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deraba miembros mh .Icos de cualidades humana. y I"s mejores del cuerpo social.

Mas aún, la autoridad es necesaria en la sociedad hu..

mana según una exigencia del orden moral, y no puede por consiguiente, ser usada en contra de ese mismo orden moral; y si lo fuera, en el mismo instante lIeiaría de ser tal, como advierte el Señor: "E!iicuchad pues, Oh reyes, y

entended: tlprendcd vosotros los jueces de los confines de la tierra: p.estad oldo los que tenéis el gobie.no de los pueblos y os gloriáis de tener sujetas las naciones¡ el pode. os ha sido dado por el Señor, y la dominación por el Altísimo, el tual aXillt1inilrá vuestra!i obras, escudriñará vuestros pensamientos ll

Finalmente se debo recordar que también en la re–

gulación de las relaciones entre las Comul,¡dades poHticns la autoridad ha de SOr ejercida par.:l promover el bien tomún, que es lo que constituye su prhnera razó., de ser. Elemento, sin embargo, fundan'ltmtal del bien común

es 01 reconocimiento del orden moral y el respeto de sus exigencias. "EI orden entre las Conlunidades Políticas ha

de apoyarse sobre la roca inconmovible e inmutable de la

ley moral, manifestada por el Creador misl'rJo por medio del orden natural y esculpida por El en los corazones de los hombres con caracteres indelebles Como faro lu–

minoso, con los rayos de sus principios, debe dirigir el curso de la acción de los hombres y de los Estados, los

cuales hablán de seguir sus indicaciones aleccionadoras, saludables y provechosas, si no quieren que su trabajo y esfuerzo por e~tablecer un nuevo orden ntJufrague en las galernas".

EN LA VEROAD

Las mútuas relaciones entre las Comunidades políti.. c.s han de esta. roguladas po. la vordad. La cu.1 exige antes que nada, que de estas relaciones se elimine toda huella de rncismo¡ y que por tanto se reconozca carnal principio s.grado e inmutable que las Comunidades polí–

~icas, por dignidad de naturaleza, son iguales entre sí; de donde se sigue un mismo derecho a la existencia, al pro~

pio desarrollo, el los medios necesarios para lograrlo y así cada una ha de ser la primera responsable en la actuación de sus [programas; por fin, el tener también el derecho a l. buena .epulación y a los debidos honores.

Entre los seres humanos -es un hecho experimen–

tal- existen diferenc:ias y a veces enormes en el graclo

de ~aber, virtud, capacidad de invenci6n y posesión de los biefles materiales. Pero esto no puedo nunca justifi–

car el propósilo do hacer valor la I'lopia superioridad p.ro sojuzgar de cualquier modo que sea a los otros Antes bien esta superioridad comporta una mayor obliga–

ci61't tle ayudar a los demás para que logren, en esfuerzo común, la propia [perfección.

De igual modo pueden algullas Comullidades políti.

Cas superar a otras en el grado de cultura, de civilización

y desarrollo etonómico pero esto, lejos de autoriz:a~las a

dominar subre las otras, más bien constituye una obliga– ci6n para que presten una mayor contribuc:i611 al trabajo

de la elevación común.

En realidad no exislen seres humaYlos sut,el ¡ores por u:tturaleza sino que todos los seres humanos son iguales

011 dignidad natural. Por consiguiente no existen tampu· Co diferencias naturale$ ontre las Comunidades políticas;

todas son iguales en dignidad natural, siendo cuorpos cU. yos miembros son los .trismos seres humanos. Ni se debe aquí olvidar que los pueblos, y con todo derecho, son sensibilísimos en cuestiones da dignidad y de honor lbc:ige además la verdad que en las múltiples iniciati– vas que han hecho posibles los tprogresos modernos de los medios do informaci61'1 -inicillfivas a través da las tuales se dIfunde el ntútuo conocimiento entre 105 pueblos- la inspiraci6n se tome de una serena ab¡etividad: lo cual no oxcluye que a cada pueblo se le pernlita 1;] t1atur\l1 pre– ferencia por dar a conocer los aspectos positivos de sd propil'l vida. Se deben sin emb~rgo excluir nquellos mé– todos de información con los t;;uales¡ faltando a la verdad,

se hiere iNjustamente la fama de unü nación.

SEGUN LA JUSTICIA

Las rell!ciones ontre las Comunidades políticas hiiU

de estar además re~íulada$ por la ¡ustida: lo tuaf lleva consigo, apilrte del reeonocimiento de los mútu()$ dere–

chos, el cUl'lIplimienlo de los respectivos deberes

Es decir, que si las Comunidades poHtkas tienen el derecho a la existencia, al propio desarlollo, a los medios aptos pena alcanzarlo --yen este traba'jo les corresponde ser los primeros al tífices-, si tienen además el derecho a defonder la buena I eputación y los honoros que les son debidos, se sigue que, cada una de esns mismas Comu– nidades políticas ,tiene por igual el deber de respetar en las otras todos esos derechos y de evitar por consiguiente

las E.lcciones que constituyen una violación de ellos. Ca..

mo en las relaciones privadas entre los seres humanos no es lícito a nadie el perseguir los propios intereses con in– justo daño de los otros, asf en las relaciones entre las

Comunidades ipolíticilS, no está permitido a ninguna des– arrollarse oprimiendo a atropellando a las demás. Viena aqu' oportuna aquella oxpresión de San AgusUn: "Si se abandona la iusticia, ¿a qué se reducen los reinos, sino a

grandes latrocinios?".

Por cierto, puede suceder, y de hecho sucede, que ,puunen entre sí las ventajas y provechos que las nacio–

nes intentan obtener I'ero las diferencias de ahí naci~as

no se han de zanjar recurriendo a la fuerza de las armas, ni al fr~ude o al en~j~ño, sino -con'o corresponde a seres humanos- él la comprensi6n recíproca, al examen cuida– doso de la verdad y a las soluciones oqultativas.

EL TRATO OE LAS MI NORIAS

A esas situaciou,cs ¡pertenece de un modo especial la

tendencia que desde el sigló XIX se ha ido ¡,,,poniendo y

generalizando, de hacer que a los glUpos étnicos y Na–

ciones corresponda una plena autonomía y formen una rltlGÍón independiente. Y como, Ipor diversas (IlUSaS, eso

no siempre puede ohtenerse, resulta de ello la presencia de minorías étnicas en el interior de UI1 mismo Estadu, tan los graves problemas consiguientes.

I::n tal materia ha de afirmarse decididamente que todo cuanto se hag., para reprimh' la vitalidad y el des.. l);rroilo de t<1les minorias étnicas, viola gravelnel'ite la ¡us– tida¡ y mucho más jodavfa si tales :.ten'ados van dirigidos

ti la destrucción mislua de la estirpe.

Responde, en cambio, del todo. lo que pide la ju.· licia, el que los Poderes Públicos se apliquen efic.zmenlo

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