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Me pidió muy contrariado que no le contara a nadie este episodio, porque le podía perjudicar da– do la cifra enorme que era Rubén en el país Se lo prometí y se lo he cumplido hasta que muo ió

porque ya no le perjudica nada en donde mora con buena reputación

O TRA llamada de daña Rosario Venga doctor Cuadra Pasos que Rubén quiere pedirle algo, porque nos trasladamos a León Convine la misma hora pero antes hablé con el

Presidente Díaz quien me dijo que en su nombre le ofreciera el tren presidencial, que se compo–

nía de un bocho para equijape, de un carro con dormitorio y toda comodidad y de otro carro más para los acompañantes

Llegué a la casa de Rubén y cuando me hizo la solicitud de si le pudiéramos ayudar para tradadarse, le dije que con instrucciones del Plesidente don Adolfo Díaz, se pondría a su orden el tren presidencial que saldría expreso, a la hora más cómoda para él

Vuelta de Rubén coma niño Vení Chayó, oí lo que me manda a ofrecer el Presidente

y me dijo, aceptado y previas consultas señalOlon el dio siguiente para la partida Yo le dije, que iría a la estación a despedirlo Efectivamente, llegué a la hora señalada y dirigí los acomodos pi– diendo que en el corro principal, no fuera más que Rubén, su esposa y sus médicos Vi que lo acostaran en el dormitorio y los que quisieran acompañarlo irían en el otro carro El equipaje en

el bocho Salió el tren y me despedí con tristeza del poeta que sabía que iba a su ciudad que,ri– da condenado a muerte

'1?1uerte de ':Dar,o

7rTE avisaran de León que Rubén había entrado en agonía El Presidente Dlaz me en–

.1U - cargó que me fuera inmediatamente para León para representarlo en todas las cere– monias solemnes del entierro de Rubén

Me fuí a León en el primer tren, pero cuando llegué ya había muerta el poeta El cadá– ver había revivida en la fisonomía algo coma el resplandor del genia Estaba hermoso No era el Rubén del sillón de enfermo, sino el Rubén de la oda a Roosevelt, de Cyrano está en España, de la Bailarina de los Pies Desnudas, de todo lo que se deleitaba recitando mi hermano Miguel El Rubén de Francia, el Rubén de España en el centenario del descubrimiento de América, una luz mortecina parecía emanar de aquel rostro frío pero siempre sublime

Los funerales fueron solemnísimos Una noche completa con tribuna libre En el entie–

rro se dispuso que no habría más que un discut so, el del doctor Santiago Argtiello

Se le daría sepultura en la catedral de León por disposición del ilustrísima señor Obispo

Pereiro y Caste//ón

El féretro tPnía cinca cintas portadas por los cinco presidentes de Centro Américo, que se

hicieron representar por sus ministros dio/amáticos Yo llevaba la cinta cabecera en nombre del Presidente Adolfo Diaz Un grupo grande en orden de damas leonesas bien escogidas entre las más bellas eran las canéforas que llevaban flores a su tumba Frente a la casa en que vivió Do–

rio en su niñez y juventud, se levantó un arco, que al pasar bajo de él se desató dando libre vuelo a una bandada de palomas blancas La banda de los Supremos Poderes tocaba marchas fúne– bres especiales en todo dolorido La multitud era incontable Todo León echado a la calle Así en marcha lenta, al ponerse el sol llegamos a la Catedral AfIf se alteró el orden La mul– titud, queriendo entrar para presencíar el acto del enterramiento del poeta, atropellaba a las ca– néforas, que tuvimos que proteger los representantes de los Presidentes

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