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« Previous Page Table of Contents Next Page »elcogido, cuando de(ando la pluma que escrlbla "Nueltra Señora", se arro(a con el rifle a las barricadas de Paril, para proteltar con el arma en contra de aquel dOI de di· ciembre, que di6 a Francia IUltro y medio de funelto esplendor.
No faltará quien diga que lomol muy parcIales al juzgar a Selva; alradol reclamol van a salirnos al paso, pero ¿qu6 importa todo eso, II estas palabras que vamol escribiendo no encierran una gota de hiel ni un átomo de azúcar? Son pura y simplemente lo que nosotros supo·
nemas que debemos decir para cumplir nuestra misi6n,
que tiene por obleto el ponernos al servicio de la verdad. De trecho en trecho, aunque parezca trivial o estudiado, llamaremos la atencl6n del lector hacia este punto que le relaciona con la serenidad de nuastro (ulcio.
A pesar de que Selva tiene a veces el esplritu ba.. tante empapado de misanlropla, enfermedad muy de su
raza, en ocasiones suele $er festivo, y entonces aparece
simpático. Cuando el alma se liente como desmayada en la carrera del estadio mundanal; cuando le mira hacia atrás y se ve c6mo quedan en el camino donde se han impreso nueltras huellas, tantal plumas doradas de las que viste el pavo real de nuestral lindas quimeras; cuando se observa que la alfombra que ompezamos teniondo de ros.. a nuestro pies, va perdiendo en blandor y en her· mosura y quo al prelente ya comenzamol a distinguir 101 primeros brazos escuetos y punzadorel de los zarzalel que nos aguardan, y en los que nueslras planlas van a enredarse y a ser deslrozadas; cuando el cielo que ayor estaba limpio y sereno sobro nosolrol, ya por todos IUI
ámbitos se empieza a oscurecer; entonces el contacto con
los hombres, cuán sumamente inc6modo parece, y lo me–
jor par. permitir al pecho reponerso, es huir al retiro en donde s610 nos acompañan los inloctos que zumbando lO agitan en el aire de nuestra habitaci6n. Las personas co–
mo Cario. Seiva, los seres de un car'der como el lUYO,
no pueden nunca, si otros de distinta naturaleza lo consl· guen, esquivarse a la misantropla que les acomete, cuan–
do ya bajan como 61 la pendiente de la vida. Selva tien. horas en que se pone alegre como un chiquillo; y conocido
cuanto es de Iluminado, bien se explica que por ratos
sienta relampaguear en su siltema bienandanzas fantástl· cas que lo enajenan.
De acuerdo con IU heredada volubilidad, Carlos Sel·
va no tiene ideas filas sobre 101 sistemas gubernativos que
más convienen a los pueblos. AC.IO en el fondo de 61 lote el dem6crata, pero no surge a la superficie comple–
tamente convencido; y aunque en teorra se afana por de– mostrar que lo está y autentica con energfa su amor hacia
todas 1.. libertades, cuando se le londea, cuando se ve tras él en la vida de la amistad, en el Intimo camino del
hogar, se ve a Selva ser tan vario en sus relaciones que no es rBro el encontrarle convertido una mañana en nihi·
lista y a la siguiente o en la larde del mismo dla, hecho un retr6grado, que le pondrla un escapulario sobre el pe· cho. Con frecuencia he oldo a Selva hablar en estos t6r. minos sobre el absolutismo: ¿qué? nos ha dicho, un Czar de Rusia, un Sultán de Turqula, un Shah de Persia,
son figuras magnIficas; nada tienen de vulgares; mandan
por derecho divino y asl el pueblo piensa menos en lo·
curas; sabe que no hay puesto para 6. sobre aquelloi' tronos, y se está quieto; vive en su trabalo, y es feli~
¿Por ventura el asl en otrOI palsel donde todos tieneri' derecho a ver liempre con un ojo las alturas del poder', o donde a cualquier ciud.dano le es ,posible llegar? Co~
excepción de los Estados Unidos, ninguna otra repúblicl h. podido progr.s.r. De las lalinoamerlcan.. ya no ha. blemos; SOn pural falsificaciones, y a mi no me gust.n las falsificacionel. Nuestros ESladitos eslán pidiendo limosna a todo el mundo; lo que Inspiran es lástima. Chl.
le, la Argentina, pues, son nada. Si no fuera por los ita..
llanos, Buenos Aires serIa una alde.. Ahora, ¿Que hl
:~~: ~~sSfl~::cie~~~~:c:o~:sur~I~:·~~ul:1 ~:~~~:i~:~~
más influencia en los problemas sociales de la Europl.
Se la ve más, mucho más. Los cantones están como pa– ralizados entre una comática somnolencia. Yo no veo el
progreso de Suiza, si lo saco a estudiarlo en parang6n ~on
lal necelidadel del siglo y con los lentimientos y adel... tos de esla misma 6poca en que lodo se revoluciona. y
Francia con ser Francia cuanlo ha perdido desde que cay6 en manos de la República; su poblaci6n ha disminuido y una corrupcl6n lociel, la más espantosa del ligio, l. está matando. De Luis XIV a Félix Faure, qu6 diferencll. Aquello II era grande; esto el pigmeo. Es precilo, .ml. go, nos sigul6 diciendo Selva, que todol alplremos a tenar Czar, un Sultán o un Shah.
Mucho fue nuestro alombro cuando poco delpuá, oiamos a Selva decirnos: ¿sabe ustod que echando mil cálculos he venido a parar en lo cierto? &Ioy conven. cldo de que lo melor para los palies, lin duda alguna, e, el gobierno monárquico constiluclonal. Vea usled a In· gleterra. AIIr está la cosa. No h.y cuesti6n. Qué libertad la de la prens.; qu6 seguridad la del Individuo. Es donde yo me irla a vivir, II pudiera; a la ¡slita ésa. AlU no hay tiranla de ninguna especie. Ser lúbdito del mo·
narca inglés, es ler tln monarca como '1 mismo. Lo. ES–
tados Unidos le quedan muy .trál. LOI alemanes son esclavos de un r6gimen mililar aulorilario; en la Gran Bre– t.ña a nadie le ponen un rifle al hombro, si no lo quleri llevar. Y bien ¿qué cree usted sobre lo que pienso?
Después de estos dos dilcUrsol, tan distintol el uno del otro, Carlos Selva hace un cuarlo de conversl6n y sa lorna republicano, dem6crata. Tod~ elto en menol da
veinticuatro horas. Ah, nos dice, es preciso admirar a
ese ,pueblo en donde nació el leñador Lincoln. Vea us. ted, agreg6, señalándonos a un pobre vendedor de UCI'
te, que montado en su mula pasaba cerca de nosotros
todo mojado por l. lluvia; 6se, ése, exclamaba Selva en· tusiasmado, puecle ser presidenle; me quedo con la repú. blica, repella; la Igualdad, la libertad, la fraternidad; y el llegar aqul se habla quitado el lombrero y gesticulaba satisfecho de haber dado en el clavo, según él, de lo que más debia contribuir a la comodidad humana.
Anles de estudiar a Selva como literato y como dli· rista, hablaremos sobre dos circun"anci.. que le agregan como sombras al cuadro de su figur.. L" primera provie;–
ne como dura consecuencia de una gran contrariedad, li
cual hemos hecho notar al principio de esta lemblanza, y como efecto 16gico de su mala educacl6n. La segunde
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