en su casi totalidad a la iniciativa privada y fue así, que queriendo mejorar la educación que se venía impartiendo, una Junta de Padres de Familia, hizo traer de España connotados profesores escogidos por el Direcior de la Biblioteca de Madrid, Don Euge~

nio Harlzenbusch. Y fue en 1874, que ese Centro de Luz bajo el nombre de Colegio de Granada; abrió sus puerias a la juventud en el mismo lugar del aC±ual Instihüo Nacional de Orienie. Resul±ó una verdadera

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